viernes, 28 de agosto de 2015

Chuponeo S.A. (AG-JDC)



Alan García: Aló Jorge, ¿dónde estás?

Jorge del Castillo: Aquí Alan, junto al teléfono. ¿Tú cómo estás?

AG: ¿Me preguntas cómo estoy? Pues estoy que reviento.

JDC: No te preocupes Alan, tómate un antiácido y listo.

AG: Pero qué dices Jorge, ¿qué no ves que estoy que reviento de cólera? ¿Viste a Nadine? Ha dicho que cuánto cobraba yo por cada narcoindulto.

JDC: ¿Eso ha dicho?

AG: Sí, tenemos que responderle.

JDC: Claro, pero no me acuerdo cuánto cobrabas.

AG: ¡Qué dices!

JDC: Perdona Alan, me confundí. Ya sé que tú no cobrabas por los narcoindultos.

AG: Exacto.

JDC: El que cobraba por ti era Facundo.

AG: Bueno, bueno, no entremos en detalles, pero dime, ¿tú crees que Facundo me quiera echar?

JDC: No creo ah, igual no será fácil ¿Más o menos cuánto mides?

AG: No pues Jorge. Pon atención, por favor. Lo que me preocupa es que Facundo nos delate.

JDC: ¿Que nos dé qué?

AG: Que nos delate Jorge, que nos involucre en lo de los narcoindultos.

JDC: Ah ya, pero no creo. Él sabe que lo vas a indultar si regresas a Palacio.

AG: Exacto. Y no le voy a cobrar nada.

JDC: ¿Un indulto gratis? Vaya Alan, me conmueves. Qué gesto el tuyo.

AG: Igual sigo preocupado Jorge.  ¿Y si a Facundo se le ocurre declarar mañana contra nosotros en la audiencia?

JDC: Imposible.

AG: ¿Tanto confías en él?

JDC: No, es que mañana no hay audiencia.     


Publicado en El Otorongo (Peru21 - 28.08.15)

lunes, 24 de agosto de 2015

El comité de crisis y las agendas de Nadine

En uno de los salones de Palacio de Gobierno, el presidente Humala se encuentra sentado encabezando una mesa. A su lado, la primera dama parece impaciente y, de vez en cuando, lanza una mirada a los demás que completan las demás sillas: Freddy Otárola y Josué Gutiérrez.

-¿Se puede saber hasta qué hora vamos a esperarlo? –dijo finalmente Nadine Heredia.
-Qué raro. –dijo Humala y miró su reloj- Hace 15 minutos me dijo que ya estaba llegando.

En ese momento, se abre la puerta del salón y Hugo Carrillo ingresa acompañado por un edecán.



-Caramba, ya íbamos a empezar sin ti.
-Mil disculpas señor presidente, pero no me querían dejar entrar.
-¿Y eso por qué?
-No me conocían. Les decía que soy el vocero de la bancada nacionalista, pero ni así. Han tenido que llamar al Congreso para verificar quién soy.
-A propósito –dijo Heredia- ¿cuál era tu nombre?
-Soy Carrillo. Hugo Carrillo, el vocero de…
-Sí, sí, ya sé, eres nuestro vocero.
-Claro, un vocero a quien nadie conoce –dijo Otárola.

Nadine miró a Humala y este a Otárola.

-Vamos Freddy, estamos aquí para unir fuerzas y ver cómo vamos a enfrentar el tema de las agendas.
-No veo el problema –dijo Otárola-, si la primera dama dice que las agendas no son suyas, bastaría con que se haga una prueba grafotécnica y listo.

Nadine miró otra vez a Humala y este nuevamente a Otárola.

-Aquí nadie se va a hacer ninguna prueba.
-Tiene toda la razón, señor presidente –dijo Gutiérrez- nadie se tiene que hacer la prueba. Pero eso no quita que ya haya un informe de un perito.
-¿De qué hablas? –dijo Carrillo.
-Es muy sencillo. Yo tengo un amigo que es perito.
-Espera –dijo Humala-. No digas más. ¿Tú crees que la gente va a creer que un perito amigo tuyo es una fuente imparcial?
-En realidad no es mi amigo.
-¿Un conocido?
-No, es mi primo.
-Déjalo Ollanta –dijo Nadine- Deja que nos cuente su plan. Al menos tiene uno.

