miércoles, 29 de abril de 2015

Una tarde fujimorista

Grande fue mi sorpresa cuando la propia Keiko Fujimori fue quien me abrió la puerta de su residencia. Pasé a través del amplio jardín, donde pude ver casi de soslayo a su esposo Mark, de pie,  junto a unos arbustos. Cruzamos la sala y la segunda sorpresa de la tarde fue ver a varios congresistas fujimoristas conversando. Todo indicaba que Keiko se reuniría luego con su bancada, o parte de ella.

Instalados en una suerte de estudio, Keiko se sentó frente a mí y me ofreció esa sonrisa tan típicamente vacía que abunda en campañas electorales. Luego de agradecerle que me haya aceptado la entrevista, empecé.



En realidad, iba a empezar pero me llamó la atención una de las fotos que adornaban uno de los estantes. En ella una joven Keiko, vestida de toga, sonreía –ahora sí de verdad- junto a su padre Alberto Fujimori.

-Esa foto es cuando usted se graduó en la Universidad de Boston, ¿no?
-Sí -me dijo Keiko y su sonrisa impostada empezó a desdibujarse.
-La verdad yo no pensaba hablarle de estas cosas –le dije y era cierto-. Pero ahora que veo la fotografía no puedo dejar de preguntarle cómo hizo su padre para pagar sus estudios y el de sus hermanos.

Keiko me miró seria.

-Pensé que íbamos a hablar sobre el viaje de los congresistas.
-Bueno, el tema global es tomar dinero del Estado y usarlo para fines propios, ¿no? Después de todo recuerdo que su padre decía que solo ganaba 2 mil soles.

La hija de Fujimori se pasó la mano por la cara. Se puso de pie y salió del estudio sin decir nada. Un minuto después regresó con el congresista Becerril.

-Mira –me dijo, con un tono de molestia apenas contenido- aquí el congresista va a responder lo que quieras sobre los viajes.

Becerril parecía no saber qué estaba pasando. Empujado por la orden de Keiko se sentó en el mismo lugar donde había estado su lideresa.

-Lo escucho –me dijo Becerril.
-Dígame señor…
-¡No le permito! –dijo de pronto, levantándose del asiento.
-¿Pero qué no me va a permitir? Solo le he dicho señor…

Becerril respiró hondo y volvió a sentarse mientras asentía con la cabeza.

-Lo escucho –me volvió a decir.
-Señor Becerril, a su bancada se le acusa de…
-¡No le permito! –dijo poniéndose otra vez de pie.
-¿Otra vez? Pero solo le estoy formulando una pregunta.
-Si es sobre los viajes ya hemos dicho que como gesto político devolveremos el costo de los pasajes.
-Más que gesto eso parece una mueca–le dije-. ¿O usted cree que devolviendo el dinero se borra lo que han hecho?

Becerril se puso de pie.

-¡No le…!
-Sí, sí, ya sé que no me permite, pero respóndame.
-Espéreme. Yo sé quién le puede responder eso –dijo y se fue.

Un par de minutos después apareció el congresista Aguinaga y se sentó en el sitio dejado por Becerril.

-Señor Aguinaga…
-Doctor –me corrigió-. Soy el doctor Aguinaga.
-¿El doctor Aguinaga? Claro, usted fue Ministro de Salud cuando se dieron las esterelizaciones forzadas.
-Se equivoca. Nada se hizo contra la voluntad de las mujeres.
-¿Ah no?
-No, fue sin su voluntad, que no es lo mismo.
-Claro que no, hay una gran diferencia. ¿Usted prefiere que le roben contra su voluntad o sin su voluntad?

Aguinaga me miró un par de segundos. Luego se levantó y se fue. En pocos segundos regresó con la congresista Chacón y la dejó a solas conmigo.

-Buenas tardes.
-Buenas tardes congresista, la veo de muy bien humor.
-Pero claro, todavía sigo contenta porque me anularon la sentencia que recibí por enriquecimiento ilícito. De modo que ya nadie va a dudar de mi inocencia.
-Pero congresista, a usted le anularon la sentencia por un tema de procedimiento judicial. Nada se dijo sobre el fondo del asunto, es decir, sobre el enriquecimiento ilícito.

