En las instalaciones
del ex Fundo Barbadillo, Kenji y su
padre están sentados sobre dos sillas de mimbre. Están uno al lado del otro,
ambos con la vista en el amplio jardín que rodea la residencia –que algunos
eufemísticamente llaman cárcel- del expresidente.
El silencio los acompaña y no
parece incomodarle a ninguno de los dos.
Casi dos minutos después, Kenji habla.
-Papi, a veces me
pongo a pensar…
-Eso es bueno hijo.
-Pero escúchame, te
estoy diciendo que a veces me pongo a pensar en los peruanos.
-¿Cómo así? No
entiendo.
-Me refiero a los
peruanos que votaron por Keiko. O sea, no me malentiendas padre pero a veces,
solo a veces, me pongo a pensar en que cómo es posible que después de lo que pasó
en tu gobierno, todavía sigan votando por nosotros.
-Querrás decir por mí.
-Bueno, sí, por ti. O
sea, en verdad, ¿no te parece raro?
Alberto Fujimori gira
su cabeza para ver bien a su hijo.
-A ver, Kenji, ¿a
dónde quieres llegar?
-Yo quisiera llegar a Disney –dijo
dirigiendo la vista hacia su padre-. Tiempo que no voy, ¿vamos?
-Lo que quiero saber
es a dónde quieres llegar con esos pensamientos.
-Es que a veces esa
gente me da pena.
-¿Pena por qué? Si
cuando vas les regalas cosas. Deberían estar agradecidos.
-Y sí están
agradecidos. Pero yo me pongo a pensar que pasaría si la cosa fuera al revés.
-¿Al revés?
-Claro papi, mira,
¿qué tal si viene a pedirnos su voto un candidato que ha robado al Estado, ha
violado los derechos humanos, ha comprado a congresistas, ha comprado jueces,
magistrados y medios de comunicación? ¿Cómo llamarías a alguien así?
-Colega.
Kenji hace una mueca
indescifrable y suspira profundamente.
-Mira Kenji, si los
peruanos nos quieren, ¿qué podemos hacer?
-Pero ¿no te parece
que es algo extraño?
-Ya pues hijo, ¿vas a
acabar diciendo que la gente no debió votar por mí?
-Querrás decir por Keiko.
-No, quiero decir por
mí.
-No es eso papi, solo
que a veces me pongo a pensar…
-Sí ya sé que a veces
te pones a pensar, pero piensas cosas raras.
-Mira, papi, por
ejemplo, me pregunto por qué soy el congresista más votado.
-Porque eres un
Fujimori.
-Pero ¿acaso no tengo
ninguna virtud?
-Claro, tu apellido.
-Lo sé papi, pero
quisiera creer que han votado por algo que yo haya hecho.
-Te torturas por
gusto hijo. Ya te lo he dicho antes y te lo repito. Te hace daño pensar. Eso de
ponerse a pensar es para los filósofos.
-Pero papi, no sé, la
vez pasada que fui el congresista más votado me puse feliz, pero ahora quiero
saber por qué votaron por mí.
-Mira Kenji, ya sé qué
estás pensando, pero te equivocas. No han votado por ti solo porque eres mi
hijo.
-¿En serio?
-Claro, también lo
han hecho porque eres hermano de Keiko.
Kenji enmudece. Esta
vez el silencio es incómodo.
-Mira Kenji –dijo su
padre-. En serio te digo que la gente ha votado por ti sobre todo por tu
simpatía.
-¿Mi simpatía?
-Eso mismo, he visto
como la gente te sonríe.
-¿En serio?
-Claro hijo, sobre todo cuando les estás dando los regalos. Además, la
simpatía no se compra en el mercado.
-¿Entonces dónde se
compra?
-En ningún sitio
Kenji. Uno nace con eso.
-Ah ya, así como el
cordón umbilical.
El expresidente mueve
la cabeza a los lados.
-Sí, claro, Kenji,
como el cordón umbilical.
-Gracias papi, me
siento más tranquilo. Entonces mi ventaja es mi simpatía.
-Exacto, siempre y
cuando no te cambies de apellido.
-Claro que no.
Fujimori se reacomoda en el asiento.
-Ahora, hijo, hablemos de
cosas realmente importantes.
-¿De qué quieres
hablar?
-De mí. Dime, ¿qué
dice Keiko? ¿Cuándo voy a poder salir de aquí?
-Bueno, si Keiko gana
seguro que el mismo 28 de julio ya estás saliendo.
-Caramba, sería
excelente que me dé tiempo para ir al Congreso y ver la juramentación de Keiko.
¿Tú crees que llegue a verla con la banda?
-No sé papi, creo
mejor nos reunimos con la banda en privado. Además va a demorar un poco más
sacar al tío Vladi y a los demás,
-No, Kenji, yo me
refiero a la banda presidencial.
-Ah ya, no sé papi.
Primero hay que ver si Keiko gana. Acuérdate que ya no controlamos la ONPE como
cuando estaba Portillo.
-¿Verdad no? Qué
desesperante esto de la democracia, pero bueno, ya todas estas gollerías se
acabarán cuando volvamos al poder.
-Si es que ganamos.
-Claro que vamos a
ganar. No deberías dudarlo ni un minuto.
-Está bien papi.
-Tu hermana tiene que
ganar.
-Si tú lo dices, así será.
Otro vez quedan en silencio durante algunos segundos, hasta que el expresidente volvió a insistir.
-No es que solo que yo lo diga, su victoria es un hecho. Además, si no llega a Palacio, ¿cómo voy a gobernar?
-Pero papi, la que gobernaría
sería Keiko, tú no.
-Sí, claro, Kenji, ¡cómo no! La que va a gobernar es tu hermana y
yo me quedaré tranquilito en casa jugando a los naipes con Mark.
-Me parece que no lo
dices en serio.
-Vaya al menos te
diste cuenta.
-Claro que me di cuenta.
A Mark no le gustan los naipes.
Publicado en la revista Velaverde Nº161
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