lunes, 29 de febrero de 2016

La renuncia de Lay

Llegué hasta la entrada del despacho del congresista Humberto Lay. El religioso había hecho noticia renunciando a su postulación a la vicepresidencia con Acuña y también a su candidatura al Congreso.

Ahí me recibió uno de sus asesores.



-¿Busca al señor Lay Fun? –me preguntó.
-Ese es un perro.
-Bueno, es cierto que hizo mal en demorarse en renunciar, pero de ahí a insultarlo así.
-No, señor –le dije- no lo estoy insultando. Le estoy diciendo que Lay Fun es el nombre de un perro que se hizo famoso hace un tiempo. ¿Se acuerda?
-Ah verdad, ese perro. Perdone, pero a veces me confundo.
-Me imagino que no le debe gustar nada que lo confundan así.
-¿Al perro?
-No pues, me refiero al congresista.
-Ah no, claro que no, imagínese.
-¿Y dónde está?
-¿El congresista?
-Claro, a él me refiero.
-Está en su despacho, pero no va a poder atenderlo. Está esperando a un periodista.
-Claro pues, me está esperando a mí.
-Ah bueno, hubiera empezado por ahí en vez de perder el tiempo poniéndose  a hablar de perros.
-Pero yo….
-Espéreme un momento.

El asesor ingresó al despacho y apenas un momento después salió.

-Pase, lo está esperando – me dijo con la mano sobre la puerta, para que no se cierre.

Ingresé al despacho y ahí estaba el congresista, el pastor. Me invitó a sentarme y luego empezó la entrevista.

-Señor Lay, en primer lugar, ¿por qué se unió con el partido de Acuña?
-Bueno, él  me invitó a formar una alianza y me gustaron sus ideas.
-¿Cuál idea le gustó más?
-La idea que me invitara.
-Pero ¿alguna idea programática?
-¿Tú dices para hacer un programa? De eso no hemos hablado, pero él tiene unos canales en provincias donde…
-No, señor Lay, le pregunto si le atrajo alguna de las ideas que tiene Acuña para el país.
-Claro que sí. Acuña es un hombre preocupado por la educación. Su meta es que todos los peruanos  estudien en la universidad, en la universidad César Vallejo. Eso sí con una beca integral para toda la primera semana.

Lay entonces se reacomodó en su asiento y, aunque no lo podía ver, juraría que empezaba a mover sus pies.

-Hablemos de su renuncia. Usted ha dicho que lo hizo por razones estrictamente personales.
-Totalmente.
-Pero la gente dice que ya no aguantaba más las denuncias contra Acuña.
-El que ya no las aguantaba era Favre.
-Entonces es cierto que hay problemas al interior del APP.
-No me corresponde hablar de las intimidades de la campaña.
-Pero sí puede hablar de las denuncias contra Acuña.
-No veo para qué.
-Esta claro. Su renuncia es una forma decir que le incomodan las denuncias contra Acuña, que moralmente no puede compartir la candidatura con alguien tan desprestigiado y que prefiere alejarse de la política con tal de mantener incólume su imagen.
-Vaya, ¿todo eso he dicho?
-Pues sí.
-Pero ni siquiera sé qué significa incólume.
-Olvídese. Ahora, como le decía, hablemos de las denuncias. Si bien mucha gente le reconoce que haya renunciado, otros dicen que lo hizo demasiado tarde.
-¿Demasiado tarde? Pero si lo hice como a las 8 de la mañana.
-No le hablo de la hora, sino del momento. Mire, a Acuña primero se le acusó  de haber abusado de una menor de 16 años ¿Por qué no renunció entonces?
-Ah bueno, que yo sepa todas era especulaciones.
-Tampoco renunció cuando se denunció que Acuña había arrojado a su exesposa por las escaleras porque esta lo sorprendió con otra.
-No es bueno meterse en cosa de parejas.
- ¿Y las acusaciones de plagio?
-Él dice que son omisiones. O sea, omitió decir que había plagiado.
-¿Tampoco le molestó que haya copiado un libro entero?
-Es que Acuña no hace nada a medias.
-Luego se supo que había falsificado una firma del documento que usó para defenderse. ¿Por qué no renunció entonces?
-Porque era la palabra de Acuña contra la de ese señor.

