lunes, 8 de junio de 2015

De Chiclayo con amor


Esta semana el Consejo Técnico Penitenciario denegó la visita por unidad conyugal e íntima al exalcalde de Chiclayo, Roberto Torres Gonzales y a su joven amada Katiuskha Del Castillo Muro. No ha trascendido quién de los dos ha sufrido más con esta noticia, aunque no han faltado comentarios al respecto.

Como se recuerda, ambos cumplen 18 meses de prisión preventiva por presuntamente pertenecer a una organización criminal llamada –y esto es cierto- “Los Limpios de la Corrupción”. Pero, ¿quién es realidad esta pareja de desdichados? ¿Acaso son solo culpables de sucumbir al amor? ¿O solo son víctimas del sistema…judicial?


Hace menos de un año que estalló este escándalo, pero, dada la rapidez con la que desfilan las noticias, quizá convenga recordar de quiénes estamos hablando.


Él
Pocos casos tan incomprendidos como el de Roberto Torres, quien tuvo la desdicha de haber sucumbido ante los encantos de Katiuskha del Castillo, una chiclayana casi 30 años menor que trabajaba con su madre ofreciendo menús norteños. Quiso el destino –y al parecer la madre también- que el burgomaestre se enamorara perdida pero, sobre todo, perdedoramente de la joven entre arroces con pato, secos de cabrito y espesados.

Y aunque a Torres se le acusa de organizar y liderar una red de corrupción, todo indica que no lo hizo con un fin crematístico sino sentimental: complacer a su amada, conocida como “La jefa”, obsequiándole viajes, autos y departamentos. Que este derroche afectivo se diera a expensas de los recursos de los chiclayanos es, visto en perspectiva, un hecho anecdótico. Que Katiuskha y su familia hayan vivido a cuerpo de rey mientras las alcantarillas de toda la ciudad colapsaban, es, si acaso, una lamentable coincidencia.

Nos apena que alguna prensa –ajena a los entresijos del corazón- quiera comparar a Torres con personajes tan nefastos como Gregorio Santos o César Álvarez, cuando, en todo caso, se encuentra más cercano al amoroso burgomaestre de Surco y sus osos panda. Por ello, invocamos al Poder Judicial a que considere los delitos imputados al alcalde –peculado, cohecho y colusión- como lo que realmente son: una entrañable e inspiradora historia de amor.


Ella
Nos parece injusto el trato que viene recibiendo Katiuskha del Castillo, chiclayana sin par, cuyo único pecado fue el haber aceptado el cortejo, la galantería y las dádivas del alcalde de Chiclayo, Roberto Torres.

¿Podemos culpar a la joven Katiuskha de que Torres –casi 30 años mayor- la haya tratado como a una reina? ¿Puede ser culpa de ella que las arcas municipales hayan servido para tal fin? ¿Acaso, como chiclayana, no tenía derecho a ser beneficiada por la comuna?

A Katiuskha, conocida como “La jefa”, la acusan de haber participado en la red de corrupción liderada por el burgomaestre. Sin embargo, Katiuska ha negado los cargos e incluso ha dicho que desconocía que Torres tuviera solvencia económica; tampoco encontró digno de sospecha que, en su primera cita, el alcalde le regalara 64 pares de zapatos y dos kilos de oro en joyas. En todo caso, aseguró que todo lo demás –viajes, autos y departamentos- lo había solventado ella misma gracias a sus ahorros y a los consejos de una asesora financiera cuya identidad no quiso revelar, pero a quien llama afectuosamente Lucianita.

Queda en evidencia, entonces, la inocencia judicial y moral de Katiuskha. Si ella  correspondió al maduro alcalde fue porque encontró en él al padre del padre que siempre quiso tener. Y, por ello, no dudó ni un momento en hacer suyos los problemas de Torres, sus  preocupaciones, sus males y, desde luego, sus bienes. 


Publicado en la revista Velaverde Nº118


No hay comentarios:

Publicar un comentario