Periodista: Canciller, unas preguntas para la
revista de la Cancillería. Usted sabe, para mejorar su imagen.
Héctor Béjar: ¿Será eso posible?
P: A ver, usted fue guerrillero. Pero dígame,
¿cuándo comprendió que era momento de dejar las armas?
HB: Cuando me capturaron.
P: Ya, pero usted ya estaba arrepentido, ¿verdad?
HB: ¿Arrepentido de que me capturaran? Claro.
P: Lo que quiero decir es que usted ya había
decidido dejar el fusil.
HB: Ah, eso sí. Se trababa mucho.
P: Bueno, pero usted pagó su deuda social en la
cárcel. Claro, le dieron amnistía. Pero en ese entonces una amnistía no se la
daban a cualquiera, ¿no?
HB: No, solo a los presos.
P: Hay algo que se ha comentado estos días y que
puede aclarar. ¿Usted dijo que Sendero Luminoso fue en parte obra de la CIA?
HB: Sí. Evidentemente fue un error.
P: Un error suyo.
HB: No, de la CIA. Dejó las cosas a medias.
P: Hablemos mejor del presente. El día que le ofrecieron
ser canciller, ¿le sorprendió mucho la llamada?
HB: Muchísimo. Tenía el celular apagado.
P: Y usted, desde luego, se sintió honrado con el
ofrecimiento.
HB: Honradamente no tanto. Yo quería un cargo de más
importancia en el gobierno de Castillo.
P: ¿Quería ser Premier?
HB: No, portero.
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