Me quedé unos segundos en silencio y él hizo lo mismo. Respiré con profundidad y lo miré fijamente.

-Entonces señor Lay, si todas esas denuncias no fueron suficiente para que renuncie, ¿por qué lo hizo?
-Porque en los últimos días me enteré de algo terrible.
-¿Algo terrible sobre Acuña?
-Sí. Hay cosas con las que uno puede lidiar, pero esto fue demasiado.
-Dígame, ¿de qué se enteró?
-Que había bajado en las encuestas. ¿Ahora me entiende?


Publicado en la revista Velaverde Nº154

lunes, 22 de febrero de 2016

La revolución histriónica del JNE


A la luz de lo ocurrido con la candidatura de Guzmán, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) ha decidido, por fin, entrar en sintonía con la nueva corriente que ha dominado las últimas semanas nuestro marco jurídico: el respeto legal ad hoc, es decir, respetar las leyes cuando nos viene en gana.



En ese sentido, el pleno del JNE se reunió durante largos y extenuantes diez minutos y emitió una resolución que marcará un hito en la historia de las elecciones. Este documento busca despejar el camino a quienes quieran ser elegidos por la población. A continuación le ofrecemos un resumen de los principales cambios.

Sobre quién puede ser presidente
El JNE, por fin, ha flexibilizado los requisitos:

-Ser peruano o extranjero de nacimiento. El JNE ha sincerado por fin este requisito que anteriormente exigía haber nacido en el Perú. Después de todo, vivimos en un mundo globalizado y no podemos darle la espalda a quienes nacieron más allá de nuestras fronteras. Además, si ya nos gobernó –y nos hundió- un súbdito del imperio japonés, lo que único que el JNE está haciendo es darle la misma oportunidad de arruinarnos a otros extranjeros.

-Tener más de 35 años o menos. El JNE ha comprendido que la edad ni es condena ni es garantía de nada. Antaño 35 años era la edad mínima y ni eso nos salvó de Alan García, cuyo ímpetu juvenil convirtió al país en un espacio lúdico permanente, donde ganaban los afortunados que todavía respiraban al final del día. Entonces, ahora no hay fecha de nacimiento que invalide el derecho a ser Presidente de la República. Gran noticia, sobre todo para los pulpines que podrán, ahora sí, ahorrarse años de absurdo aprendizaje político y lanzarse directamente a la yugular de Palacio de Gobierno.

Sobre la creación de partidos políticos
El JNE ha concluido que para la creación de un partido político solo basta que dos o más ciudadanos con DNI –no importa si ya caducó- compartan una idea o interés común. En consecuencia, el abanico electoral se abre hasta límites insospechados. Tendremos entonces partidos como el PSA, el Partido de los que le dicen Sí a las Aceitunas, lo que enseguida traerá la creación de su oposición, el PNA. Asimismo, existirá el PHU, el partido de hinchas de la U, lo que llevará luego al PHA, y así hasta cubrir todos los equipos y todas las rivalidades que conviven en la sociedad. Ello generará inclusión política, democracia participativa y una cédula de sufragio inmensa.

Sobre la inscripción de los candidatos
Consciente que ha habido muchos comentarios respecto a la correcta inscripción de los partidos el JNE ha tomado medidas de vanguardia.

El JNE, en un acto de sinceramiento pocas veces visto, ha firmado un convenio con las encuestadoras más serias y prestigiosas del país, y con IDICE también. De esta forma, como corresponde, el JNE podrá dilucidar cualquier cuestionamiento a los candidatos considerando no las leyes –eso ya no se estila-, sino el caudal electoral de cada candidato.
En ese sentido, para evitar confiscar votos o darle un golpe acaso mortal a la democracia, el JNE ha establecido una  nueva valla electoral.

