Querido
diario:
A
ver te cuento que estaba echado en una playa de Miami cuando, de pronto, alcé
la vista y ahí estaba, en vivo y en directo, el cholo sano, sagrado, fugado y
bronceado. “Compadre”, le dije, “¿no le da vergüenza que le tomen una foto y que
el Perú lo vea?”. Toledo acusó el golpe y su rostro se ensombreció. “La verdad
que sí”, me dijo, “últimamente he engordado mucho”.
Ayayay.
Mientras en el Perú la justicia parece colapsar, el hombre de Cabana sonríe
mientras hace castillos de arena. “Oto”, me dijo, “no te olvides que me
persiguen por mis ideas políticas”. “¿No será por tus ideas para los negocios?”.
Toledo apenas dibujó una sonrisa. Ni hablar, o el largo brazo de la ley no es
tan largo como dicen, o es que no quiere broncearse.
Ya
está. No sigo más, es hora de comer, dormir e hincar como ninguno.
Fuente: Peru21
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