lunes, 25 de agosto de 2014

Descifrando a Urresti

En la oficina del Ministerio del Interior, Urresti se encontraba revisando, otra vez, los resultados de la última encuesta de su aprobación. No dejaba de sonreír mientras volvía a mirar el sondeo.

En ese momento, irrumpió la secretaria.

-Señor ministro, perdone la interrupción pero el presidente quiere verlo.

-Bueno, está bien –dijo reacomodándose en la silla y dejando la encuesta a un lado-. Dígale que pase.

-No, señor ministro. Han llamado de Palacio. Quiere que vaya para allá.


Antes que pueda responder, un comandante se asomó por la puerta.

-Señor Ministro –dijo el oficial- tengo que hablar urgente con usted.

-Lo siento, salgo para Palacio y de ahí me tengo que ir a presentar un megaoperativo en La Victoria. Han atrapado a dos pirañitas.

-Antes de ir a Palacio mejor escúcheme.


Urresti achinó los ojos y sopesó al oficial.

-Hable.


El oficial ingresó y se cuadró a un metro del escritorio de Urresti. La secretaria salió de la oficina y cerró la puerta tras de sí.

-Bueno señor ministro –dijo tras dar un suspiro-. Para informarle que ha habido un pequeño error en las cifras que le ofrecimos.


Urresti abrió los ojos.

-No, por Dios –dijo levantándose de la silla- Esto es terrible.

-Así es.

-¿Las cifras de mi aprobación no son tan altas como dice la encuesta?

-No, señor ministro. No me refería a esas.

-Ah ya –dijo sentándose, aliviado- ya me estaba preocupando.

-Le hablo de las cifras de las estadísticas de seguridad.


Urresti frunció el ceño. Volvió a tensarse.

-¿Qué pasó?

-Digamos que las cifras no son del todo exactas. No se lo dijimos antes porque no nos atrevíamos.


Urresti se pasó la mano por la frente.

-Lo escucho –dijo el ministro.

-Bueno, mire –dijo el oficial-. Le dijimos que eran 52 toneladas de droga decomisada, pero en realidad solo eran 5.2 toneladas.

-¿Qué dice?

-Sí, señor ministro. Lo bueno es que solo nos faltó un punto.

-¿Me está tomando el pelo?

-Jamás lo agarraría de punto señor Ministro. Es que estábamos haciendo el conteo mientras íbamos incinerando la marihuana…y bueno, usted sabe…todo ese humo. Y además…

-Mejor cállese.

-Es que hay más. Sobre los vehículos incautados.

-¿Los 14 mil vehículos que dijimos? No me digan que se equivocaron también en las cifras.

-No, son 14 mil vehículos.

-Menos mal.

-Pero son de juguete. Los decomisamos en uno de los operativos en Mesa Redonda.


De pronto Urresti empezó a hacer guiños involuntarios con su ojo derecho, mientras sus sienes latían.

-No lo puedo creer, Mayor.

-Soy comandante.

-Era comandante. ¿Algo más?

-Mejor no, si le digo me pone de suboficial.

-Dígame qué más.

-Las 476 bandas.

-No me va a decir ahora que eran bandas musicales.

-No, eran bandas elásticas. Son chinas, pero bastante resistentes. Las decomisamos en el mismo operativo.


Entonces la secretaria volvió a irrumpir.

-Señor Ministro. Han vuelto a llamar de Palacio. Dicen que es urgente.


En Palacio de Gobierno Urresti fue llevado hacia un salón que no conocía. De pronto Humala ingresó y se saludaron.

-Daniel, quiero hablarte de las cifras.

-Señor presidente –dijo con la voz quebrada-. Yo le aseguro que yo no sabía…

-Estamos muy contentos con las cifras de tu aprobación.

-¿Cómo dice?

- Eso nos ha ayudado también a elevar la aprobación del gobierno. Más bien te llamé porque ahora que eres popular debes cuidar más tu imagen, tus impulsos. Para eso he traído al doctor Medina.


Entonces Humala hizo pasar al doctor Medina.

-El doctor va a ayudarte, Daniel.

Humala salió del salón. Urresti y el doctor quedaron frente a frente.

-A ver, empecemos, señor Urresti. Hábleme de su infancia.