-Si el candidato tiene una intención de voto menor al 5% se le considerará, inmediatamente, bajo sospecha de haberse inscrito en forma irregular. Todos los abogados del JNE entonces se encargarán de someterlo a eso tan desagradable que denominamos ley. El candidato podrá apelar, pero su escaso apoyo popular le augura una prematura salida electoral.

-Si el candidato tiene una intención de voto superior al 5%, entonces su inscripción no puede ser cuestionada, ni criticada, ni tachada aunque este haya sido inscrito de forma irregular o aunque ni siquiera haya sido inscrito; ello porque –y aquí la genialidad de la medida- su caudal electoral lo regulariza todo y lo deja expedito para seguir en campaña. En este sentido, el JNE pone énfasis en la supremacía del derecho a la participación política antes que en formalismos caducos que –seamos francos- ya a nadie le interesan.

Sobre los fallos del JNE
El JNE, finalmente, se ha pronunciado respecto a la naturaleza de los fallos que emite. Según el ente electoral, de ahora en adelante, sus fallos deberán ser considerados de la siguiente manera:

-Si son unánimes serán considerados nulos en el acto. Ello porque tener un único pensamiento es propio de absolutismos y dictaduras. El JNE rompe entonces con la tiranía de la uniformidad de opiniones.

-Si no son unánimes, es decir, si el fallo es dividido, debe prevalecer la posición de la minoría. El JNE de esta forma reivindica la defensa de las minorías en medio de la intolerancia de la sociedad. Además, revoluciona el derecho, todo al mismo tiempo. Atrás quedaron esos tiempos donde la mayoría mandaba, ¡habrase visto!, ni que estuviéramos en democracia.

El único problema de este punto es que el JNE aprobó todos estos cambios por unanimidad…es decir…

Sobre las medidas
Con estos cambios el JNE lo que busca es reconciliarse con la población, con la constitución y con los aventureros de la política; después de todo –reflexiona el JNE-, tampoco nos ha ido tan bien con los candidatos de siempre.

De acuerdo al ente electoral, a estas medidas revolucionarias seguirán otras y otras y así pronto  ya no habrá requisitos ni formulismos para ningún tipo de elección, ni siquiera para elegir al “amigo elegido”. La última resolución que emita el  JNE será, en consecuencia, aquella donde determine su propia disolución.

El Perú avanza.


Publicado en la revista Velaverde Nº153

martes, 16 de febrero de 2016

Guzmán en su laberinto


En la oficina de Todos por el Perú, el candidato Guzmán se encuentra sentado detrás del escritorio mirando por la ventana. Frente a él, Daniel Mora trata de leer rápidamente un file lleno de documentos.

-¿Y entonces? –pregunta Mora, dejando los papeles sobre el escritorio-. ¿Qué significa esto?
-Eso nos pasa porque le estamos ganado a los dinosaurios. Claro, el sistema ahora nos quiere destruir.
-Pero Julio, respóndeme, ¿qué va a pasar?
-¿Quieres saber qué va a pasar? El JNE se quiere ensañar con nosotros.
- ¿Por qué?
-Porque nos quiere aplicar la ley. ¿Te imaginas que eso pase en el Perú?
Mora se alza de hombros.
-Pero no entiendo, yo pensé que el partido estaba bien inscrito. ¿No decías que llevabas más de dos años reconstruyendo las bases y no sé qué más?

Guzmán mira a Mora fijamente.



-Esto no tiene nada que ver con la inscripción. ¿Qué no te das cuenta que nos quieren sacar de carrera porque ya estamos segundos?
-¿Entonces el JNE te va a sacar de carrera?
-No, no va a sacarme. Eso quisiera, eso quisieran los dinosaurios.
-A ver Julio, basta ya con eso de los dinosaurios y dime por qué te quieren sacar.

El candidato de Todos por el Perú se reacomoda en el asiento y ahora mira a Mora con cierta impaciencia.

