-Usted
me dirá, señor presidente, ¿para qué soy bueno?
-Para
atacar a nuestros enemigos. Creí que lo sabías –dijo Humala.
Nadine
movió a los lados la cabeza.
-No,
Ollanta. Pedro quiere saber para qué lo hemos mandado a llamar.
Cateriano
asintió.
-Ah
ya, mira Pedro, seré directo contigo. Prefiero decirte las cosas de frente, sin ambages, ni retóricas, ni tampoco quiero irme por la tangente. Tú sabes, nunca
fui bueno en geometría.
-Vamos
Ollanta –dijo Nadine- anda al grano. Pregúntale de una vez.
-Todo
con calma Nadine, tampoco puedo preguntarle de frente si quiere ser Premier.
Cateriano
abrió más los ojos. Su respiración se aceleró y una sonrisa nerviosa apareció
en su rostro.
-De
modo que quieren que sea Premier –dijo Cateriano mirando a Humala y luego
deteniendo la vista en la primera dama.
-Así
es.
Cateriano
respiró hondo y trató de recuperar la tranquilidad.
-Pero
señor presidente, estoy seguro que habrá otras personas más idóneas que yo.
-Sí,
pero ninguna aceptó.
-Pero
eso es lo de menos –dijo Nadine-. Te estamos ofreciendo el cargo a ti. Contigo
como Premier el gobierno habrá ganado a una persona inteligente, demócrata y de
reconocido prestigio.
-Gracias, pero no merezco tantos elogios.
-Lo
sé, hablamos de Vargas Llosa –dijo
Humala-. Si eres Premier vamos a
asegurarnos su apoyo.
-Cualquiera
diría que ser amigo de Mario es mi único valor.
-No
digas eso Pedro –dijo Humala-. Seguro que tienes otros amigos importantes.
Cateriano
se pasó la mano por la frente.
-Bueno,
¿y entonces? –dijo Nadine mirando a Cateriano-. ¿Qué decides?
-¿Puedo
pedir algunas condiciones?
-Por
supuesto –dijo Nadine-. Pero no te vamos a aceptar ninguna. ¿Qué dices?
-Acepto.
Humala
se puso de pie y estiró su brazo hacia Cateriano. Este se levantó también y
ambos se apretaron las manos. Luego tomaron asiento.
-Bueno
–dijo Cateriano- solo quiero aclarar unas dudas que tengo.
-Dime
–dijo Nadine.
-Bueno,
ustedes saben que soy de las personas que hablan sin pelos en la lengua. Yo me
lanzo directo y sin escalas a la yugular de mis enemigos, si son apristas y
fujimoristas mucho mejor.
-Claro,
sabemos que eres confrontacional.
-Exacto,
es mi naturaleza. Es algo que no puedo controlar. Yo soy así y así seré
siempre. No puedo ir en contra de quien soy. Sencillamente no puedo.
-Si
quieres ser Premier tendrás que dialogar y ser conciliador.
-No
hay problema.
-Excelente
–dijo Humala-. Vamos viendo pues cómo van las cosas. Por lo pronto vamos a dar
la imagen de que el gobierno quiere dialogar y no pelearse con el Congreso.
-¿Pero
al nombrarme Premier no está dando justamente la imagen contraria?
Humala
y Nadine se miraron. El silencio llenó la oficina presidencial.
-¿Quieres
o no ser Premier? –dijo Nadine de pronto-. Si tienes dudas dime de una vez para
llamar a nuestra siguiente opción.
-¿Otárola,
Isla, Von Hesse?
-No,
“Chocherín”.
Cateriano
se puso de pie nuevamente.
-Acepto
desde luego –dijo Cateriano-. Olvídense de lo que les dije. No me hagan caso.
-De
acuerdo, dalo por hecho.
-Una
cosa más antes de retirarme. ¿Seguiré con la cartera de Defensa?
-No
–dijo Humala-. Preferimos que te concentres en la PCM.
-¿Y
quién me va a reemplazar?
-Tenemos
algunos nombres. Yo tengo mi favorito.
-Ollanta
–dijo Nadine- ya hemos hablado de eso.
-Pero
Nadine, Antauro no es tan malo como
piensas.
Cateriano se levantó de la
silla. Se quiso despedir, pero Ollanta y
Nadine seguían discutiendo sin prestarle atención. El flamante Premier se retiró
casi sin hacer ruido. Salió de la oficina y cerró la puerta tras de sí. “¿Quieren
que sea conciliador? ¿Que me resista a atacar a los fujimoristas y apristas?”,
pensó. “Vaya, ¡qué duro es ser Premier!”.
Publicada en la revista Velaverde Nº109
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