Domingo, 9 de la
mañana. En un salón privado de un chifa limeño, la candidata Verónika Mendoza
me espera. Tras saludar a su asistente personal y a su encargado de prensa,
ingreso y saludo a la candidata. Me
parece extraño verla ahí y a esa hora. En seguida advierte mi sentir.
-¿Te preguntarás por qué
te recibo aquí y no en el local de campaña?-me soltó de golpe, como si nos
conociéramos de antes.
-¿Porque aquí se come
mejor?
Mendoza sonríe.
-No, no es por eso,
aunque sí tienes razón sobre la comida.
-¿Y entonces por qué?
-Nada especial en
realidad. Vamos a tener una reunión de
trabajo con mis colaboradores más cercanos.
-¿Marco Arana va a
venir?
-Siéntate, no me vas
a entrevistar de pie, ¿no?
Me siento casi del
otro extremo de la gran mesa redonda.
-Dime –me dijo
mostrando su mejor sonrisa.
-Bueno, lo primero
que quería peguntarle señora Mendoza.
-Dime Verónika, o
Vero si quieres.
-Prefiero decirle señora
Mendoza, si no le molesta.
-Claro que no, te
escucho.
-Hablemos de su
campaña. Dígame la verdad, ¿alguna vez imaginó que faltando solo días para las elecciones usted
estaría cerca de pasar a la segunda vuelta?
-Desde un inicio
hemos trabajado con la debida humildad y es gracias al sacrificio de nuestra
gente que hemos avanzado y seguimos
avanzando.
Siento que es la respuesta de una alumna preparada.
-¿Le molesta que le
digan “roja”? ¿Le molesta que la etiqueten?
-¿Que me etiqueten en
el face? Bueno, depende de la foto.
-Yo le
hablo de los calificativos que recibe por ser de izquierda. Por ejemplo, PPK
le dijo “media roja”. ¿Eso le molestó?
-Un poco, nunca me ha
gustado hacer las cosas a medias.
-Pero vamos, señora
Mendoza, ¿me está tomando el pelo?
Mendoza pierde la
sonrisa un momento, pero en seguida recupera la postura.
-No, para nada. Pero
es que me parece tonto que la gente me diga eso de roja.
-¿Hay un tinte
político?
-Un tinte rojo más bien.
-¿Dónde está Marco
Arana?-le pregunté de golpe, esperando su reacción.
-Eso también me
parece tonto.
-¿Marco Arana?
-No, esto de que se
dice que Marco Arana está escondido. Que yo no quiero que me vean con él.
-¿Lo niega entonces?
-Claro, lo niego
rotundamente.
-¿Y Arana va a venir
ahora a la reunión que tendrá aquí?
-Felizmente que no.
-¿Cómo dijo?
-Digo que felizmente
que no va a venir porque eso quiere decir que sigue haciendo campaña.
La candidata desvía la mirada, parece una risa nerviosa. -Pero él es un
antiminero.
-Eso sí que no.
Nosotros creemos en la minería responsable. Arana no es ningún antiminero, al
contario, le diría que es el prominero.
-¿Prominero?
-Claro, porque quiere
prohibir las minas.
-Entonces lo admite.
-No admito nada. Él
quiere prohibir las minas ilegales.
-Hablemos de las
agendas de Nadine.
-Prefiero las de
Hello Kitty.
Mendoza alza las cejas.
-Por favor,
candidata, lo que quiero saber es por qué ahora admite que podría haber escrito
en las agendas.
-Porque es cierto, no
lo recuerdo, pero podría haber escrito alguna vez.
-Pero usted lo ha
negado tajantemente.
-Exacto.
-¿Y ahora dice que
podría ser?
-Exacto.
-¿No le parece eso
contradecirse?
-Exacto.
La líder del Frente Amplio le
da una mirada a su reloj
.
-No me diga que ya
tenemos que terminar.
-No es por mí, pero
me dicen que ya va a empezar la reunión.
-Seré más directo.
Dígame señora Mendoza, usted estuvo los primeros años con la pareja Humala
mientras buscaba financiación para el nacionalismo.
-Es cierto, es
algo normal, pero yo no he participado
de ninguna financiación extraña ni nada que tenga que ver con transacciones
irregulares.
-¿Entonces no sabía
nada de Venezuela?
-Bueno, me sabía
“alma llanera”.
-¿Y qué me dice de la
situación que se vive allá? ¿Maduro es un dictador?
-Maduro ha sido
elegido en elecciones limpias, hasta el
ánfora era transparente.
-Pero entonces ¿no
reconoce nada malo en Maduro?
-Bueno sí, su corte
de pelo es pésimo.
-Vamos candidata,
¿usted cree que Maduro respeta la libertad de expresión?
-Maduro es totalmente
libre de expresarse.
-Pero, vamos, ¿qué opina usted? ¿En verdad no cree que el
gobierno de Maduro es autoritario?
Mendoza titubea por un momento.
-No.
-¿No?
-No, solo tiene mucha
autoridad.
En ese momento, el
asistente y el encargado de prensa ingresan intempestivamente y me hacen una
señal del tipo: “hasta aquí nomás”. Mendoza vuelve a sonreír, distendida.
-Gracias por la
entrevista –me dice y nos damos la mano.
Cuando estoy saliendo del
chifa, veo que Mendoza y sus colaboradores estallan de felicidad y hasta
aplausos se escuchan. Imagino que acaban de recibir la última encuesta que,
quizá, ya la ponga en segundo lugar. Si
es así, Mendoza no será la única candidata que salte de alegría.
Publicado en la revista Velaverde Nº159
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