-¿No acabas de leer el file de documentos que te di?
-No entendí nada Julio. No soy abogado.
-No hay que ser abogado para entender.
-Caramba Julio, ¿me vas a explicar o qué? ¿Cómo voy a salir a los medios a defenderte si no entiendo nada?
-De acuerdo –dijo Guzmán-. Te voy a explicar.
-Te escucho, pero por favor no hables de dinosaurios. Me tienes cansado con eso.
-Es muy sencillo, el JNE cuestiona la inscripción de nuestro Tribunal Electoral y si declara improcedente al tribunal entonces todo quedaría nulo, empezando por mi candidatura.
-¿Pero tiene algún sustento?
-Bueno, la verdad es que quizá algo. La convocatoria para la elección del tribunal debimos hacerla 15 días antes, pero la hicimos antes.
-No parece algo grave.
-Pero el problema central es que hicimos una asamblea con cinco miembros del partido.
-¿Y eso qué quiere decir?
-Que no tuvimos el quórum necesario, con nueve nos hubiera gustado.
-A ver, entonces no hicieron la convocatoria a tiempo ni tuvieron el quórum necesario.
-Exacto.
-Entonces el JNE tiene razón si te saca de carrera.

Guzmán se rasca la cabeza y contempla a Mora.

-Bueno, si lo pones en esos términos el JNE tiene razón, pero no te olvides que detrás de esto están los dinosaurios que no soportan…
-Por Dios, Julio, olvídate de los dinosaurios, por lo que me cuentas lo más justo es que te saquen de carrera.
-¿En verdad te parece justo que me saquen de competencia solo por una cosa de procedimientos?
-Pero esa es la ley pues.  Además la gente va a decir que cómo quieres gobernar un país cuando ni siquiera puedes manejar un partido.
-Somos la ola morada que nadie va a detener.
-Julio, por favor, con arengas no vas a arreglar el problema.
-Ya apelamos.
-Pero, ¿qué vas a apelar si está claro que no has cumplido con las reglas?
-Oye Daniel, ¿qué pasa contigo? Pareces que fueras el enemigo.
-Yo lo que te digo es la verdad nada más.
-Lo que tienes que hacer es salir en los medios a defender mi candidatura.
-No me pidas eso Julio, no quiero acabar en ridículo como los defensores de Acuña.

Guzmán mueve la cabeza a los lados.

-¿Me estás comparando con Acuña?
-No te estoy comparando Julio, pero tienes que ver la realidad. La verdad es que, aunque no te guste, la culpa es de ustedes que no han hecho bien las cosas con el partido.
-Pero antes no me habían dicho nada.
-Pero antes estabas en “otros” y a nadie le importabas.
-Ya ves, tú lo has dicho, son los dinosaurios.
-Si las cosas las hubieran hecho bien, nadie te hubiera podido decir nada.
-Pero yo confío en que el JNE no nos va a sacar porque sería un escándalo.
-Bueno, si eso pasa mira el lado bueno. Si te sacan quedarás como la gran víctima.
-La gran víctima de los dinosaurios.

Mora lanza un suspiro.

-Sí, Julio, serías víctima de los dinosaruios y lo bueno de eso es que te daría mucho más popularidad.
-¿Tú crees?
-Claro, y haces esa marcha que quieres hacer.
-¿Cómo la de los 4 suyos?
-Bueno, no sé si tanto, pero algunos suyos sí tendrás.
-¿Y entonces con tanta presión el JNE tendría que aceptarme otra vez?
-No, eso no.
-¿Cómo que no? Entonces, ¿para qué haríamos tanto escándalo?
-Para que la gente se identifique contigo y ya para las otras elecciones, eliges bien a tu Tribunal Electoral y vuelves a postular en cinco años.
-Oye Daniel, ¿me estás jodiendo no?
-Julio, me sorprendes, un hombre correcto como tú que se exprese así.
-Son los dinosaurios que me tienen loco.
-La culpa es tuya, Julio. Acepta que hiciste mal las cosas y punto.
-Entonces, ¿tú crees que de todas maneras me van a sacar?
-Yo creo que si el JNE cumple la ley debería sacarte.
-No, me niego a aceptar la ley. Todo lo que hemos logrado y ahora ¿nos van a sacar por una estupidez?
-Mira Julio, lo que tienes a favor es que estamos en el Perú y aquí cualquier cosa puede pasar. ¿Quién sabe? De repente hasta te salvas.
-Vaya Daniel, por fin dices algo positivo.
-Vamos a ver qué pasa pues.
-Y ahora que pasemos este bache ahí ya nadie nos para.
-Mientras no te sigas contradiciendo en los medios la cosa puede funcionar.
-Yo no me contradigo Daniel, ¿o sí?

