lunes, 22 de febrero de 2016

La revolución histriónica del JNE


A la luz de lo ocurrido con la candidatura de Guzmán, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) ha decidido, por fin, entrar en sintonía con la nueva corriente que ha dominado las últimas semanas nuestro marco jurídico: el respeto legal ad hoc, es decir, respetar las leyes cuando nos viene en gana.



En ese sentido, el pleno del JNE se reunió durante largos y extenuantes diez minutos y emitió una resolución que marcará un hito en la historia de las elecciones. Este documento busca despejar el camino a quienes quieran ser elegidos por la población. A continuación le ofrecemos un resumen de los principales cambios.

Sobre quién puede ser presidente
El JNE, por fin, ha flexibilizado los requisitos:

-Ser peruano o extranjero de nacimiento. El JNE ha sincerado por fin este requisito que anteriormente exigía haber nacido en el Perú. Después de todo, vivimos en un mundo globalizado y no podemos darle la espalda a quienes nacieron más allá de nuestras fronteras. Además, si ya nos gobernó –y nos hundió- un súbdito del imperio japonés, lo que único que el JNE está haciendo es darle la misma oportunidad de arruinarnos a otros extranjeros.

-Tener más de 35 años o menos. El JNE ha comprendido que la edad ni es condena ni es garantía de nada. Antaño 35 años era la edad mínima y ni eso nos salvó de Alan García, cuyo ímpetu juvenil convirtió al país en un espacio lúdico permanente, donde ganaban los afortunados que todavía respiraban al final del día. Entonces, ahora no hay fecha de nacimiento que invalide el derecho a ser Presidente de la República. Gran noticia, sobre todo para los pulpines que podrán, ahora sí, ahorrarse años de absurdo aprendizaje político y lanzarse directamente a la yugular de Palacio de Gobierno.

Sobre la creación de partidos políticos
El JNE ha concluido que para la creación de un partido político solo basta que dos o más ciudadanos con DNI –no importa si ya caducó- compartan una idea o interés común. En consecuencia, el abanico electoral se abre hasta límites insospechados. Tendremos entonces partidos como el PSA, el Partido de los que le dicen Sí a las Aceitunas, lo que enseguida traerá la creación de su oposición, el PNA. Asimismo, existirá el PHU, el partido de hinchas de la U, lo que llevará luego al PHA, y así hasta cubrir todos los equipos y todas las rivalidades que conviven en la sociedad. Ello generará inclusión política, democracia participativa y una cédula de sufragio inmensa.

Sobre la inscripción de los candidatos
Consciente que ha habido muchos comentarios respecto a la correcta inscripción de los partidos el JNE ha tomado medidas de vanguardia.

El JNE, en un acto de sinceramiento pocas veces visto, ha firmado un convenio con las encuestadoras más serias y prestigiosas del país, y con IDICE también. De esta forma, como corresponde, el JNE podrá dilucidar cualquier cuestionamiento a los candidatos considerando no las leyes –eso ya no se estila-, sino el caudal electoral de cada candidato.
En ese sentido, para evitar confiscar votos o darle un golpe acaso mortal a la democracia, el JNE ha establecido una  nueva valla electoral.

-Si el candidato tiene una intención de voto menor al 5% se le considerará, inmediatamente, bajo sospecha de haberse inscrito en forma irregular. Todos los abogados del JNE entonces se encargarán de someterlo a eso tan desagradable que denominamos ley. El candidato podrá apelar, pero su escaso apoyo popular le augura una prematura salida electoral.

-Si el candidato tiene una intención de voto superior al 5%, entonces su inscripción no puede ser cuestionada, ni criticada, ni tachada aunque este haya sido inscrito de forma irregular o aunque ni siquiera haya sido inscrito; ello porque –y aquí la genialidad de la medida- su caudal electoral lo regulariza todo y lo deja expedito para seguir en campaña. En este sentido, el JNE pone énfasis en la supremacía del derecho a la participación política antes que en formalismos caducos que –seamos francos- ya a nadie le interesan.

Sobre los fallos del JNE
El JNE, finalmente, se ha pronunciado respecto a la naturaleza de los fallos que emite. Según el ente electoral, de ahora en adelante, sus fallos deberán ser considerados de la siguiente manera:

-Si son unánimes serán considerados nulos en el acto. Ello porque tener un único pensamiento es propio de absolutismos y dictaduras. El JNE rompe entonces con la tiranía de la uniformidad de opiniones.

-Si no son unánimes, es decir, si el fallo es dividido, debe prevalecer la posición de la minoría. El JNE de esta forma reivindica la defensa de las minorías en medio de la intolerancia de la sociedad. Además, revoluciona el derecho, todo al mismo tiempo. Atrás quedaron esos tiempos donde la mayoría mandaba, ¡habrase visto!, ni que estuviéramos en democracia.

El único problema de este punto es que el JNE aprobó todos estos cambios por unanimidad…es decir…

Sobre las medidas
Con estos cambios el JNE lo que busca es reconciliarse con la población, con la constitución y con los aventureros de la política; después de todo –reflexiona el JNE-, tampoco nos ha ido tan bien con los candidatos de siempre.

De acuerdo al ente electoral, a estas medidas revolucionarias seguirán otras y otras y así pronto  ya no habrá requisitos ni formulismos para ningún tipo de elección, ni siquiera para elegir al “amigo elegido”. La última resolución que emita el  JNE será, en consecuencia, aquella donde determine su propia disolución.

El Perú avanza.


Publicado en la revista Velaverde Nº153

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