lunes, 12 de enero de 2015

Castañeda: el vengador solidario

Sentado en el sillón municipal, Luis Castañeda mira con satisfacción cada rincón de la amplia oficina. El sonido del teléfono lo saca del ensueño: “Lo busca la señora Juárez”.

Patricia Juárez ingresa a la oficina. Da unos pasos y se sienta frente al escritorio del alcalde.

-Fíjate -dice el alcalde y luego vuelve a dar una mirada rápida a la oficina-. Hace cuatro años que no estamos aquí.

Juárez observa también y asiente.

-Sí, pues.
-Pero debimos estar antes –dice el alcalde, agravando la voz-. Tanto gastamos en esa revocatoria y no pasó nada.
-Bueno, tampoco no es que no pasó nada –dice Juárez-. Acuérdate que revocaron a tu hijo.



Castañeda mueve la cabeza.

-No me olvido de eso, ni de todo lo que Susana y su gente dijeron de mí.

Juárez lo mira en silencio.

-A ver Patricia, dime, ¿ya está lista la banda?…quiero decir ¿ya está listo el equipo de trabajo?
-Sí, sí, ya. Solo nos faltan dos que deben estar llegando la próxima semana.
-¿Y por qué demoran tanto? ¿Vienen del extranjero?
-No, son de aquí, pero el INPE demora para darles libertad condicional.
-Ah bueno –dice Castañeda-. Y dime,  ¿ya botaste a los 3 mil trabajadores que te dije?
-Todavía no.
-Pero Patricia, esa gente estuvo con Susana y no pueden estar un minuto más en el municipio. ¿Por qué siguen aquí?
-Es que no pude hacerlo.
-Te ganó la conciencia.
-No, me ganó la hora. Estuve toda la tarde arreglándome para la juramentación.
-¿Me lo juras?

Juárez dio un suspiro y se inclinó hacia adelante.

-Lucho, ¿estás seguro que quieres botar a tanta gente? Mira que después de todo son votantes.
-Qué nos importan los votos ahora.
-Yo lo decía porque son muchísimas personas.
-Mejor pues –dice Castañeda-. Seguro que entre todos esos vamos a botar a algunos corruptos.
-Lo dices porque no quieres malos elementos.
-Lo digo porque no quiero competencia.

Juárez negó con la cabeza.

-¿Qué pasa Patricia? Ahora te me vas a ablandar. ¿Qué no te acuerdas de nuestro plan de trabajo?
-Sí, claro.

Entonces Castañeda se pone de pie, se toma las manos detrás de la espalda y empieza a caminar.

-A ver, repasemos –dice-. Primer punto.
-Sacar a todos los que trabajaron con Susana.
-Exacto. Punto dos.
-Decir que todo lo que hizo Susana estuvo mal.
-Perfecto. Punto tres.
-Asegurar que el municipio está en quiebra.
-Eso mismo. Y no te olvides que hay que imprimir millares de folletos para difundir que estamos quebrados. Sigamos, punto cuatro.
-No tenemos punto cuatro.

El alcalde se detiene de golpe, vuelve a sentarse y mira fijo a Juárez.

-¿No tenemos punto cuatro?
-No.
-¿Estás segura?
-Claro. Solo tenemos tres puntos.
-¿Solo tres? ¿Y por qué nadie me lo dijo?

Juárez mira extrañada a Castañeda. Tras un momento de silencio, el alcalde da un golpe sobre el escritorio.

-Necesitamos un punto cuatro –dice Castañeda-

Juárez se pasa la mano por la frente.

-Bueno Lucho, ¿y entonces?, ¿de todas formas vamos a botar a esta gente?
-Por supuesto.
-¿Sabes lo que es solidaridad?
-Claro, nuestro partido.
-Está bien. Si tanto insistes, así será. Después de todo quizá tengas razón. Si estuvieron con Susana ya no son confiables.
-Eso mismo. Además acuérdate cómo nos trató Susana.
-¿Cómo nos merecíamos?
-Exacto. Y eso no se lo perdonaré.
-Tienes razón Lucho. ¿Qué es eso de habernos investigado tanto con lo de Comunicore? Como si nosotros hubiéramos hecho lo que hicimos.

Castañeda se pone de pie.

-Eso es. Lo tengo.
-¿Qué tienes?
-El punto cuatro.
-¿Y cuál es?
-No más Comunicore.
-¿Estás seguro Lucho?
-Claro. Otro nombre se nos ocurrirá.

Publicado en la revista Velaverde N°97

No hay comentarios:

Publicar un comentario