Publicado en la revista Velaverde Nº151

martes, 2 de febrero de 2016

Favre, Townsend y la defensa de Acuña

En la residencia de César Acuña, es decir, en la verdadera residencia, estaban reunidos el candidato de la raza distinta, Anel Townsend y el asesor Luis Favre. La denuncia de plagio contra Acuña acababa de salir en la prensa.

-Entonces usted plagió la tesis –dijo Favre mirando a Acuña.
-Técnicamente no –se adelantó Townsend-. Él contrató a alguien para que le hiciera la tesis y ese tipo fue el que hizo el plagio. Cómo ve, César es inocente.

Favre dejó el vaso de agua con hielo sobre la mesa del centro y se puso de pie. Entonces caminó a paso lento por la amplia sala. Acuña miró a Townsend y esta alzó los hombros.



-Antes de la mentira es la verdad –dijo de pronto Favre, con la misma postura y talante de quien inicia una conferencia.

Acuña abrió los ojos.

-Me gusta esa frase –dijo Acuña y Townsend lo miró extrañada-. La quiero.
-¿Quiere qué?
-La frase esa que dijo de la verdad y la mentira.
-Puede usarla sin problemas.
-No –dijo Acuña-. La quiero, quiero que sea mía. ¿A cuánto me la vende?
-Yo también tengo unas frases buenazas –intervino Townsend.

Acuña sacó entonces su billetera  mientras Favre lo miraba intrigado.

-No es momento para esto. Después le vendo lo que quiera, ahora hay que concentrarnos en el problema.
-Yo no veo ningún problema –dijo Acuña, guardándose la billetera.
-Como le dije –intervino Townsend- no hay problema porque en realidad César no ha mentido al decir que es doctor porque la Complutense sí le dio el título.
-Ese será un problema de abogados y no me meto en esos temas. Pero esto puede servir para que todos los ataquen y eso hay que evitarlo.
-¿Cómo? –preguntó Acuña.
-Hay que mentir pero con la verdad.
-Esa frase también me gusta –dijo Acuña-. ¿Seguro que no quiere que se la compre?
-Pero César –dijo Townsend- yo tengo mejores frases.
-Señor Acuña, cada minuto que pasa es peor para usted. Ahora que ya se denunció lo del plagio usted va a tener que convocar una conferencia de prensa para explicar todo.
-Entiendo –dijo Acuña-. Les explico que el que plagió no fui yo sino el que contraté.
-No, olvídese de eso. Usted va a decir que su tesis no es plagiada.
-Pero sí es plagiada –dijo Acuña.
-Ya lo sé, pero usted va a decir que no, que usted no ha plagiado y que todo ha sido fruto de su esfuerzo.

Townsend asiente con la cabeza.