-¿Mi infancia? Ah ya, usted es de esos que a uno le pregunta cosas de la infancia y seguro que va a decirme ahora que tengo el problema ese del hipo, que me he acomplejado por eso.

-¿Del hipo? ¿No estará hablando usted del complejo de Edipo?

-Eso pues, esa cosa que inventó Shakespeare.

-No fue Shakespeare.

-¿Ah no? Ah ya, no me diga, ya me acordé, el que inventó eso fue el viejito ese que vende pollos.

-¿Cuál viejito?

-Ese pues, el de Kentucky Freud Chicken.

-Mire, señor Urresti, lo que quiero es descifrarlo.

-Ya le contaron lo de las cifras, ¿no?

-¿Cifras? No, no me entiende.


De golpe, Humala ingresó.

-Perdone doctor, tengo que hablar con el ministro.

        
El doctor salió del salón.

-Daniel –dijo en tono enfático- acabo de ver el avance de las noticias. Un destape contra ti, contra el gobierno. Se dice que eres un mentiroso. Que todas las cifras que hemos dado son falsas. ¿Es verdad?

-Es mentira. No todas son falsas.

-¿No todas?

-No -dijo Urresti-. Las de seguridad nomás.


Publicado en la revista Velaverde Nº77

lunes, 18 de agosto de 2014

Nuevos correos de Jara, Humala y Abugattás

La semana pasada esta sencilla columna causó un revuelo inesperado cuando el congresista Díaz Dios la utilizó para hacer una grave denuncia. Al inicio, pensé que el primer sorprendido había sido yo, pero resulta que el primero había sido el congresista. Paradojas de la vida, cuando uno habla en serio, lo toman a la broma; y ahora que uno quiere bromear…Sin embargo, creo que no hay que ser tan duros con el congresista, un error le pasa a cualquiera, a cualquiera que tenga esos asesores, claro está.

Tras los luctuosos hechos, y luego de la inesperada e inmerecida credibilidad adquirida por esta columna, hemos recibido –mi columna y yo- una avalancha de nuevos correos hackeados. Algunos de ellos evidentemente son falsos, como aquel donde el Ministro del Ambiente llama “we-bonn” al Ministro de Energía y Minas. Como si fuéramos tan despistados para creer en algo así.

Entre los primeros correos que han sido debidamente validados, comparto unos que dan cuenta de lo ocurrido en torno a los últimos arrebatos verbales del congresista Abugattás. El parlamentario, luego de que un grupo de congresistas dejará la bancada nacionalista, había dicho que es normal que las ratas abandonen el barco.



De: ana_jara@evangelista.com
Para: abugattás@calmado.com
Asunto: Sentencia

Estimado Daniel:

El congresista Pari me ha llamado e insiste en que, si no le pides disculpas,  su grupo de disidentes no me dará el voto de confianza. ¿Te imaginas? Podría irme a sentencia. Vamos Daniel, sé que puedes hacerlo sin que nadie te lo imponga. Dios me ha enseñado a ser una persona tolerante y paciente. Por eso puedes tomarte todo el tiempo que creas necesario para meditar, cavilar y decidir libremente  que tienes que disculparte hoy mismo. Yo sé que el señor te hará reflexionar, me refiero al señor presidente. Si no te escribió, seguro ya te escribirá.

Bendiciones

Ana.

PD: Nadine piensa que actuarás de acuerdo a tus antecedentes. Pero no te preocupes, yo sí creo que harás lo correcto.

                                                              .........................



De: ollanta_h@presidencia.gob.pe
Para: abugattás@calmado.com
Asunto:Incertidumbre

Estimado Daniel:

Entiendo que en ocasiones te dejes llevar por tu temperamento y por el calor del momento, sobre todo en verano. Sin embargo, llamar ratas a los congresistas es un insulto, un insulto para los congresistas por supuesto. Tú sabes que el país está pasando por un periodo de incertidumbre y necesita a sus mejores hombres, pero mientras llegue el 2016 algo tenemos que hacer. Lo esencial, por ahora, es que no se caiga el gabinete de Anita. Espero que reflexiones y entiendas que por el bien de todos los peruanos, bueno, no de todos, pidas las disculpas correspondientes. No dudes de mis palabras. Sé que siempre has pensado que Nadine es la que me dice qué decir, pero, según me dice Nadine, eso no es cierto.

