Pocas
veces hemos presenciado un apanado mediático tan injusto como el que ha sufrido
el exalcalde y expresidente regional del Callao, Alex Kouri. Caído en
desgracia, ha sido puesto preso por un juez que, de pronto y sin previo aviso,
se decidió tramposamente a hacer justicia; y aquí en el Perú todavía.
Es,
asimismo, lamentable que Kouri haya tenido un juicio sumario que duró apenas 12
años, tiempo insuficiente siquiera para armar una buena coartada. Además, es
más que evidente que la prensa ha tomado partido rápidamente en contra de él. Sin
embargo, ello era previsible, a algunos medios les gusta dejarse arrastrar por los hechos y la verdad.
Pero,
¿de qué se acusa a Kouri? ¿De ser un visionario? ¿Un incomprendido de su
tiempo?
Todo
comenzó una mañana de 1999 en la que el entonces alcalde del Callao se despertó
con una idea en la cabeza: hacer dinero, perdón, hacer un peaje. A diferencia
de muchas autoridades que se quedan entrampadas en sus proyectos, Kouri pisó el
acelerador a fondo. De esta forma, no perdió tiempo en absurdas e innecesarias
licitaciones y contrató a una empresa vinculada a su familia política, es
decir, de su más absoluta confianza.
A
pesar suyo, recién el 2004 las magníficas casetas del peaje se incorporaron al colorido paisaje chalaco. Los encargados de cobrar el peaje se encontraban listos
para llenar sus cajas, mientras los miembros de la empresa y Kouri salivaban, tanto que bien pudieron haber sido estudiados por Pávlov.
Entonces
empezó el cobro del peaje a los miles de vehículos que pasaban por aquel lugar,
muchos de los cuales iban y volvían del aeropuerto. De pronto, un día, alguien puso
un “pero”; ya se sabe, nunca falta una persona negativa, pesimista, anclada al
pasado que no quiere la modernidad. Este señor se preguntó: ¿Y cuál es la pista
construida por la que se paga peaje? Rápidamente la pregunta saltó a la prensa
que insistía en por qué se cobraba si no había ninguna obra que lo amerite.
En
seguida, Kouri salió al frente y dejó a
todos callados cuando les mostró que habían construido una carretera afirmada y
arreglada de 10 cuadras, pero cuadras largas. De esa manera se justificaba los
13 millones de dólares que se recaudaba cada año.
Si
todo esto no es suficiente para demostrar la inocencia de Kouri, a continuación,
le mostramos una prueba irrefutable. Se trata de un extracto de la
transcripción que el propio exalcalde hizo de un vladivideo inédito.
Montesinos:
Alex, ¿cómo estás?
Kouri:
Bien, doc.
Montesinos:
¿Y a qué se debe su visita?
Kouri:
He venido a decirle que no cuente conmigo para ningún negociado.
M:
Me extraña Alex.
K:
Sí, lo extraño, pero eso ¿qué tiene que ver?
M:
Quiero decir que me extraña que me digas que no va a hacer negocios conmigo.
K:
Lo que pasa es que soy un hombre decente y de principios.
M:
Ya pues, Alex, ¿con quién crees que estás hablando?
K:
En serio doc. Está usted viendo a otro hombre.
M:
Será otro hombre pero con la misma billetera.
K:
Se equivoca doc, ya no quiero andar por el mal camino.
M:
¿Ah sí? ¿Entonces no quiere que hagamos negocios?
K:
No, negociados nomás.
M:
Ya decía yo.
K:
Perdone doc, me ganó la costumbre, pero la verdad es que de ahora en adelante
quiero llevar una vida de servicio a los demás.
M:
¿Y qué pasará con el peaje?
K:
¿Qué peaje?
M:
El peaje pues, no te me hagas el loco.
K:
No sé de qué me habla.
M:
Entonces no te acuerdas que en el peaje está el negocio.
K: No, no me acuerdo. Ni siquiera sé qué es un peaje.
En
el extracto que acabamos de ver se muestra claramente que el exalcalde del
Callao desconoce cualquier irregularidad en el robo, perdón, el cobro del peaje. Es más, Kouri se
muestra como un hombre de bien, honesto, preocupado por la sociedad, carente de
malicia, casi un santo.
Kouri
es, sin duda, un perseguido político, o ¿acaso no es política del Poder
Judicial perseguir a los corruptos?
Finalmente,
nos unimos a todos los hermanos chalacos que muestran su dolor y pesar al enterarse que Kouri ha sido abusivamente enmarrocado y llevado a Piedras Gordas de Ancón. “Es injusto. Deberían haberlo traído aquí al Callao, a Sarita Colonia”,
dijo, afligido, uno de sus allegados.
Publicado en la revista Velaverde Nº170
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