Es difícil imaginar
dos personas más disímiles que Daniel Urresti y José Luis Pérez Guadalupe. El
primero es operativo y el segundo estratégico; el exministro vocifera, el nuevo
titular habla; Urresti te levanta la voz, Pérez Guadalupe te conversa.
Por lo general no es
bueno aventurarse a decir que un ministro será mejor que su antecesor, pero, valgan
verdades, Urresti ha dejado la valla casi a nivel del suelo, por lo que incluso
si Pérez Guadalupe fuera un negligente –que nada indica que lo sea- lo haría mucho
mejor.
Desde luego que el
nuevo titular del Interior no tendrá los niveles de popularidad que ha tenido
–y tiene- Urresti. Quizá sea lo mejor.
Es preferible tener a un ministro trabajando con miras a combatir la inseguridad
ciudadana y no con miras al 2016.
¿Y qué será de
Urresti? La fascinación por las cámaras podría señalar que Urresti tiene un
auspicioso futuro en algún lugar de la farándula, si es que acaso ya no pertenece
a ella. De otro lado, el exministro ha
demostrado también tener un talento para el tuiteo compulsivo por lo que
también se le podría augurar un exitoso porvernir administrando redes sociales.
Sin embargo, sin
renunciar a las luces y las descargas tuiteras, el futuro de Urresti parece
estar –así lo quiere él- en la política. En reciente entrevista televisiva, un
desembozado Urresti, con el ímpetu de un candidato en campaña, se preguntó cuándo
se había visto antes que un ministro saliente fuera homenajeado por el pueblo.
De esta forma, pronto
no quedará claro quién es el verdadero “señor del ego”.
En todo caso, hay que
ser hidalgo y reconocer que al exministro no le falta razón. Que se recuerde, homenajes
populares como él que reseña no habían acontecido, aunque tampoco se había
visto que una persona procesada por homicidio luzca el fajín ministerial.
Urresti, sin duda, ya
es historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario