lunes, 30 de marzo de 2015

DINI: listo para la lista



¿Qué significa ser alguien en la vida? Bajo el mural de una iglesia alguien podría decir que uno ya es alguien desde que es concebido, otros menos religiosos dirán que recién al nacer. Los más pragmáticos reducirán la disyuntiva a si se tiene o no un DNI, de preferencia vigente. La mayoría, en cambio, coincidirá en que ser alguien en la vida se relaciona con ser alguien importante, de cierta relevancia económica y/o social. Desde ese punto de vista, me pregunto, ¿habré llegado a ser alguien? ¿Habré alcanzado el éxito? ¿Alguien sabe qué es el éxito? ¿Otra vez estoy hablando solo?

Todas estas cavilaciones –y otras menos profundas- surgieron en mi cabeza cuando leí un tuit que revelaba que la DINI había investigado a cientos de personas, entre ellas, políticos, periodistas y empresarios. La noticia adjuntaba un archivo Excel con la lista de todos los involucrados. La descargué y antes de abrirla, como un ramalazo, comprendí en forma clara e inequívoca cuál era la naturaleza de esa lista: solo quien estaba en ella era alguien importante en la vida. De modo que la respuesta a mi pregunta inicial llegaba en forma de cuadro de Excel; cientos de filas y algunas columnas albergaban a los peruanos dignos, dignos ser tomados en cuenta. Fuera de la lista acechaba la oscuridad, la no existencia, un océano de oprobioso anonimato.

Entonces respiré hondo. Las pulsaciones se aceleraron y mi garganta pareció secarse de pronto. ¿Sería posible que yo figure en esa lista? Con ansiedad, con el alma en vilo, como cuando me buscaba en la relación de los ingresantes a la universidad, así, traté de encontrar mi nombre. Fueron dos minutos de la más terrible incertidumbre; una dolorosa experiencia que no se la deseo a nadie, bueno, quizá a uno que otro congresista. Al final, todo fue en vano. La dura realidad me golpeó y ratificó mi condición de ciudadano de a pie, de poblador inexistente; de ser, en buena cuenta, un peruano más.

Comprobar que una entelequia es más real que uno, no sucede todos los días. El haber sido concebido, haber nacido y tener DNI ya no eran suficientes. Y, a decir verdad, que la DINI no me haya considerado en sus investigaciones era tremenda injusticia. Desde hace más de un año me he esforzado mucho en ser una amenaza al presidente Humala y a su gobierno. ¿Acaso en vano he ideado e hilvanado frases y críticas contra el nacionalismo? ¿En verdad he perdido mi tiempo pensando en cómo revestir de humor mis ácidas y punzantes opiniones? ¿Acaso uno se puede burlar del gobierno sin ser censurado, perseguido o investigado? ¿Qué es esto? ¿Democracia? ¿Libertad de expresión?

Esta semana una luz de esperanza iluminó la nube gris de mi camino. Una segunda lista de investigados por la DINI apareció. Sin embargo, la realidad insistió en la afrenta y me volvió a pagar mal.

Desde este espacio solicito humildemente ser investigado por la DINI. Me interesa sobre todo que hurguen en registros públicos para ver cuántas propiedades tengo, quizá tenga suerte y encuentren alguna. En todo caso, si el gobierno considera inútil movilizar recursos y personal para investigarme, me bastaría con ser incluido en la lista de la DINI, al menos nominalmente, y así, por fin, ser alguien en la vida. Después de todo, ¿este no era el gobierno de la inclusión?

A cambio me comprometo a seguir comentando en forma risueña las mil y un aventuras del presidente Humala y de sus allegados palaciegos. Prometería dar lo mejor de mí, pero la idea es hacer bien las cosas. De todas formas, me esforzaré en la ironía y me entregaré al sarcasmo, lo necesario para estar a la altura de las circunstancias y merecer estar en la mira de la DINI, una institución tan noble, tan incomprendida y, según dicen, tan desactivada.

Publicado en la revista Velaverde Nº108

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