-Me parece una buena sugerencia.
-No, no es una sugerencia. Es una orden. Ustedes me contrataron para ganar una elección y eso voy a hacer.
-Pero y si me lanzan esas cosas terribles –dijo Acuña.
-¿Tomates? ¿Huevos?
-No, preguntas. ¿Qué voy a hacer si me hacen preguntas?
-No se preocupe. Vamos a procurar llegar hasta las elecciones sin que usted hable. Por eso lo que va a hacer es solo leer una breve declaración y se va sin aceptar preguntas.
-¿Leer? ¿Yo? ¿En serio?
-Claro, no me diga que no sabe leer corrido.
-No, yo cuando corro no leo, prefiero escuchar música.
-Por supuesto que César sabe leer –intervino Townsend-, claro que tampoco es para decir: ¡Dios mío! Qué bien que lee este señor. Tampoco es que sea un gran lector, el otro día se quedó dormido a la mitad de un tuit.
-Los malos hábitos de lectura no importan aquí.  Además, solo será una breve declaración donde haremos hincapié en que usted puso a todos los autores en la bibliografía.
-¿En dónde?
-En la bibliografía.
-¿Y eso qué es?
-¿No sabe que es una bibliografía?
-Claro que sabe –intervino Townsend.

El rostro de Favre se enrojeció.

-¿Así que sabe? –dijo y luego miró a Acuña-. Dígame, ¿qué es una bibliografía?
-Bueno –dijo Acuña- ¿eso no es el estudio de la biblia?

Favre miró fijamente a Townsend.

-Está bien –dijo Townsend-. No sabe pues, no sabe qué es bibliografía ni sabe hacer tesis ni nada. Su tesis de maestría también la mandó a hacer. La única que hizo de verdad fue la de su título de ingeniero y fue desaprobada en forma unánime.
-¿Pero acaso no es ingeniero?
-Sí, claro –dijo Townsend-. Igual le dieron el título. Usted sabe, hay plata como cancha.
-Anel…—dijo Acuña.
-No, espera. Quiero que el señor Favre me diga si por eso lo va a criticar. Está bien, en verdad no es ni doctor, ni magister, ni ingeniero ni bachiller. ¿Y acaso eso es en verdad importante?
-Anel... –dijo Acuña.
-No, déjame seguir. Y si quiere saber más la verdad es que tampoco acabó la secundaria y si acabó la primaria fue porque se la pasaba plagiando. ¿Y eso qué tiene? ¿Acaso eso lo descalifica como candidato?
-Anel…
-No, espera. ¿Y quiere saber cómo pasó el nido?
-Anel,  ya basta –dijo Acuña con fuerza.
-Pero te estoy defendiendo.
-Ya no me defiendas entonces.

Favre volvió a caminar lentamente por el lugar.

-Retomemos. Usted va a leer una breve declaración que yo mismo voy a hacer.
-¿Usted la va a hacer? –preguntó Acuña.
-Sí.
-Mmm…¿y entonces voy a tener que citarlo?
-Claro que no.
-Es que ya me he vuelto un poco paranoico con todo esto de las citas y los plagios.
-Mire, señor Acuña. No se preocupe. No le tomará más de diez minutos leer y luego se va.
-Pero los periodistas van a querer hacerme preguntas.
-Pero usted ya no va a estar. Más bien –dijo mirando a Townsend- usted puede dar la cara y responderle a los periodistas.
-Por supuesto.
-Eso sí va a tener que decir medias verdades o cosas sin mucho sentido.
-No hay problema, yo por llegar al Congreso y porque César gane soy capaz de defender lo indefendible
-Es exactamente lo que va a hacer. Pero eso no es fácil. Si me disculpa, le diré que hay que tener caradura para hacer estas cosas.
-No se preocupe, no tengo ningún problema con eso.
-De acuerdo –dijo Favre.
-Bueno –dijo Acuña-. Entonces ya todo está arreglado.
-Sí –dijo Favre-. Vamos a convocar a la prensa y en un rato más le paso el texto para que vaya practicando.
-De acuerdo, pero hay algo que me preocupa.
-¿Qué cosa?
-Dígame, ¿y si la Universidad Complutense dice que sí se cometió plagio?
-Yo no me preocuparía por eso –dijo Favre.
-¡Qué alivio! –dijo Acuña.
-El que debería preocuparse es usted.


Publicado en la revista Velaverde N°150