Gustavo Adrianzén: Aló, ¿ministro Quero? Le habla el premier.
Morgan Quero: Sí, dígame.
GA: Mire, lo llamo para decirle que sé muy bien lo que está haciendo.
MQ: No puede ser. Me aseguraron que en el baño del ministerio no había cámaras.
GA: Pero, ¿de qué me está hablando?
MQ: Primero dígame usted, ¿de qué me está hablando?
GA: Yo me refiero a sus declaraciones. A lo que dijo cuando le preguntaron por la baja aprobación de la presidenta.
MQ: Querrá decir de “la señora presidenta”.
GA: Sí, claro, de “la señora presidenta”. ¿Se acuerda de lo que dijo?
MQ: Sí, dije que aunque tenga baja aprobación, podría liderar las encuestas para las elecciones presidenciales.
GA: Eso mismo. No crea que no me doy cuenta de sus intenciones con la presidenta.
MQ: Perdone, pero yo soy un hombre casado.
GA: No se haga el gracioso. Lo que usted quiere es ser el escudero presidencial.
MQ: ¿Yo? ¿Para qué?
GA: Es obvio. Para que, ante cualquier error mío, usted pueda ocupar mi cargo.
MQ: Se equivoca, premier. A mí me gusta trabajar
GA: ¿Entonces me promete que de ninguna manera aceptará ocupar mi silla?
MQ: Se lo prometo. Cualquier cosa, yo llevo la mía.