lunes, 8 de agosto de 2016

Disculpándose con el enemigo

Fernando Zavala llega al despacho de Luz Salgado.  Ambos se saludan dándose la mano; la Presidenta del Congreso luce seria, el Premier muestra una sonrisa impostada. Tras ello, toman asiento, uno frente al otro. Por algunos segundos se impone el silencio.



-Bueno, señora Salgado, yo…quería…usted sabe…no le haga caso a PPK, él es un lobista, digo, un bromista.
-Estoy esperando sus disculpas.
-¿Mis disculpas?
-Las de PPK.
-Ah bueno, mire, señora Salgado, en realidad el presidente no ha dicho nada malo. Seguro escuchó mal.
-¿Acaso no dijo que se iba a jalar a 30 congresistas?
-Ah, entonces escuchó bien.

Salgado arquea las cejas y mira fijamente a Zavala.

-Pero eso tiene su explicación –continuó el Premier.
-No me digas que ahora estás de traductor de PPK.
-No, no le digo. Mire, cuando PPK dijo jalar a congresistas se refería que vamos a hacer una evaluación de todos en el Congreso.
-¿Y eso qué tiene que ver?
-Está claro, como vamos a evaluarlos, vamos a aprobar a algunos y a los otros los vamos a…
-¿Jalar?
-Exacto, ya ve.
-Caramba, señor Zavala, no sabía que usted le gustaran las bromas.
-Yo tampoco sabía.
-No habrá esperado que me crea ese cuento.
-Bueno, la verdad es que sí.

Otra vez Salgado mira a Zavala como queriéndole hablar con la mirada.

-¿Y las disculpas para cuándo? Acuérdese que tenemos la mayoría en el Congreso y si queremos no los dejamos gobernar.

Zavala vuelve a colocar en su rostro la sonrisa con la que había llegado, aunque ahora esta hace una combinación bastante extraña con el disgusto que muestran  sus ojos y cejas. El Premier entonces da un suspiro, carraspea y aprieta los puños.

-Quiero expresarle mis disculpas, en nombre mío y del presidente.

La Presidenta del Congreso apenas si hizo un gesto altivo. Luego, tras unos segundos, habló.

-Le acepto las disculpas, pero los vamos a tener vigilados.

Ambos se dan la mano y se despiden. Zavala sale pensando: cómo me hubiera gustado preguntarle para qué iba tanto al SIN de Montesinos, pero ni modo, no se puede, hay que hacer política. Y entonces sale del Congreso llevando, sin querer, la sonrisa postiza de ocasión. 


Publicado en la revista Velaverde Nº175

No hay comentarios:

Publicar un comentario