Gutiérrez sonrió y se aclaró la garganta.

-Bueno, mi primo se dedica a muchas cosas pero también es perito. La idea que es se haga público su opinión sobre las cuatro agendas y la letra de la primera dama.
-¿Qué va a presentar? ¿Un informe? –dijo Carrillo.
-Claro, claro, es un informe oficial. Mi primo es serio y profesional.
-¿Y cuánto demoraría en dar los resultados? –dijo Humala.
-Ya los tiene.
-¿Cómo dices? –dijo Otárola.
-Te digo que ya  lo tiene –dijo y en seguida sacó unas hojas que tenía en un folder-. Es más, aquí tengo el informe.

Humala y Nadine esbozaron una sonrisa, mientras que Otárola y Carrillo no atinaban a nada.

-En la parte final están las conclusiones respecto a la revisión de las cuatro agendas –dijo Gutiérrez-. Miren, la primera es clarísima. Dice: “Tras una exhaustiva revisión, certifico que la letra “a”  de la agenda 2 no corresponde a la letra “b” ni a la letra “c” de la agenda 3, lo que deja en claro que la agenda 4 es azul”.
-Señor presidente, ¿va a seguir escuchando estas cosas que no tienen ningún sentido? –dijo Otárola.

Humala miró a Nadine y ella asintió.

-Sigue Josué, ¿qué más dice el informe?
-La segunda conclusión dice: “Certifico asimismo que todas las anotaciones sobre montos de dinero no han sido escritas por la primera dama. Ello se concluye rápidamente porque ella en el tema del dinero tiene una marcada inclinación a la derecha, en cambio, la escritura de los números encontrados en la agenda tienen una inclinación hacia la izquierda”.
-Señor presidente –dijo Carrillo-. Aquí Freddy tiene razón. Nadie va a creer en un informe como ese.

Nadine miró a Humala y movió la cabeza a ambos lados.

-Freddy, Hugo, entiendo su preocupación, pero la primera dama y yo estamos de acuerdo con este plan, sobre todo, porque, como dice Nadine, es el único que tenemos.

Otárola y Carrillo quedaron en silencio.

-¿Alguna otra conclusión del informe? –dijo Humala.
-Son varias.
-Léenos la conclusión final.
-A ver…ya, aquí dice: “En síntesis, las cuatro agendas encontradas contienen escritos hechos de puño y letra por Nadine Heredia, sin embargo,  estos han sido mezclados con datos falsos escritos, según mi análisis, por manos afiliadas a cierto partido político a donde las agendas y la plata llegan solas”.
-Que no se hable más –dijo Humala-. Vamos a sacar esto para defendernos de los ataques.
-¿Y usted cree que la gente se va a creer eso? –dijo Otárola.
-¿Acaso no se creyeron que no había nada irregular en las cuentas de Nadine?
-Pues no, la gente no se lo creyó –dijo Carrillo.
-Bueno, mala suerte, van a tener que< creer ahora.

Otárola y Carrillo se alzaron de hombros.

-¿Y entonces Josué? –dijo Nadine- ¿Para cuándo podemos hacer público el informe?
-Mañana mismo si quiere. Mi primo está dispuesto a hacerlo apenas le digamos.
-Está bien –dijo Nadine-. Pero revisa bien todo el informe, no vaya a haber algo que esté en contra de nosotros.
-No se preocupe. Mi primo sería incapaz de algo así.
-¿Estás seguro?
-Claro, además ustedes mismos ya lo conocen.
-¿Ah sí? ¿Y cómo se llama tu primo?
-Alvaro, Alvaro Gutiérrez. 


Publicado en la revista Velaverde Nº129

viernes, 21 de agosto de 2015

Chuponeo S.A. (Humala-Carrillo)



Ollanta Humala: Aló Hugo, te habla el presidente.

Hugo Carrillo: Señor presidente, es una verdadera sorpresa. Estoy impresionado.

OH: ¿Tanto te sorprende mi llamada?

HC: No, me sorprende que sepa mi nombre.
                                                                                                             
OH: Vamos, no exageres, ahora tú eres el vocero del nacionalismo.

