Perú. Agosto del año
2000. El flamante congresista Waldo Ríos viajaba desde el centro de Lima hasta
Chorrillos. Con las ventanas arriba para no estropear el aire acondicionado,
Ríos miraba la calle, la gente pasar y todo parecía estar tranquilo. La
realidad, en cambio, era otra; el país seguía convulsionado y las fuerzas de
oposición, a las que Ríos pertenecía, todavía no lograban hacerse la idea de un
tercer mandato fujimorista.
Cuando su auto llegó
al SIN, bajó y lo llevaron hasta una pequeña antesala. Media hora después,
apareció Montesinos. Con ademanes campechanos, lo saludó y lo hizo pasar a la
oficina. Fueron directamente hasta la llamada “salita del SIN”.
Ríos achinó de pronto
los ojos.
-Vaya luces –dijo-.
Esto parece un set de televisión.
-Las cosas que dices
–dijo Montesinos.
Ríos caminó unos
pasos y se sentó en una de los sillones, pero Montesinos siguió de pie. Entonces
ingresó una joven y empezó a empolvar el rostro de Ríos.
-¿Qué está haciendo?
–dijo Ríos mirando a Montesinos.
-Nada Waldo, tú
tranquilo, es solo para que la luz no te rebote.
Cuando la chica
terminó, se levantó y se fue. El asesor presidencial se sentó junto a Ríos y le
agradeció por haber venido.
-De nada –dijo Ríos-.
Todo por el país.
De pronto, un hombre
apareció en la salita. Era Huamán Azcurra.
-Perdonen que
interrumpa –dijo y luego dio una rápida mirada a uno de los cuadros de las
paredes-. ¿Usted cree señor congresista que podría sentarse mejor de este otro
lado? Así se le vería mejor.
-¿Cómo que se me vería
mejor?
-No –intervino
Montesinos- lo que pasa es que él se encarga de la seguridad y siempre tiene
que tener a la vista a los invitados.
-Ah ya, por un
momento pensé que me estaba grabando o algo así- dijo al pararse y cambiarse de
lugar.
-No pues Waldo –dijo
Montesinos, sentándose al fin-. ¿Para qué me voy a grabar yo mismo?
Huamán Azcurra dejó
la salita. Montesinos entonces se inclinó hacia la mesa de centro y recogió un
sobre que estaba ahí.
-Mire, mi estimado
Waldo, el país necesita gobernabilidad y
para eso el gobierno debe fortalecerse. Debemos tener apoyo en el Congreso. Para
eso necesitamos gente como usted.
-Gente capaz.
-No, gente con una
curul.
-Entiendo.
-La cosa es bien
sencilla, usted se pasa a Perú 2000 y yo le doy 5 mil dólares mensuales,
empezando por hoy mismo.
El congresista Ríos
quedó en silencio.
-Entiendo Waldo, no es una decisión sencilla. Usted es de la oposición, tiene sus principios y
yo no quiero…
-Que sean 10 mil.
Montesinos sonríe.
-Ya sabía que eras de
los míos. Está bien, 10 mil. Que no se diga que no soy bondadoso con la plata
del Estado.
El asesor entonces
sacó del sobre un fajo de dólares.
-A ver, hermanito, contemos.
Billete tras billete,
como premio de programa televisivo, Montesinos y Ríos los fueron contando al
unísono.
-Carajo –dijo
Montesinos- Los han contado mal. Faltan 5 dólares.
-¿Y tú no tendrás?
–preguntó Ríos.
-Déjame ver –dijo Montesinos y, luego de mucho
rebuscar, extrajo de su billetera un billete doblado y arrugado de 5 dólares.
Ríos, feliz, lo
recibió.
Perú. Setiembre del
año 2000. El congresista Ríos viajaba desde el centro de Lima hasta la clínica
más cercana. La emisión televisiva del video Kouri-Montesinos le ocasionó una
inesperada baja de presión. Con las lunas abajo, porque no era suficiente el
aire acondicionado, Ríos miraba por la ventana. “Estoy acabado. Ya no tengo
futuro en la política”, se dijo.
Ríos olvidaba que
estaba en el Perú, en esta hermosa tierra del sol.*
*Ríos fue
elegido presidente regional de Ancash el 2014. Luego de pagar –nadie sabe cómo-
más de un millón de soles de reparación civil, ha quedado habilitado para
obtener sus credenciales.
Publicado en la revista Velaverde Nº104
No hay comentarios:
Publicar un comentario