Daniel Salaverry: Aló, Martín. Estoy decepcionado de ti. ¡Cómo te pudiste vacunar a escondidas!
Martin Vizcarra: Uf, no fue fácil.
DS: Recibiste la vacuna a espaldas del país. Y ni
siquiera me avisaste para vacunarme también.
MV: Perdona, fue todo tan rápido.
DS: ¿Dónde te vacunaron?
MV: En el brazo.
DS: Pero, ¿en qué lugar?
MV: Ah ya, en Palacio.
DS: Estoy preocupado por los efectos que pueda
tener.
MV: Tú tranquilo. Me dolió el brazo un par de días,
pero eso nada más.
DS: Martín, te hablo de las consecuencias
electorales de tus mentiras.
MV: No pasa nada. Mira, yo miento tanto pero tanto
que al final la gente duda y dice: “Tan mentiroso no puede ser” y entonces me
cree.
DS: Te cree un mentiroso.
MV: Bueno, algunos sí. Siempre hay unos cuantos que
usan la cabeza. Al final, lo importante es que alcance los votos necesarios para
llegar al Congreso.
DS: ¿Y yo? ¿Cómo quedo? Me prometiste que me llevarías
a Palacio.
MV: Sí, pero de paseo.
DS: Vaya, sabía que eras un traidor, pero pensé que
entre colegas había cierta consideración.
MV: Lo siento, Daniel. A mí lo que me importa es la
inmunidad del rebaño.
DS: ¿No era la del Congreso?
MV: Por eso, Daniel. Por eso.
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