HC: Sí, pero igual todavía hay mucha gente que no sabe quién soy. El otro día en el Congreso tuve que mostrar mis credenciales para que me dejen entrar.

OH: ¿No te querían dejar entrar al Congreso?

HC: No, a mi despacho.

OH: Bueno, Hugo, eso se resolverá con el tiempo. Vas a ver que en un año todo va a cambiar.

HC: Gracias señor presidente. Pero dígame, ¿a qué debo su llamada?

OH: Estoy muy preocupado por las agendas de Nadine.

HC: ¿Se les acabaron las hojas?

OH: Pero qué dices. Te hablo de la denuncia de las agendas que dicen que son de Nadine.

HC: ¿Y qué dice Nadine?

OH: Ahí, está bien, gracias.

HC: Pero ¿qué dice de la denuncia?

OH: Está indignada. Por eso te llamaba Hugo. Hay que decir que el Apra está detrás de la denuncia contra Nadine. Que quiere desestabilizar al gobierno.

HC: ¿Quién? ¿Nadine?

OH: No, el Apra. Que está claro que haría cualquier cosa por el poder.

HC: ¿El Apra?

OH: No, Nadine…perdón, sí, sí, el Apra. Ya me estás confundiendo.

HC: Con todo respeto, señor presidente, ¿no sería mejor que Nadine se haga una prueba grafotécnica y se sepa la verdad?

OH: Imposible, Nadine no quiere pasar por eso.

HC: ¿Tanto le molesta la prueba?

OH: No, la verdad. 


Publicado en "El Otorongo" (Peru21-21.08.2015)

miércoles, 19 de agosto de 2015

Toledo en la ventana

Siempre me ha gustado viajar en avión. Desde niño me acostumbré a toda esa parafernalia de los viajes aéreos: el arranque del avión, el momento que sientes el despegue, el capitán hablando por los altoparlantes, las pequeñas sacudidas y las bolsas de aire, la comida reducida y por lo general insípida y ese momento en el que las aeromozas nos indican, lindas y felices de la vida, dónde están las puertas en casos de emergencia.

En esta ocasión viajaba a Estados Unidos y estaba especialmente entusiasmado. Me esperaban dos semanas de alegría en la casa de mi hermana y en compañía de mis dos pequeños sobrinos Fabrizio y Kamilah. La diversión, y la regresión infantil, estaban garantizadas.



Así, complacido, entré al avión y ubiqué mi asiento. Me acomodé y revisé mi maleta de mano donde me cercioré que estaba mi laptop. Me había propuesto escribir la columna para la revista mientras surcaba los aires. Sin embargo, mis planes cambiaron súbitamente. Lo vi desde que ingresó al avión y la mayoría de los pasajeros murmuraban y volteaban a verlo. Uno de ellos se atrevió a gritarle: Vamos Toledo, soy tu hincha. El hombre de Cabana apenas si esbozó una sonrisa y siguió buscando su asiento hasta que se paró junto a mí. Me señaló la ventana y por un momento quedé sorprendido. Luego recogí mis piernas y Toledo pasó hasta sentarse junto a mí.

Varias preguntas pasaron: ¿Viene solo? ¿Y su comitiva? ¿No viaja en primera clase? ¿Pedirá algo para beber o su vocación etílica es solo una leyenda urbana?

No dije nada hasta que el avión emprendió el vuelo y nos pudimos desabrochar los cinturones de seguridad.

-Señor Toledo, un gusto –le dije, estrechándole la mano.
-Gracias, gracias.
-Soy un simpatizante.
-Vaya, qué bueno. Te agradezco.

Luego de decir eso Toledo se reacomodó en el asiento y cerró los ojos. Yo quería precisarle que tampoco había sido hincha, que en realidad yo había sido su simpatizante, pero ahora ya no.

 En fin, me sentí medio torpe.

-Señor Toledo.

Toledo abrió los ojos y me miró.

-Dígame.
-Mire, la verdad es que yo ya no soy simpatizante de usted.
-Caramba, sus simpatías no duran mucho.
-No, no es eso. Lo que pasa es que no me expliqué bien. Yo he sido simpatizante de usted. Y cómo no serlo si usted lideró la lucha contra la dictadura de  Fujimori.
-Vaya, alguien se acuerda de eso.
-Claro que me acuerdo y la gente también, pero, la verdad es que después de lo de Ecoteva ya todo cambió.