La congresista achinó los ojos y luego, sin despedirse, salió.  Como había ocurrido antes, apareció otro congresista.-Buenas tardes –me dijo saludándome-. Soy Julio Gagó y estaré encantado de responder lo que quieras preguntar.

- ¿Me puede explicar por qué la Fiscalía archivó su caso cuando era evidente que su empresa le vendía ilegalmente al Estado?
-Tú pides mucho –me dijo, luego se puso de pie y se fue.

Esperé más de cinco minutos y nadie más se apareció por el estudio. Así que me levanté y salí hacia la sala. Ahí pude ver a Keiko frente a un grupo de sus congresistas.

La hija de Fujimori parecía estar llamándoles la atención sobre el tema de los viajes. “Ya saben, no hay que volver a aprovecharse de los recursos del Estado en beneficio nuestro”, aseveró. “Paciencia”, dijo, “ya viene el 2016”.


Publicado en la revista Velaverde Nº112

viernes, 24 de abril de 2015

Chuponeo S.A. (Alan - Del Castillo)



Alan García Pérez: Aló Jorge. Dime, ¿cómo va el caso Oropeza?

Jorge Del Castillo: Va muy bien Alan, todavía no lo atrapan.

AGP: Ah bueno, me preocupa que su captura pueda afectarnos.

JDC: ¿Emocionalmente?

AGP: No, Jorge, electoralmente. ¿Tú crees que perderemos votos si lo capturan?

JDC: Claro, perderemos el voto de Oropeza. Pero lo que sí me preocupa es que la imagen del partido se relacione con el narcotráfico.

AGP: Pero Jorge, la imagen del partido soy yo.

JDC: Por eso digo.

AGP: ¿Cómo dices?

JDC: Por eso digo que debemos evitar que el partido se relacione con estas cosas.

AGP: Exacto Jorge. Ahora hay que estar más atentos que nunca con los nuevos militantes. No es momento para dejar que se nos infiltren delincuentes.

JDC: Claro, Alan, además ya tenemos demasiados.

AGP: ¿Cómo dices?

JDC: Que ya tenemos demasiados militantes.      
 
AGP: Ah sí, claro.

JDC: Tú tranquilo Alan. Yo mismo estoy revisando las solicitudes y estoy siendo muy riguroso.

AGP: Muy bien, Jorge, ¿y hay mucha gente que está dispuesta a ser aprista y morir como Víctor Raúl?

JDC: En realidad prefieren vivir como tú.

AGP: Mucho cuidado Jorge. Hay que ver a quién dejamos entrar.

JDC: Tú tranquilo Alan. Mira, hoy un nuevo militante nos donó un millón de soles.

AGP: Vaya, ¿y no es nadie sospechoso?

JDC: No, se trata de un empresario que se dedica a exportar hierbas y debe ser muy bueno ah.

AGP: ¿En serio? ¿Por qué lo dices?

JDC: Porque dicen que es un capo.    


Publicado en El Otorongo (Peru21-24.04.15)

lunes, 20 de abril de 2015

Diez Canseco: el candidato diferente

Algún día tenía que pasar; la farándula había merodeado la política durante largo tiempo a través de candidaturas a regidores, alcaldes y congresistas, siendo el caso más emblemático el de la exparlamentaria Susana Díaz, quien, como se recuerda, obtuvo una curul impulsada por su propuesta, es decir, por su propuesta de llevar el 13 en sus posaderas. De ahí a que algún farandulero se anime a tentar la presidencia de la República había solo un paso, o quizá menos.

El hombre que quiere que dejemos de lado al elenco estable de candidatos presidenciales es el empresario, animador, pensador y gurú espiritual Mauricio Diez Canseco.  Pese a su mentado éxito en los negocios,  la compulsiva necesidad de notoriedad que padece ha hecho que su figura se relacione más con Magaly que con la Confiep.




Para decirlo de una vez, desde aquí apoyamos sin reparos su candidatura. Que su capacidad de estadista sea tan grande como su humildad no es motivo para no votar por él. Sin embargo, el camino a Palacio de Gobierno es complicado, no solo por el infernal tráfico, lo es sobre todo porque el rústico empresario todavía no logra inscribir a su agrupación. Trayendo reminiscencias belmontianas, su personal partido tiene por siglas MDC, que no significan Mauricio Diez Canseco, ¡a quién se le ocurre!, MDC es el Movimiento Democrático Ciudadano.