Atentamente

Ollanta.

PD: Si te disculpas como es debido prometo llevarte a la PCM. Todavía tienes tu pase de visita, ¿no? 

                                                           ............................

De: abugattás@calmado.com
Para: ollanta_h@presidencia.gob.pe
Asunto: Satisfacciones

Estimado Presidente:

Me habla como si fuera una persona que solo causa complicaciones y dificultades al gobierno y sabe que no es así. Más de una vez, o sea dos, lo he ayudado a salir de problemas, es cierto que yo mismo los metía en ellos, pero eso no viene al caso. ¿Y sabe por qué siempre lo ayudé en el pasado? No solo porque no puedo viajar al futuro, sino porque soy una persona leal. Además, soy uno de los fundidores, no, perdón, de los fundadores del partido, los fundidores son los disidentes, los que han partido al partido, porque ellos… porque ellas…cuando el barco…carajo, ya ve, ya me estoy exaltando otra vez. En fin, señor presidente, no se preocupe. Ni a balas voy a pedir disculpas a los disidentes, pero yo voy a arreglar este lío. Después de todo, no se olvide que mi verdadera vocación es la diplomacia.

Saludos

Daniel.

PD: Jamás dudaría de la persona que gobierna este país, señor presidente; tampoco de usted.

                                                          ...........................



De: abugattás@calmado.com
Para: juan_pari@disidente.com
Asunto: Para adelante

Estimado Juan:

Mira, todo el mundo me dice que he hablado mal, que he sido ofensivo con ustedes porque han dejado nuestra bancada. Pero eso no puede ser, tú me conoces, sería incapaz de ofenderte, a ti y a los demás traidores, es decir, a los que han traído la crisis al gobierno. No sé por qué se han sentido aludidos por lo que dije respecto a las ratas que huyen del barco. Mira Juan, en aras de la gobernabilidad del país y la democracia, es momento de dejar atrás nuestras diferencias. Es momento de olvidarnos de este penoso asunto y sigamos para adelante. Tú sabes que yo soy así, un poco impulsivo y algo alocado a veces, pero aunque sean disidentes igual les tengo un enorme cariño. Desde ya cuento con que tenemos sus votos para la aprobación de Anita.

Saludos

Daniel.

PD: Una consulta final: ¿verdad que ahora se reúnen en el KFC?


Publicado en la revista Velaverde Nº77

lunes, 11 de agosto de 2014

Reveladores correos de Cornejo, Ollanta y Jara

La revelación de e-mails del ex premier René Cornejo ha vuelto a poner en la mesa los cuestionamientos de siempre. ¿Es válido publicar correos privados? ¿Es legal difundir comunicaciones personales? ¿Es mejor el Gmail que el Outlook? He preferido dejar de lado los temas legales, no solo por no entenderlos sino por considerarlos poco prácticos. En consecuencia,   comparto  algunos de los e-mails que se intercambiaron en torno a la salida de Cornejo.


De: asesor_cornejo@pcm.gob.pe
Para: rene_cornejo@helios.com.pe
Asunto: Pequeño incidente

Hola René:

Me he enterado que esta noche van a sacar un reportaje donde se denuncia que estoy impulsando una campaña de desprestigio contra Vitocho. El único problema es que dicen que el autor intelectual eres tú, pero tómalo por el lado bueno: te están diciendo intelectual.  En realidad no tienes por qué preocuparte. No tienen nada, solamente un video donde le estoy pagando al informante. Pero tú tranquilo, hemos pasado peores cosas en tantos años de trabajo, así que estoy seguro que saldremos bien librados de este pequeño incidente.

Saludos

Luchito.

PD: Llamé al periodista y le ofrecí dinero para que no saque el reportaje, pero creo que eso también lo han grabado. Pero tú tranquilo.

 .......................


