lunes, 1 de junio de 2015

Acta de la sesión reservada - Comisión investigadora Belàúnde Lossio

En Lima, a los 29 días de mayo del 2015, siendo las 10 de la mañana con diez minutos,  se pasó lista a los siete congresistas miembros de la comisión: cuatro estaban presentes, dos estaban durmiendo y uno había ido a los servicios higiénicos. Asimismo, se deja constancia de la presencia de varios congresistas del nacionalismo con carteles y banderas con la inscripción: Nadine Presidente.

A las 10 de la mañana con trece minutos, hizo su ingreso la señora primera dama Nadine Heredia. En tales circunstancias, los congresistas nacionalistas empezaron a aplaudirla, dar vítores y lanzar papel picado. Uno de ellos –Josué Gutiérrez- le hizo que le firme una gigantografía que habìa traído desde su despacho. Otro nacionalista –Fredy Otárola- se tomó un selfie con ella.

Cinco minutos después, la presidenta de la Comisión, la señora congresista Marisol Pérez Tello, dio por iniciada la sesión y le preguntó a la primera dama si quería dar alguna declaración inicial. Luego de consultar a su abogado,  Heredia dijo: “Voy a responder absolutamente todas las preguntas, salvo aquellas que no quiera responder”.



El señor congresista Segundo Tapia le consultó por las consultorías que había hecho sobre la palma aceitera.

La primera dama calificó de impropia la pregunta.

El señor congresista Jhonny Lescano le preguntó por el dinero que le había pagado un diario venezolano por notas periodísticas que nadie había visto.

La primera dama calificó de impropia la pregunta.

El señor congresista Mauricio Mulder le preguntó si Belaúnde Lossio le había dado alguna vez dinero. Le preguntó además por qué recibió más de 200 mil dólares en su cuenta bancaria a través de varios depósitos hechos por personas que no tenían ingresos conocidos.

La primera dama calificó de impropio al congresista.

El señor congresista Cristóbal Llatas, miembro del nacionalismo, saludó la presencia de la primera dama, resaltó su elegancia y le preguntó si le podía ayudar a conseguir una cita con el presidente Humala.

La primera dama dijo que haría lo posible, pero que no le prometía nada.

El señor congresista Mauricio Mulder insistió con las mismas preguntas que había formulado y demandó que la primera dama responda a los cuestionamientos.  En ese momento, el abogado de la primera dama, Roy Gates, elevó el tono de voz para decirle al señor congresista Mauricio Mulder que deje de hablar. El señor congresista Mauricio Mulder, a su turno, elevó todavía más la voz y le dijo al señor abogado Roy Gates que era mejor para su persona que no lo provoque  porque si no pediría que lo investiguen por su relación con los Sánchez Paredes.

El señor congresista Cristóbal Llatas le dijo al señor congresista Mauricio Mulder que cuestionar a la primera dama era poner en peligro la democracia.

El señor congresista Mauricio Mulder dijo que la primera dama y los nacionalistas se estaban burlando del país. Asimismo, le dijo a la primera dama que se consiga un  abogado que le aconseje mejor porque quedarse callada le iba a perjudicar, o acaso no había oído aquello de que “el que  calla otorga”.

El señor abogado Roy Gates dijo que mejor no hay que olvidar aquello de que la plata llega sola. Asimismo, pidió que se le proporcione un calmante o, en su defecto, se le arroje un dardo tranquilizador al señor congresista Mauricio Mulder. En tales circunstancias, el señor congresista Mauricio Mulder se levantó de su asiento y caminó con celeridad hasta donde se encontraba el señor abogado Roy Gates, a quien llamó, a gritos, “mafioso”. En ese instante, ambos señores se enfrascaron en un intercambio de golpes y de improperios, siendo finalmente separados por miembros de la seguridad.

El señor congresista Jhony Lescano propuso poner a votación quién había ganado la contienda. Sin embargo, su pedido no prosperó.

La presidenta de la comisión, la señora congresista Marisol Pérez Tello, en vista que la primera dama no estaba dispuesta a responder nada y considerando que nadie quería preguntar en vano, decidió no darle la palabra a nadie más.  En tal sentido, solicitó la aprobación del acta con dispensa de su lectura, lo cual fue aprobado por unanimidad.

Siendo las 10 de la mañana con treinta minutos, los presentes se levantaron, y la sesión también.



Publicado en la revista Velaverde Nº117

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