Si usted es un lector inteligente y racional lo invito no solo a leer otro tipo de columnas, sino a que deje de lado al Diez Canseco mediático y se concentre en las propuestas revolucionarias que solo un pensador y visionario como él podría haber concebido. Muchas de ellas son tan avanzadas que ni siquiera el propio candidato sabe que las va a proponer. En todo caso, me permito adelantar alguna de ellas.

Adios Qali Warma: conocedor que el futuro del país está en manos de las próximas generaciones, el nuevo gobierno  garantizará que la alimentación de nuestros infantes sea nutritiva y calóricamente adecuada. Para ello, se repartirán junto al vaso de Leche de siempre, generosas porciones de pizza tipo americana (favor abstenerse proveedores de “Domino’s”).

Belleza estatal: conocida su apego a las blondas cabelleras, convertirá esta debilidad en una fortaleza y reemplazará,  mediante un convenio, los antiguos locales de la CGTP, por los flamantes de la CGT, a saber, Centros Gratuitos de Teñido. De esta forma, se resaltará la belleza peruana pintando de rubio –rubio platinado, no cenizo- a peruanas y peruanos de buena voluntad. Como bien dicen los educadores, los verdaderos cambios empiezan por las cabezas. 

Autoestima sin auto: Para lidiar con las sempiternas frustraciones que sufrimos los ciudadanos de a pie, como por ejemplo el hecho de ser peruanos,  se colocará parlantes motivadores en diversas partes del país. En ellos se escuchará ininterrumpidamente frases escritas y dichas -y he aquí su poder transformador- por el propio Diez Canseco. Este servicio continuará todos los días hasta que el parlante se averíe, o hasta que algún motivado poblador lo destruya.

Libertad para Fujimori: Demostrando gran valentía y sensibilidad humana, apenas el gobierno de Diez Canseco se instale, bueno, una media hora después, el propio mandatario irá a liberar al expresidente Fujimori. Ello nos devolverá  la fe en la justicia y nos recordará que los delitos del expresidente no son tan graves y que en el Perú, como dijo Cipriani, “los derechos humanos son una cojudez”. De esta forma, le demostraremos al mundo civilizado que estamos a la vanguardia del derecho humanístico, siendo apenas superados por países  como Siria, Pakistán y Somalía.

Estos puntos son apenas una pequeña muestra de los cambios que se avecinan, siempre y cuando dejemos atrás el perverso ejercicio del prejuicio y le demos una oportunidad a Diez Canseco. Si bien es cierto, todavía no repunta en las encuestas –aparece en Otros dentro de los Otros-, su candidatura podría encaminarse a la luz de una reciente noticia: la Fiscalía le ha abierto una investigación por lavados de activos.

Ahora, por fin, Diez Canseco está listo para competir, de igual a igual, con los demás candidatos. Como él mismo dijo: “Si te lo propones, tus sueños se cumplirán”. ¿O lo dijo Freddy Krueger?

Publicado en la revista Velaverde Nº111

viernes, 17 de abril de 2015

Chuponeo S.A. (Del Castillo - Alan)



Jorge Del Castillo: Aló Alán, listo, ya expulsamos a Oropeza.

Alan García Pérez: Qué bueno.

JDC: Y lo dejamos en Bolivia.

AGP: ¿Qué? ¿Lo expulsaron del país? Yo quería que lo expulsen del partido.

JDC: Me sorprendes Alan, ¿cómo sabías que lo encontramos jugando fulbito?

AGP: Me refiero al partido aprista.

JDC: Pero sí lo llegamos a expulsar.

AGP: Ah bueno, es un alivio entonces.

JDC: Y fíjate que no fue fácil. Nuestro reglamento no permite que se expulse solo por conducta sospechosa.

AGP: Claro pues Jorge. Si fuera así dónde estaríamos nosotros.

JDC: Pero sí aplica a casos relacionados al narcotráfico.

