Son las 10 de la
mañana del viernes 18 de marzo. Estoy esperando que llegué la persona que logré
contactar gracias al amigo de una amiga. Él tiene información sobre lo que pasó
durante un concurso organizado por Factor K en el Callao. Por este evento el
JNE ha abierto un proceso de exclusión a la candidata Keiko Fujimori.
Llevo 20 minutos
esperando y ya me terminé mi segundo vaso de jugo de naranja. Pero ya veo que
viene, lo distingo por su foto del Facebook. Lleva unos pantalones anchos, un
polo enorme y una gorra. Alzo la mano para que se acerque. Me saluda un poco desconfiado. Le digo que
pida lo que quiera. Pidió un jugo de fresa y un sándwich de
chicharrón.
-¿Tú eres el periodista?
-Sí, claro.
-Mi causa me dijo que
me iba a caer un billete.
-Te llamas Juanjo,
¿no?
-Sí.
-Mira Juanjo,
nosotros no pagamos a los entrevistados.
-A mí me dijeron otra
cosa.
-Mira Juanjo, a mí
también me dijeron otra cosa.
-¿Qué cosa?
-Que estabas
descontento con el trato que te habían dado en Factor K y por eso estabas
dispuesto a hablar.
Juanjo me miró con
curiosidad un par de segundos. Cogió la visera de su gorro y la bajó un poco.
-Sí, es verdad, a mis
amigos y a mí nos prometieron que nos iban a dar dos billetes de 50 a cada uno
si íbamos ese día y gritábamos por Keiko.
-¿Y no cumplieron?
-No, nos dieron un
billete de 100. ¿Te puedes imaginar eso? ¿Quién nos iba a cambiar un billete de
100 soles?
-Pero me dijeron
también que no solo fuiste a gritar por Keiko sino que ya llevabas tiempo
trabajando con Factor K.
-¿Trabajando? Hasta
donde sé si trabajas te pagan.
-Entonces, ¿no te
pagaban?
-No, bueno al
comienzo sí, pero después ya la cosa fue cambiando. Creo que el hombre se cansó
de gastar o algo así.
-¿Quién?
-Había un nombre que
era el que nos decía qué hacer.
-¿Cómo se llamaba?
-A ver…era uno que no
hablaba bien el español.
-¿Acuña?
-No.
-¿Kenyi?
-No, ya me acordé. Matt
o Mack, algo por ahí.
-¿No será Mark?
-Sí, Mark. Un gringo
con cara de no matar ni una mosca.
En seguida saqué mi
celular y lo puse sobre la mesa.
-¿Te molesta si grabo
la conversación?
Juanjo movió sus ojos
a un lado, dio un suspiro y dijo que no moviendo la cabeza. Busqué la aplicación
y empecé a grabar.
-Entonces Mark era el
encargado del dinero.
-Sí, cuando había que
pagarnos era él quien llegaba con un maletín y unos chalecos bravos.
-Entiendo, los
chalecos eran para repartirlos también.
-No causa, no me
entiendes. Chalecos pues, o sea seguridad, venía con dos grandazos, un par de
roperos y cuando digo roperos no me refiero a los muebles.
-Sí, claro, ya
entendí. Bueno, entonces el dinero de Factor K no venía de ese empresario
fujimorista del que estaban hablando.
-No, lo traía el
gringo ese.
-Pero algo no me
cuadra, ¿por qué se arriesgaría tanto Mark a venir él mismo? Si la prensa lo
hubiera visto habría sido un escándalo.
-Ah bueno no sé. Para
mí que no confiaba en nadie más.
-Puede ser. De
repente venía con algo para que no lo reconozcan.
-Bueno, venía con
lentes.
-Claro, con lentes
oscuros para disimular.
-No, con lentes de
contacto.
Entonces el mozo
llegó con el jugo de fresa y el sándwich pedido por Juanjo. Mi invitado no
tardó en empezar con el jugo. “Le falta algo de azúcar”, me dijo algo
decepcionado. Luego le dio el primer mordisco al pan con chicharrón y dijo: “No
está mal”.
-A ver Juanjo, para
ti hay alguna duda que el dinero que se entregó en el concurso era dinero del
fujimorismo.
-Era dinero de Factor
K.
-Ya sé eso.
-¿Entonces para qué
preguntas?
-Mira Juanjo, me
acabas de decir que Mark, el esposo de Keiko, le llevaba el dinero a la gente
de Factor K.
-¿El gringo es el
esposo de Keiko?
-Claro.
-No sabía. ¿Y cómo
están? ¿Bien? ¿Qué tal se llevan como pareja?
-No sé Juanjo, no
tengo idea. Pero no nos desviemos y retomemos. Mark le daba dinero a Factor K.
-Ya te dije que sí.
-Y con ese dinero es
que se le pagó a los ganadores del concurso.
-Eso mismo.
Apenas terminó de
responder, Juanjo dio otra mordida al sándwich. Yo enmudecí unos breves
segundos, mientras terminaba de saborear la primicia.
-Bueno Juanjo. Con
esto vamos a tumbar a Keiko. El JNE la tendrá que sacar de carrera.
Entonces Juanjo casi
se atora. Tosió un par de veces y me miró serio.
-¿Qué dices?
-Nada Juanjo, no me
hagas caso.
-¿Cómo que nada? Es
verdad que estoy molesto con la gente de Factor K, pero con Keiko es otra cosa.
Yo quiero que me paguen lo que me deben, pero quiero que gane Keiko.
-¿Puedo saber por
qué?
-No, causa, no
puedes. No tengo por qué darte explicaciones.
-Tranquilo Juanjo,
solo era una pregunta.
Entonces, de pronto,
Juanjo se puso de pie.
-Hazte de cuenta que
no he dicho nada. No te conozco y no pongas mi nombre ni nada de lo que te he
contado.
-¿Y si te cambio de
nombre? Nadie sabrá que fuiste el que me contó lo de Mark.
Juanjo negó con la
cabeza.
-No te conozco y no
me conoces.
Entonces se tomó lo
que quedaba del jugo, cogió el último pedazo del pan y se fue. Mientras lo vi
partir y dejar el local, muchas interrogantes vinieron a mí. ¿Debo publicar la
entrevista? ¿Debo tratar de conversar con otro miembro de Factor K? ¿Debo
dejarle propina al mozo?
Pese a todo decidí
publicar nuestra conversación. Todo lo dicho aquí es verdad salvo, desde luego,
la identidad de mi informante involuntario. Por lo que, como se pueden imaginar,
Juanjo en realidad no es Juanjo y, para ser totalmente sincero, al jugo no le
faltaba azúcar; bueno, quizá un poquito.
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