Ollanta Humala se encuentra en uno de los salones
de Palacio de Gobierno. Está guardando cosas en una caja. Entonces ingresa su
edecán.
-Oe te buscan.
Humala levanta la mirada y mueve la cabeza.
-¿Qué le pasa a usted? ¿Qué es eso de “oe”?
Recuerde que todavía soy el presidente de este país.
El edecán asiente.
-Perdone
señor presidente, es que le falta tan poco.
-A
usted no le interesa cuánto me falta. Y pórtese bonito porque todavía puedo
echarle a perder el legajo.
-No,
no, eso sí que no, excelentísimo señor Presidente.
-Así
me gusta. Ahora dígame, ¿quién me busca?
-Es
Waikiki.
-¿Waikiki?
¿De la playa Waikiki?
-No,
Waikiki pues.
-Óigame
edecán. No estoy para adivinanzas, hágame el favor de ir y averiguar bien.
El edecán hace una venia y sale del salón,
mientras Humala vuelve a ocuparse de la caja. A los poco segundos, el edecán
vuelve.
-Señor
excelentísi…
-Ya,
no te gastes, ¿quién quiere verme? ¿No era Waikiki?
-No,
señor presidente, era un tal Valakivi. ¿Lo conoce?
-Claro
que lo conozco. Es el Ministro de Defensa. Hazlo pasar.
El edecán vuelve a hacer una venia aún más notoria
y se va. En seguida, ingresa el ministro, cargado de folders y papeles.
-Jakke,
¿cómo estás? –dijo Humala estirándole la mano para saludarlo.
-Bien,
señor presidente –respondió estrechando la mano de Humala, pero despacio, con
miedo a que se le caigan los documentos que había llevado. Valakivi toma
asiento y pone todo sobre la mesa central.
-Me
disculpas Jakke que te reciba así en este desorden, pero estoy ya empacando
algunas cosas. Tú sabes, el 28 soy fuga.
-¿Entonces
es cierto que se va a escapar?
-No,
Jake, no entiendes. Cuando dije soy fuga fue solo una expresión.
-Si
usted lo dice.
Humala
lo mira serio durante unos segundos, luego vuelve a guardar cosas en la caja.
-Mire,
señor presidente, le cuento. Estamos en graves problemas.
-¿Qué
pasa? –pregunta Humala, sin alarmarse, sin dejar de guardar cosas.
-En
el Congreso me quieren censurar.
-¿Por
qué?
-Porque
tengo problemas con la inteligencia.
-¿Por
eso? No te preocupes. Yo estoy peor que tú y nadie me ha dicho nada.
-Señor
presidente, le estoy hablando de la inteligencia en el VRAEM.
-Ah
sí, claro. ¿Cómo va esa denuncia contra
los periodistas?
-La
denuncia ya la hicimos. Ahora depende del Poder Judicial. Pero el problema no
es ese.
-Entiendo,
estás preocupado por cómo se manejará ahora la inteligencia.
-No,
señor presidente. El asunto es más grave todavía.
Humala deja la caja por un instante y observa a
Waikiki, perdón, a Valakivi.
-¿Más
grave? ¿No me digas que esto me involucra a mí?
-No,
a usted no.
-¿A
Nadine?
-No,
señor presidente, el asunto me involucra a mí. No sabe lo grave que sería si me
censuran.
El presidente esbozó una sonrisa y movió la cabeza
a los lados.
-¿Por
eso te haces tantos problemas?
-A
mí nunca me han censurado.
-Hace
un momento estábamos hablando que ya nos quedaba poco tiempo en el gobierno.
-Sí,
lo sé.
-¿Y
entonces? ¿Qué te puede importar que te censuren o no? Si es por la grati no te
preocupes, yo hablo con el MEF y así te saquen del ministerio igual recibes tu
grati completa.
-Vamos,
señor presidente. No es justo que me pase esto y le voy a explicar por qué.
El Ministro de Defensa coge el primer folder de la
ruma de cosas que puso en la mesa.
-Mire,
señor presidente, de acuerdo a la ley de información clasificada…
-No,
Jakke, no quiero me que leas nada. No es momento para eso.
-Pero
solo le quiero leer la parte que…
-No,
Jakke, olvídalo.
-Pero
¿y la censura?
-Te
censurarán pues, nadie se ha muerto por eso.
-Es
que no es justo. Por último yo ni quería denunciarlos, pero cuando hablé con
Nadine…
-Ya
no hablemos de ese tema.
-Pero
si de eso he venido a hablar señor presidente. Todos dicen que en lugar de
denunciar a los periodistas debería haberles agradecido por descubrir un caso
de corrupción.
Humala saca de la caja una fotografía enmarcada.
En ella se ve a un mucho más joven Ollanta, tomado de la mano de Nadine. Lo
mira, sonríe y se lo muestra a Val Kilmer, perdón, a Valakivi.
-Mira Jakke, nos tomaron esa foto en Cusco, en
plena campaña del 2006.
El Ministro de Defensa mira la foto y apenas
fuerza una sonrisa. Luego vuelve a mostrarse preocupado.
-¿Y
entonces señor presidente? ¿Me puede ayudar?
-¿Ayudar
a qué? –dijo regresando la foto en la caja.
-A
evitar la censura.
-Olvídate
de la censura Jakke. A estas alturas qué importa eso.
-Pero
señor presidente, quizá si habla con los congresistas del nacionalismo me
puedan dar una mano.
-¿Con
quién hablo? ¿Con Abugattás? ¿Con Chehade? Ya pues Jakke, lo que deberías
preocuparte es dejar todo en regla en el ministerio.
-¿Qué
insinúa señor presidente?
-Nada,
no insinúo nada. Solo te digo que deberías pensar más en la transferencia que
en otra cosa.
El Ministro de Defensa se pone de pie. Le estrecha
la mano a Humala, recoge sus papeles de la mesa y camina hacia la salida del
salón.
-Te
deseo toda la suerte del mundo –le dijo Humala, sin verlo.
-Gracias
–respondió Valakivi y volteó para agregar- A usted también le deseo toda la
suerte del mundo con la agenda, señor presidente.
-¿Con
qué agenda?
-Con
la agenda que tiene que cumplir de aquí hasta el 28.
-Ah
ya –dijo Humala, mirándolo serio- Pensé que me estabas insinuando algo.
-No, señor presidente, de
ninguna manera.Publicado en la revista Velaverde Nº171
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