AGP: Mira, si te refieres a mí y a los narcoindultos…

JDC: No hablo de ti Alan.

AGP: Mejor entonces. Lo importante es que ya le quitaste la militancia a Oropeza.

JDC: Ah no, yo solo le quité el carnet. Ni sabía que era militar. 

AGP: Tranquilo Jorge, haz hecho bien. Ahora los compañeros saben cómo terminan los que van por el mal camino.

JDC: ¿Con chicas y autos de lujo?

AGP: No.

JDC: ¿Esperando que la plata les llegue sola?

AGP: No, Jorge. Terminan mal y no queremos que nuestros compañeros terminen así,  siendo descubiertos.

JDC: Todavía queda el problema que Oropeza era amigo de Facundo Chinguel y Chinguel era el de los narcoindultos y...

AGP: Ya olvídate de eso Jorge. Mejor dime al final qué pasó. ¿Qué te dijo Oropeza? ¿Se molestó mucho contigo?

JDC: Fíjate que no. Si hasta se ofreció a facilitarme una movilidad.

AGP: ¿Ah sí? ¿Qué te dijo?

JDC: Que me iba a mandar la moto.


Publicado en El Otorongo (Peru21-17.04.15)

lunes, 13 de abril de 2015

Cateriano y el sacrificio demócrata

Pedro Cateriano ingresó a Palacio de Gobierno, mientras era saludado por la guardia presidencial apostada en la puerta. Un edecán lo llevó hasta uno de los salones donde el presidente Humala y otra persona que no conocía lo estaban esperando.

-¿Cómo estás, Pedro?

Cateriano se contuvo y miró al extraño.

-No, te preocupes Pedro, dime nomás. Él es de confianza.

El Premier asintió.

-¿Que cómo estoy? Estoy y no estoy. Me he desdoblado tanto que ya no sé ni quién soy. Me he visto a mí mismo como si yo fuera otro, me he escuchado pidiendo diálogo, demandando conciliación, ¡Sabe lo extraño que es eso!, lo peor de todo, me he visto saludando a Keiko, ¡Se imagina!, dándole la mano a Alan, ¡Por Dios!, hasta me he visto sonriéndole a Mulder. ¡Y me pregunta cómo estoy!




-Calma Pedro, calma-dijo Humala-. Más bien, recuéstate aquí.
-¿En ese diván?
-Sí.
-Ya solo falta que me traiga un loquero.

El hombre desconocido se levantó de su asiento y  estiró la mano hacia el Premier.

-No soy loquero, pero soy psicoanalista.

Cateriano, casi sin pensar, le dio un apretón de manos.

-Este el doctor Medina. –dijo Humala.
-He escuchado mucho de usted.
-No hagas caso –dijo Humala-. Tú sabes Pedro que la gente envidiosa siempre cuenta chismes.
-Al contrario, he oído cosas buenas de usted doctor –dijo Cateriano-. Me dicen que es una eminencia.
-Pedro, te agradecería que dejemos los insultos de lado.

Cateriano y el doctor Medina se miraron, desconcertados.


-Mira, Pedro –dijo Humala-. Nadine y yo sabíamos que todo este cambio de actitud, este de contenerse ante las cámaras, esto de no poder insultar a los fujimoristas y apristas te iba a resultar muy complicado.  Por eso hemos pensado en el doctor Medina.
-¿Él se va a encargar de insultarlos ahora?
-No –dijo Humala.
-Usted dígame nomás doctor –dijo Cateriano-. Tengo una larga lista de insultos todavía inéditos.
-Vamos Pedro, te estoy diciendo que no.

El doctor Media dio una respiración profunda.

-Señor presidente –dijo el psicoanalista-. Todo está bien. No se preocupe. Déjenos solos nomás.

Humala asintió. Se despidió de ambos y salió de la oficina. El doctor Medina le señaló el diván a Cateriano y este, resignado, se recostó sobre él.