Toledo inclinó su rostro y me miró sin molestia.

-Pareces un buen muchacho. Déjame decirte algo. Yo le tengo profundo respeto y cariño a mi país. Yo he sido pobre extremo, yo he vendido tamales y lustrado zapatos. ¿Tú crees que voy a ser capaz de robarle el dinero a los pobres del Perú?
-Con todo respeto señor Toledo, yo solo le digo lo que la gente piensa.
-La prensa le ha hecho pensar eso a la gente.
-No, señor Toledo, usted se enredó en explicaciones.
-¿Sabes de dónde es el dinero de Ecoteva?
-No, no sé.
-Es dinero de mi campaña. Es plata que no llegamos a usar, pero no es plata del país ni del Estado.
-¿Entonces lo de Ecoteva es dinero suyo?
-Sí, pero no es del Estado. Y mira que te lo digo no sé por qué. Creo que me has inspirado confianza.
-Sí, eso me dicen con frecuencia.
-Escúchame, yo nunca le robaría a mi país. ¿Tú crees que voy a luchar contra Montesinos y Fujimori para hacer lo mismo?
-¿Pero igual eso no es ilegal?
-Y la prensa tiene la caradura de ponerme en el mismo saco de Alán, cuando sabe bien que no me va a quedar. A Alan debería investigarlo, pero de verdad. Ese sí se ha enriquecido en el poder y siempre sale bien librado.
-Bueno, Alan tiene amigos en el Poder Judicial.
-¿Amigos? Lo que tiene son compañeros apristas, gente que siempre lo ha protegido. En cambio yo, ¿qué he hecho? Me quedé con dinero de mi campaña. ¿Y? ¿Qué tan grave es eso?
-Lo mismo puede decir Humala entonces.
-No es lo mismo. El dinero que le dieron era chavista, era extranjero y eso está prohibido.
-Pero hasta donde sé eso es ilegal. Usted tampoco puede quedarse con dinero de su campaña. 
-Todos lo hacen. No seas ingenuo. Otra cosa es robarle a tu país como seguro ha hecho Alán. Y ni qué decir de Montesinos y Fujimori.
-Parece que todos los candidatos tienen algo por ahí.
-¿Ves? Eso es lo que quieren. Que al final digas que todos son lo mismo.
-Puede ser. 
-Bueno, muchacho, me disculpas pero estoy muy cansado. Voy a descansar.
-Siga nomás, señor Toledo.

Entonces saqué la laptop de mi maleta y la acomodé para empezar a escribir. Sin duda, ya sabía de qué iba a escribir.

-Oiga, ¿va a escribir?
-Sí, pero no se preocupe. Estas teclas no hacen bulla.
-¿Es usted escritor?
-Trato.
-Pero de qué va a escribir.
-Adivine.
-Oiga, ¿qué es usted? ¿Periodista?
-Solo soy un columnista.
-Si escribe lo que le dije nadie le va a creer.
-Lo sé, señor Toledo. Cuento con eso.


Publicado en la revista Velaverde Nº128

viernes, 14 de agosto de 2015

Chuponeo (Alan - Toledo)



Alejandro Toledo: Aló Alan, te habla Alejandro.

Alan García: Caramba, qué sorpresa. No me esperaba tu llamada.

AT: Yo tampoco.

AG: Dime, ¿para qué soy bueno? No, mejor no me lo digas.

AT: Mira Alán, yo sé que en el pasado hemos tenido nuestras pequeñas diferencias.

AG: ¿Pequeñas diferencias? Vamos Alejandro, tú has querido verme muerto.

AT: Mentira Alan, yo no he querido verte. Y por último son cosas que debemos dejar atrás. Después de todo en el fondo siempre hemos buscado lo mismo.

AG: ¿Hacernos ricos?

AT: No.

AG: ¿Quedar impunes?

AT: No, tampoco. Me refiero a que los dos hemos buscado el bienestar de nuestro pueblo.

AG: ¿Pueblo? ¿Bienestar? ¿Me estás grabando?

AT: Claro que no. Escúchame,  si te llamo ahora es porque llegó el momento de unirnos. No podemos dejar que extranjeros vengan a atacarnos.