De: rene_cornejo@helios.com.pe
Para: asesor_cornejo@pcm.gob.pe
Asunto: Una pena

Hola Luis:

No voy a dorarte la píldora, sobre todo porque nunca entendí qué sentido tiene eso de dorar píldoras. Lo que sí te digo es que no puedo creer que te hayan grabado entregándole dinero a ese tipo. ¿No sabes lo que es la banca por internet? Lamento mucho que hayas optado por algo tan bajo para hundir a Vitocho, aunque lamento más que no lo hayas hundido.  Es una pena pero no queda más remedio. Esta noche saldré a decir que te despedí, que no sabía lo  que estabas haciendo, que espero que el peso de la ley caiga sobre ti y los tuyos y que, en verdad, nunca me habías inspirado confianza.

Saludos

René.

PD: Sobre la invitación para la parrillada en tu casa, te queda vino tinto ¿no?

.......................


De: ollanta_h@presidencia.gob.pe
Para: rene_cornejo@helios.com.pe
Asunto: Despedida

Estimado René:

Acabo de ver el reportaje de tu asesor pagando para desprestigiar a Vitocho. Y déjame decirte que no se ve nada bien. Y no lo digo solo por la pésima señal de cable que tenemos en Palacio,  sino por el daño que esto le puede hacer a mi gobierno.  Lo siento pero no puedo permitir que se le quiera hacer guerra sucia a un congresista, y menos que eso se  descubra. Ahora dirán que nos dedicamos a hacer este tipo de prácticas fujimontesinistas y, peor todavía, que ni siquiera las  podemos hacer bien.  Por eso no basta con que hayas despedido a tu asesor, debes despedirte de tu cargo también.

Atentamente

Ollanta.

PD: Nadine dice que no debo ser tan duro contigo. Sales igual, pero puedes quedarte con el fajín.

 .....................


De: rene_cornejo@helios.com.pe
Para: ana_jara@evangelista.com
Asunto: Ayuda

Querida Ana:

Como seguramente ya sabes, estoy en problemas. El presidente me ha pedido la renuncia. Sé que en el fondo quien ha decidido mi salida es Nadine. Yo no tengo nada contra ella; Dios me libre, no que me libre de ella, no me malentiendas. Yo  la respeto mucho, pero en esta ocasión se está equivocando. No es el momento de un cambio de gabinete, además si me sacan es admitir que el gobierno está involucrado en esto y el único que está metido soy yo, es decir, no yo, sino mi asesor. Mira, Anita, te escribo porque sé que te llevas muy bien con Nadine y quisiera que intercedas por mí. Tú eres una mujer inteligente y le puedes hacer ver que es un error, y no digo que ella no sea inteligente, es decir, tú me entiendes, perdona, pero estoy un poco nervioso. Vamos Anita, ayúdame.

Un abrazo

René.

PD: ¿Te imaginas que pasaría si salgo antes de llegar a 28? ¿Tendré que devolver mi gratificación?
..................... 


De: ana_jara@evangelista.com
Para: rene_cornejo@helios.com.pe
Asunto: Designios

Querido René:

Por un lado me apena mucho lo que me dices, pero tampoco puedo ocultarte mi alegría: me acaba de llamar Nadine para decirme que voy a ser tu reemplazo, es decir, la próxima Premier. ¿Te imaginas ser Premier? Claro, sí te imaginas.  En verdad lo siento René, pero Nadine ya decidió y yo, como mujer religiosa, te digo que Dios sabe por qué hace las cosas, y no debemos cuestionar sus designios, los de Nadine me refiero.  No te aflijas, si haces lo correcto y Nadine no se entera de tus críticas, seguro te van a nombrar embajador o representante ante la OEA.

Bendiciones

Ana.

PD: Perdona pero Nadine me dice que sí vamos a necesitarlo; junto con tu renuncia ¿nos puedes mandar el fajín?


Publicado en la revista Velaverde Nº76

lunes, 4 de agosto de 2014

El extraño caso de Benjamín Franklin en Miraflores

Ahora que la resaca patriótica ha terminado y que los entresijos políticos han concluido, ahora que los acomodos y reacomodos en el Congreso y en el Ejecutivo se han afianzado, al menos hasta nuevo aviso, conviene tomar un respiro de los temas políticos. Por ese motivo  comparto el siguiente relato donde cuento el increíble e improbable suceso que me ocurrió, el mismo que explica por qué, hasta el día de hoy, me mantengo en la clandestinidad.


