viernes, 24 de enero de 2020

(DES)CONTROL DE DAÑOS



“Fue un almuerzo partidario”: Aunque repetida como un mantra, esta frase no convence ni al propio  comensal. En tal sentido, lamentablemente un chaufa de chifa de esquina simboliza menos que una habitación llena de globos, velas, corazones y una cama demasiado tendida. Que el almuerzo partidario haya sido de dos solo indica lo pequeño del partido. Nada más.

“Yo le creo”: Recurso retórico que consiste en defender públicamente a quien en privado ya no se le cree ni su nombre. Para utilizarlo con relativa convicción se requiere de un rostro pétreo, una ética de plastilina y un cuajo de grandes dimensiones.  Sin embargo, las posibilidades de hundirse con el defendido son, según recientes estadísticas, todas.

“No huyo, solo se fue con prisa”: Libre interpretación de la motricidad del defendido. La tarea se complica cuando la frase se contrapone ante la cruda realidad de un video de vigilancia. Se recomienda cuestionar la calidad de la cámara, el ángulo de visión y, por último, la identidad del runner

“Se fue a pedir ayuda”: Aquí, antes de pronunciarse, uno debe reunir su dignidad, honestidad y veracidad y meterlos debajo de la cama. Entonces, para explicar lo ocurrido, conviene concentrarse en el “pedir ayuda” y dejar atrás el incómodo “se fue”. El defendido es, pues, una suerte de héroe incomprendido que salva una vida, la suya. 

Fuente: El Otorongo (Peru21)

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