AG: ¿Y ahora qué ha dicho PPK?

AT: No, Alan, te hablo del caso de corrupción que ha estallado en Brasil. ¿No ves que  la investigación llega hasta nuestros gobiernos?

AG: Ya pues Alejandro, pareces nuevo. No me va a pasar nada.

AT: Lo sé. A ti nunca te pasa nada. Por eso se me ocurrió que podríamos unir nuestras defensas. Quizá hacer una declaración en conjunto.

AG: Ah ya, tú quieres aprovecharte de mi buena estrella en el Poder Judicial. Lo siento, pero no gracias.

AT: Vamos Alán. Yo solo quiero que nada estorbe mi camino a Palacio.

AG: ¿A Palacio de Justicia? No te preocupes. Vas por buen camino.

AT: ¿Sabes qué? Ya no puedo hablar contigo.

AG: Vamos Alejandro, fue una broma.

AT: Lo siento, pero tengo que colgar.

AG: Caramba, se te acaba rápido la paciencia.

AT: No, el saldo.


Publicado en "El Otorongo" (Peru21-14.08.15)

miércoles, 12 de agosto de 2015

La carta de Eleodoro Mosquera

El autor de esta columna ha cedido su espacio esta semana para hacer pública la carta de uno de nuestros lectores. Lamentablemente, y pese a los esfuerzos de la revista "Velaverde", todo indica que la próxima semana el autor volverá con su columna habitual.

Soy Eleodoro Mosquera. Podrían llamarme Juan, pero no tendría sentido. En cambio, más sensato sería si me llaman Don Eleodoro; aunque lo mejor sería que simplemente no me llamen. Aunque quizá sí. Les explico. La verdad nunca he sido muy extrovertido, pero de pronto, hoy me he despertado con ganas de decir cosas, pero cosas de importancia, cosas que pueden salvar a mi país. Quizá interese decirles que tengo más de 80 años y que he vivido lo suficiente como para darles consejos a las nuevas generaciones, al futuro del país, es decir, a los pulpines.

Quizá, para principiar, convenga contarles algo sobre mi vida. Aquí donde me ven, o donde me leen, debo decirles que nací siendo muy joven, al menos eso dicen mis padres. Quiero decirles también que desde muy joven aprendí a querer a mi país y por eso hoy me decidí a escribirles en esta vieja máquina de escribir, así que sabrán disculpar si encuentran algún error tipo tipográfico.

Miren jóvenes y no tan jóvenes, no se dejen engañar por los partidos políticos, no ven que siempre toman partido por sus políticos. Les cuento, he visto pasar ante mis ojos a gran cantidad de gobernantes y les puedo decir que la inmensa mayoría de ellos han sido corruptos e ineptos, algunos más corruptos que ineptos, y algunos ineptos para todo menos para la corrupción. No quiero parecer pesimista, pero alguien dijo alguna vez eso de que un pesimista es un optimista bien informado. Y, según me han informado, tenía razón.
Ahora que la campaña electoral está por empezar me gustaría contarles de todos los candidatos, de todos, pero no hay tiempo ni espacio para eso, pero algo podremos hacer, siempre y cuando el autor de esta columna me vuelva a ceder su espacio (en realidad me lo alquiló, pero eso no debo decirlo) y, por supuesto, siempre que mi vieja pero fiel máquina de escribir y yo sigamos funcionando.

Pero por algún lugar habrá que empezar y voy a empezar por la candidatura que hace meses figura en el primer lugar de las encuestas: la señora Keiko Fujimori.



Les cuento. Por razones laborales que no vienen a cuento, conocí a la señora Susana Higushi un par de años antes que el país entero conociera a su esposo, Alberto Fujimori. Un día la entonces primera dama me invitó un café y me contó que se había dado cuenta que sus cuñadas estaban vendiendo la ropa que había sido donada a los niños pobres. “No sabes el negocio que están haciendo”, me dijo en confidencia. “¿Qué opinas?”, me consultó. “No sé”, le dije. “Tendría que saber primero qué tallas tienen. Mis hijos ya están grandes”. “No”, me dijo. “Lo que no sé es si debo o no denunciarlo”. “Claro que sí”, le dije. Días después, la noticia causó gran revuelo en el ambiente político, pero las investigaciones no duraron mucho porque semanas después Fujimori dio el autogolpe de Estado y cerró el Congreso. Ese mismo día en la mañana hablé con Susana por teléfono. “Van a cerrar el Congreso”, me dijo. “¿Todo para defender a su familia?”, le pregunté. “No, lo van a cerrar para cambiar las leyes y que el SIN y Montesinos tengan todo el control del Estado”.

