martes, 7 de junio de 2016

De elecciones, política e ismos

Consideramos que hablar de política es algo que se debe dejar a los que verdaderamente conocen del tema, por tanto en esta ocasión hemos cedido este espacio a un invitado, un nuevo analista político llamado Yuri Rodríguez, quien no solo es homónimo de nuestro habitual y despistado columnista sino que además tiene, coincidencias de la vida, el mismo email.

Aquí su sesuda colaboración:

Cuando usted lea este texto el Perú tendrá un nuevo presidente democrático y respetuoso de la libertad de expresión, aunque no hay que descartar que haya ganado Keiko. Llegará el momento de analizar debidamente por qué los peruanos votaron en contra de la corrupción y de un posible narcoestado, aunque, como digo, no hay que descartar que haya ganado Keiko.

En esta ocasión nos parece oportuno –eufemismo de “no sé me ocurre otra cosa”- hablar sobre el futuro de la política en el Perú. Pensemos, al menos intentémoslo, ¿qué tienen en común el fujimorismo, el toledismo, el alanismo y el humalismo? Pues que no son ideologías propiamente dichas sino formas de agrupar a los seguidores de un líder, de un caudillo. Y, según los principales politólogos del país, es una tendencia que continuará en el futuro. Entonces cabe la pregunta: ¿cuáles serán los nuevos “ismos” en nuestra política?

Después de meses de estudio sobre la idiosincrasia del peruano, sus filias políticas y su forma de pensar, no tengo la más mínima idea de qué “ismos” vendrán. Sin embargo, sugiero algunos posibles.



Galarretismo: Corriente política en la que sus seguidores se distinguen porque apelan al yo solidario frente a alguna discapacidad física. Además, punto central de su filosofía, en un momento dado se cambian al partido que antes habían cuestionado duramente. Su fundador, Luis Galarreta, apareció por primera vez en unos enormes paneles en la avenida Arequipa, en los cuales sonreía enigmáticamente y mostraba sin reparos los garfios metálicos que hacían físicamente imposible que –según rezaba su propio slogan- le rompan la mano. Era, sin duda, la imagen del nuevo político ajeno a las bajezas de las corruptelas y negociados. Durante años mostró una conducta correcta y fue reelegido por la buena imagen mostrada en el parlamento. En el 2016, cuando su partido PPC estaba naufragando en medio de peleas intestinas, decidió dar un paso al lado oscuro. Si antes había criticado duramente al fujimorismo, ahora había llegado el feliz y oportuno momento de la reconciliación. No hay que pensar mal. No es que Galarreta se haya convertido en fujimorista solo para poder seguir viviendo de nuestros impuestos. Claro que no, lo hizo porque de pronto, epifánicamente, comprendió que Keiko era lo que el país y él necesitaban.

Heresismo: Corriente según la cual la doctrina política se confunde con la música. Los seguidores de esta forma de vida pasan por un primer momento de inquietud musical. Por lo general, forman agrupaciones y procuran alcanzar la mayor notoriedad posible. Es importante este paso previo, pues sus posibilidades de tener éxito luego en la esfera política dependen de la fama que hayan logrado. Siguiendo el camino del heresismo, se puede hacer carrera política y alcanzar cargos de elección popular sin más méritos que el cantar afinado. El fundador de esta corriente es Salvador Heresi. Luego de incursionar como cantante del conocido grupo Revolver, se disparó como candidato a la alcaldía de San Miguel. Así, hizo su campaña y entre propuesta y propuesta se lanzaba con una canción de Los Beatles. Cuando le hacían alguna pregunta incómoda, Heresi rápidamente deleitaba al periodista con la divertida “Help” o, si el cuestionamiento era mayor, con la nostálgica “Don´t let me down”. Heresi es hoy congresista electo y fue parte del equipo de asesores que tuvo PPK, aunque este no lo supiera.

VilcatonismoCorriente política fundada en el dicho: si no puedes con el enemigo, únete a él, aunque según otros politólogos el refrán que mejor calza con esta pensamiento es el dime con quién te postulas y te diré quién eres. Quienes interiorizan esta doctrina ejercen durante años una lucha permanente contra la corrupción, o contra otro algún otro mal nacional. Una vez que se haya convencido a todo el país de la valía de sus credenciales, entonces, como quien no quiere la cosa, da el salto al vacío, o, lo mismo, al lado opuesto. Su fundadora es Jeny Vilcatoma, quien por un breve lapso de tiempo se convirtió en el símbolo de la lucha contra la corrupción, en este caso, nacionalista. Vilcatoma, casi la dignidad hecha persona, batalló incansablemente como procuradora y se ganó el respeto del respetable. Es más, fue arduamente defendida por casi todo el periodismo cuando tuvo un altercado con el entonces ministro de Justicia, Daniel Figallo y el asesor presidencial Eduardo Roy Gates.  Meses después, cuando anunció que se unía al equipo de la “lucha anticorrupción” de Keiko y se postulaba al Congreso con el fujimorismo, la opinión pública quedó partida en dos: quienes pensaban que su rostro carece de irrigación sanguínea y quienes estaban seguros de ello.


Publicado en la revista Velaverde Nº166

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