-Muy bien, señor Cateriano.
-Vamos doctor, qué es eso de ‘señor Cateriano’. Dígame señor Premier nomás.
-Muy  bien, señor Premier. Entiendo que está teniendo problemas para cumplir su papel a cabalidad.
-Es muy difícil. El otro día estaba hablando con Keiko y mientras ella me decía cosas, yo veía que sus labios se movían, pero le juro que no podía escucharla. Solo veía su rostro y en él aparecía el de Fujimori y después el de Montesinos. Fue horrible, siempre me ha perturbado el peinado de Montesinos.
-¿Y con Alan fue igual?
-Creo que peor. Necesité realmente todas mis fuerzas para controlarme y no reclamarle por el daño que le hizo al país. Encima se puso a leer en voz alta los nueve volúmenes completos de su última obra. Fue insoportable, sobre todo porque yo ya la había leído.
-¿Y ahora cómo se siente?
-Pues confundido. A veces pienso que estoy yendo contra mis principios, a veces pienso que mis principios están yendo contra mí.
-Pero usted lo está haciendo por el bien de la democracia.
-Ah sí, claro, seguro que sí. No vaya a creer que lo hago solo para ser Premier. Tengo mis límites.

En ese momento ingresa Humala.

-Perdón que los interrumpa, pero esto es urgente.
-¿Qué pasa? –dijo Cateriano, reincorporándose del diván.
-Ha llamado Keiko a decirnos que van a votar para darte la confianza, pero con una condición.
-¿Con una condición? Pero, ¡qué se habrá creído!
-Pero si no le haces caso tendremos que buscar otro Premier.

Cateriano movió la cabeza de un lado a otro.

-¿Y qué es lo que quiere? -dijo.
-Que te grabes moviéndote al ritmo del “Baile del Chino”.
-¡Qué cosa!
-Y que subas el video a Youtube.
-Ah no, te juro que eso sí no lo voy a hacer.
-¿Por dignidad?
-No, nunca aprendí a subir videos.   

Publicado en la revista Velaverde Nº110

viernes, 10 de abril de 2015

Chuponeo S.A. (Cateriano-Alan)



Pedro Cateriano: Aló, ¿con el doctor García?, perdón,  me olvidada que usted no es doctor.
Alan García: ¿Con quién hablo?
PC: Soy el Premier.
AG: Vaya, qué sorpresa. Antes que nada lo felicito por su nombramiento. Hay que reconocer que tiene su mérito.
PC: Gracias.
AG: No cualquiera es ahijado de Vargas Llosa.
PC: No le respondo porque ahora lo que busco es el diálogo.
AG: ¿Está seguro?
PC: Sí, claro. Ya tengo luz verde.
AG: Vaya, entonces era cierto.
PC: ¿Lo de la luz verde?
AG: No, me refiero a que ahora se ha vuelto un conciliador.
PC: Claro que sí. La vida, los años y Nadine me han hecho cambiar.
AG. Entiendo, ha cambiado porque ahora es Premier.
PC: No, he cambiado para ser Premier.
AG: Mmm…voy a creerle y como muestra de eso le voy a obsequiar mi última publicación.
PC: ¿”Cien años de impunidad”?
AG: No, es una obra donde cuento todo lo que he hecho desde el poder.
PC: Como una confesión sincera.
AG: Se trata más bien del legado que le dejo a mis hijos.
PC: ¿Aparte de lo de Gran Caimán?
AG: Pero qué dice. En esta publicación se plasma mi filosofía de vida. Se llama “Obras – Lo escrito y lo dicho”.
PC: ¿Y lo cobrado?
AG: No hay caso. No debí creerle. ¿No decía que ya no era el mismo de antes?
PC: No, ahora estoy peor. 

Publicado en El Otorongo (Peru21-10.04.15)

lunes, 6 de abril de 2015

Cateriano: el conciliador converso

La puerta de la oficina presidencial se abrió e ingresó Pedro Cateriano.  El todavía Ministro de Defensa caminó erguido, como imitando las numerosas marchas militares que ha visto en el cargo. Frente a él, Humala tras el escritorio y junto a él, de pie, la primera dama. Tras los saludos de rigor, Cateriano tomó asiento.


-Usted me dirá, señor presidente, ¿para qué soy bueno?
-Para atacar a nuestros enemigos. Creí que lo sabías –dijo Humala.

Nadine movió a los lados la cabeza.

-No, Ollanta. Pedro quiere saber para qué lo hemos mandado a llamar.

Cateriano asintió.