Días después el paradero de  Susana se hizo desconocido para la prensa. Luego se conoció que Fujimori había recluido durante un tiempo a Susana en los calabozos del SIE y ahí fue torturada durante un tiempo. Tiempo después le pregunté: “¿Y Keiko?” “Mejor no te cuento”, me dijo. “Ella ya era mayor de edad y sabía lo que me hicieron, pero prefirió todo lo que le daba su padre”.

Este conflicto madre-hija es un tema delicado, aunque las torturas a Susana están documentadas. Si me preguntan a mí, que he visto en mi vida tantas cosas, creo que Keiko debió ser más leal con su madre, pero esa es mi opinión.

Ya vi que me fui por las ramas. El punto que quería tocar de Keiko y del fujimorismo es que, aún hoy, siguen defendiendo el autogolpe del 5 de abril. Yo he trabajado junto a la comisión investigadora que se formó en el Congreso y les puedo asegurar que el cierre del Congreso fue solo para empoderar a Montesinos con la anuencia de Fujimori. Pero los fujimoristas no son capaces de hacer un deslinde claro, y no lo hacen porque siguen pensando igual, siguen teniendo la misma entraña autoritaria.

Podría hablar más sobre Keiko y muchísimo más sobre los demás candidatos, pero ya se me acabó el espacio. Además ya es tarde, mi máquina hace mucha bulla y mis vecinos se pueden despertar. Pensándolo bien, tengo más de 80 años y si quiero voy a seguir tecleando un rato más. Y si se despiertan, mala suerte. Después de todo, creo que son fujimoristas.


Publicado en la revista "Velaverde" Nº127

viernes, 7 de agosto de 2015

Chuponeo S.A. (Carrillo - Humala)


Hugo Carrillo: Aló, ¿señor presidente? Soy Hugo Carrillo.

Ollanta Humala: ¿Te conozco?

HC: Pero claro señor presidente, soy  el nuevo vocero de la bancada nacionalista.

OH: Ah bueno, pensé que ya no teníamos.

HC: ¿Vocero?

OH: No, bancada. No ves que nos están abandonando. El mes pasado se fue Celia Anicama.

HC: Sí, pues. La robacable.

OH: Fue un golpe duro para el partido. ¿Te imaginas? ¿Qué señal nos dejó su renuncia?

HC: Ninguna. Ni Cable Mágico, ni Claro ni nada. Con decirle que en el local del partido solo se ve el canal de Belmont.

OH: También se fue Wilder Ruiz.

HC: Y no puedo entender sus razones.

OH: ¿Y cuáles son?

HC: No sé, por eso no las puedo entender.

OH: ¿Tú crees que se haya ido por un cálculo político?

HC: No creo, nunca fue muy bueno con los números. Eso sí, parece que no será el único. Dicen que otros también van a renunciar.

OH: Por Dios. ¿Más congresistas?

HC: No, al contrario. Menos congresistas.

OH: Pero no entiendo. ¿Por qué me abandonan? Si siempre los he tratado como si fueran mis iguales. Hasta casi casi les tenía respeto. 

HC: No se preocupe señor presidente. Esas cosas pasan. Mire, por qué no aprovechamos que todos siguen reunidos aquí en el Congreso. ¿No quiere darles algún mensaje?

OH: Mmm, no sé. Habría que ofrecerles algo, ¿no crees?

HC: Bueno, yo ya les ofrecí algunos bocaditos.

OH: No, me refiero a ofrecerles algo para que no renuncien a la bancada. Mira, quizá podamos…

HC: Perdone que lo interrumpe señor presidente, pero debo volver de urgencia a la reunión.

OH: Entiendo, llegó el momento de la decisión final.

HC: No, llegó el momento del “selfie”.


Publicado en "El Otorongo" (Peru21 - 07.08.15)