Estaba sentado en una de las tantas bancas que hay en la avenida Pardo, en Miraflores, cuando de pronto alguien se paró frente a mí. Era Don Estuardo, claro que en ese momento no lo conocía. Entonces, sin más, me preguntó: "¿Eres tú?". Por un segundo -bueno, por dos- quedé pasmado. De acuerdo a como se le viera, podría tratarse de una pregunta existencial, de hondo contenido filosófico, o también podría tratarse de una estupidez. “Sí, soy yo”, le respondí.

Entonces sucedió algo improbable. Don Estuardo metió la mano en su saco y extrajo un inmenso fajo de billetes de 100 dólares, lo que resultó impresionante considerando que no tenía saco. “Toma”, me dijo; y yo, en un acto casi involuntario, estiré mi mano y recibí el dinero. Entonces agregó: “Me llamo Don Estuardo, también podrías llamarme Juan, pero no tendría sentido”. Luego sacó más fajos y agregó "para ser más exactos son 100 mil dólares".

Yo seguía atónito, totalmente despalabrado. Don Estuardo notó mi perturbación. "No te preocupes" me dijo y agregó "si no me sigues ni dices nada a nadie nos vemos en un año, en este mismo lugar y a esta misma hora". Y así, de repente, se fue. Palpé el dinero y sentí que Benjamin Franklin, cuyo rostro aparece en los billetes de 100 dólares, me observabaLuego levanté la cabeza y me quedé unos minutos mirando hacia todos los lados, buscando alguna explicación y buscando también un banco donde hacer el depósito.

Una vez en mi departamento, decidí tomar las cosas con calma. Mi primera pregunta fue si debía gastar o no el dinero. Una parte de mí me decía que sí, otra parte me decía que no, otra parte me decía que lo haga pero con responsabilidad y otra parte me decía que mejor vaya a tratar mi problema de personalidad múltiple. Decidido a usar el dinero, medité sobre cómo debía gastarlo. De pronto, la idea de ayudar a los pobres del país pasó por mi mente, pero pasó muy rápido.

Al final viajé mucho y compré muchas cosas útiles, algunas de telemarketing (tengo un kit completo para destender la cama) y otras de maquinaria pesada (la limpiadora de nieve está como nueva).

El tiempo pasó y un año después yo estaba sentado en la misma banca y a la misma hora (y con la misma ropa para ser sincero). Miraba a todos lados esperando la llegada de Don Estuardo. Entonces lo vi.

Caminó hasta mí con paso cansado. Volvió a sacar varios fajos de billetes y me los dio. "Nos vemos en un año", me dijo. Esta vez no pude contener la curiosidad y le solté todas las preguntas que debía haberle hecho hacía un año. ¿Quién eres? ¿Por qué haces esto? ¿Por qué me elegiste a mí? ¿No tienes euros? Se me acercó con aires de abuelo engreídor y me respondió: "En verdad nada de eso importa y no, no tengo euros".

Los dos años siguientes fui al mismo lugar y Don Estuardo apareció sin falta, pero este año, para mi congoja, nunca llegó.

Todo cobró sentido cuando semanas después vi su foto en un reportaje televisivo. En él se daba cuenta del extraño caso de Don Estuardo Ibáñez del Campo, un anciano millonario que había fallecido de un paro cardíaco y que, para sorpresa y estupor de sus herederos, había gastado casi toda su fortuna entregando ingentes cantidades de dinero a desconocidos. La nota afirmaba que se estaba buscando a los beneficiados para recuperar el dinero, pues según uno de sus mortificados herederos "ese viejo loco no tenía derecho a dilapidar la fortuna familiar".

En salvaguarda de mi seguridad personal he cambiado los nombres y lugares que aparecen aquí (por ejemplo, las cosas no sucedieron en la banca que mencioné de la avenida Pardo, sino en la del costado).

Y bueno, pese a estar en la clandestinidad, no me puedo quejar. Al final, me queda el recuerdo desinteresado de aquel viejecito que me procuró tantas alegrías. Siempre evocaré con nostalgia el apacible, amable y verdoso rostro de Benjamin Franklin.

Publicado en la revista Velaverde Nº75