-Ah ya, mira Pedro, seré directo contigo. Prefiero decirte las cosas de frente, sin ambages, ni retóricas, ni tampoco quiero irme por la tangente. Tú sabes, nunca fui bueno en geometría.
-Vamos Ollanta –dijo Nadine- anda al grano. Pregúntale de una vez.
-Todo con calma Nadine, tampoco puedo preguntarle de frente si quiere ser Premier.

Cateriano abrió más los ojos. Su respiración se aceleró y una sonrisa nerviosa apareció en su rostro.



-De modo que quieren que sea Premier –dijo Cateriano mirando a Humala y luego deteniendo la vista en la primera dama.
-Así es.

Cateriano respiró hondo y trató de recuperar la tranquilidad.

-Pero señor presidente, estoy seguro que habrá otras personas más idóneas que yo.
-Sí, pero ninguna aceptó. 
-Pero eso es lo de menos –dijo Nadine-. Te estamos ofreciendo el cargo a ti. Contigo como Premier el gobierno habrá ganado a una persona inteligente, demócrata y de reconocido prestigio.
 -Gracias, pero no merezco tantos elogios.
-Lo sé, hablamos de Vargas Llosa  –dijo Humala-.  Si eres Premier vamos a asegurarnos su apoyo.
-Cualquiera diría que ser amigo de Mario es mi único valor.
-No digas eso Pedro –dijo Humala-. Seguro que tienes otros amigos importantes.

Cateriano se pasó la mano por la frente.

-Bueno, ¿y entonces? –dijo Nadine mirando a Cateriano-. ¿Qué decides?
-¿Puedo pedir algunas condiciones?
-Por supuesto –dijo Nadine-. Pero no te vamos a aceptar ninguna. ¿Qué dices?
-Acepto.

Humala se puso de pie y estiró su brazo hacia Cateriano. Este se levantó también y ambos se apretaron las manos. Luego tomaron asiento.

-Bueno –dijo Cateriano- solo quiero aclarar unas dudas que tengo.
-Dime –dijo Nadine.
-Bueno, ustedes saben que soy de las personas que hablan sin pelos en la lengua. Yo me lanzo directo y sin escalas a la yugular de mis enemigos, si son apristas y fujimoristas mucho mejor.
-Claro, sabemos que eres confrontacional.
-Exacto, es mi naturaleza. Es algo que no puedo controlar. Yo soy así y así seré siempre. No puedo ir en contra de quien soy. Sencillamente no puedo.
-Si quieres ser Premier tendrás que dialogar y ser conciliador.
-No hay problema. 
-Excelente –dijo Humala-. Vamos viendo pues cómo van las cosas. Por lo pronto vamos a dar la imagen de que el gobierno quiere dialogar y no pelearse con el Congreso.
-¿Pero al nombrarme Premier no está dando justamente la imagen contraria?

Humala y Nadine se miraron. El silencio llenó la oficina presidencial.

-¿Quieres o no ser Premier? –dijo Nadine de pronto-. Si tienes dudas dime de una vez para llamar a nuestra siguiente opción.
-¿Otárola, Isla, Von Hesse?
-No, “Chocherín”.

Cateriano se puso de pie nuevamente.

-Acepto desde luego –dijo Cateriano-. Olvídense de lo que les dije. No me hagan caso.
-De acuerdo, dalo por hecho.
-Una cosa más antes de retirarme. ¿Seguiré con la cartera de Defensa?
-No –dijo Humala-. Preferimos que te concentres en la PCM.
-¿Y quién me va a reemplazar?
-Tenemos algunos nombres. Yo tengo mi favorito.
-Ollanta –dijo Nadine- ya hemos hablado de eso.
-Pero Nadine,  Antauro no es tan malo como piensas.

Cateriano se levantó de la silla. Se quiso despedir,  pero Ollanta y Nadine seguían discutiendo sin prestarle atención. El flamante Premier se retiró casi sin hacer ruido. Salió de la oficina y cerró la puerta tras de sí. “¿Quieren que sea conciliador? ¿Que me resista a atacar a los fujimoristas y apristas?”, pensó. “Vaya, ¡qué duro es ser Premier!”.


Publicada en la revista Velaverde Nº109