En Palacio de Gobierno, Ollanta Humala y Nadine
Heredia se encontraban sentados frente al exministro Daniel Urresti.
-Bueno, Daniel –dijo Humala-. Supongo que ya sabes
para qué te hemos llamado.
-Lo imagino.
-Queremos deshacernos de Von Hesse.
Urresti abrió los ojos y elevó sus cejas.
-Este, ya, ya, no hay problema. ¿Sería como un accidente?
-Pero de qué estás hablando Daniel, cuando digo
que queremos deshacernos de Von Hesse quiero decir que ya no lo queremos como
candidato. Eso nomás.
-Claro, claro –dijo Urresti-. Yo también me
refería a eso.
Humala movió la cabeza y miró de reojo a la
primera dama.
-A ver Daniel – aclaremos las cosas. No tenemos
nada en contra de Milton.
-Tampoco tienen nada a favor.
-Daniel, te recuerdo que Milton es un técnico muy
capaz –dijo Humala.
Urresti hizo una mueca de fastidio.
-Mire señor presidente, dejémonos de rodeos. Antes
de llegar a Palacio vi en el twitter que Von Hesse ya renunció.
Heredia dejó ver una sonrisa.
-Entonces ya lo sabes –dijo Humala.
-Sí, señor presidente. Ahora yo soy el candidato
presidencial del nacionalismo.
-Precandidato todavía –dijo Humala.
-No te preocupes Daniel –dijo Heredia-. Tienes
razón. Ahora eres nuestro candidato presidencial y estamos apostando por ti.
Urresti se puso de pie y se frotó las manos.
-Me voy entonces- dijo Urresti-. Hay mucho por
hacer.
-Todavía no te vayas, queremos decirte algunas
cosas.
Urresti, con fastidio poco disimulado, se volvió a
sentar.
-Mira Daniel –dijo Humala-. No te voy a mentir. Es
muy difícil que ganes, pero lo importante para nosotros es que pases la valla y
coloquemos la mayor cantidad de congresistas posibles.
-Ahí está lo malo pues.
-¿Cómo dices? –dijo Heredia.
-Con todo respeto señor presidente y primera dama,
pero así no juega Perú. Si yo me estoy lanzando es porque sé que puedo ganar.
-Ah bueno, está bien que seas positivo –dijo
Humala.
-No es ser positivo señor presidente, es ser
realista. Mire usted, la gente en la calle me quiere. Me saludan, algunos me
vacilan, pero con cariño, ¿me entiende?
-Bueno, la verdad a mí ya ni me saludan –dijo
Humala.
-¿Y usted primera dama? Usted sí debe tener seguidores
todavía.
-Sí, claro, el Poder Judicial y el Ministerio
Público.
Urresti movió la cabeza a los lados.
-Bueno, Daniel, si estás tan seguro de tu triunfo
en buena hora. Todos estamos de acuerdo en que mientras mejor te vaya a ti,
mejor nos irá a nosotros.
-Eso sí Daniel –dijo Heredia- vas a contar con
todo el apoyo del partido.
-¿Y los congresistas?
-También te van a apoyar.
-No, primera dama, le pregunto por la lista
congresal. Supongo que podré elegir a los que van a postular al Congreso.
-Daniel, olvídate de eso, esas son cosas del
partido.
-Pero hay gente que siempre me ha apoyado y les he
prometido ponerlos en la lista.
-Ya eso lo vemos después. Ahora hay que relanzar
tu candidatura.
-No será fácil, tus críticos van a volver a decir
que eres un asesino.
-Es lo más probable.
-Pero no lo eres, ¿no?
-Claro que no.
-Qué bueno –dijo Humala-. Y también te dirán que
eres un violador.
-Seguro que lo harán.
-Pero no lo eres, ¿no?
-Por supuesto que no.
-Qué alivio. También dirán que eres autoritario,
machista, retrógrado, impulsivo, abusivo y mandón.
-De todas maneras.
-Pero…pero bueno qué importa lo que digan.
-Claro que no señor presidente. Le aseguro que en
la próxima encuesta ya voy a aparecer. Y de aquí a un mes voy a estar alcanzando
a PPK.
-Ese es el espíritu –dijo Heredia.
-Además –dijo Urresti-. Tengo la ventaja de contar
con los recursos del Estado para mi campaña.
Humala y Heredia se miraron.
-No, Daniel –dijo Humala-. Aquí no mezclamos las
cosas. Una cosa es el Estado, que es la plata de todos y otra cosa muy distinta
es la plata del partido. No te confundas.
-De acuerdo –dijo Urresti-. ¿Y si se acaba la
plata del partido?
-Ahí sí agarramos la plata del Estado.
-Entiendo –dijo Urresti-. Entonces todo bien.
-Eso mismo –dijo Heredia-. Todo bien.
Entonces Urresti se puso de pie.
-Ahora sí me voy. Les agradezco la confianza y les
prometo que no los voy a defraudar.
-Bueno Daniel, estamos depositando…
-¿Cuánto? –dijo Urresti-. ¿En dólares o soles?
-No, Daniel –dijo Humala- te digo que estamos
depositando nuestra confianza en ti.
-Ah ya, eso sí lo sé. ¿Alguna última recomendación?
Humala lo miró detenidamente.
-Sí. Nunca mezcles vodka con redbull.
Publicado en la revista Velaverde Nº144
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