Conmemorando
esta fecha, y recordando aquella máxima que dice que una revista se debe a sus
lectores –aunque en mi caso yo le debo a mis lectores, bueno, no a todos-, he
revisado durante semanas -bueno, está bien, durante 10 minutos- los correos electrónicos enviados a Velaverde. He
preferido concentrarme en aquellos enviados por personajes cuestionados,
quienes enfurecidos han pretendido echar sombras sobre el trabajo de esta
revista. Ello, que personas de dudosa probidad le hayan dicho la vela verde a
Velaverde, solo es señal que el trabajo periodístico se está cumpliendo.
Y
así, tras un riguroso y casi científico método de selección, he escogido los siguientes
correos:
Asunto:
No pues
No
muy estimados señores de Velaverde:
Les
escribo porque me siento indignado por la forma en que me han venido
presentando en sus reportajes. ¿De qué se me acusa? ¿De vender una y otra vez y
otra vez una propiedad? Allí donde ustedes, malintencionados, ven algo
irregular yo solo veo exceso de formalidad. ¿Que he puesto a mi nombre terrenos
que nos míos? Es obvio, para poner algo
a mi nombre quiere decir que estaba a nombre de otro. Es elemental. Me extraña
que sus acuciosos periodistas no hayan sabido diferenciar las cosas.
Rodolfo.
..........
Asunto:
Loco amor
Señores
de Velaverde:
Es
realmente lamentable que publiquen historias destinadas a desprestigiarme.
¿Cuál es mi pecado? Yo solo sucumbí ante los encantos de una chiclayana casi 30
años menor. Se me acusa de organizar y liderar una red de corrupción, pero no
lo hice con un fin crematístico sino romántico. Que este derroche afectivo se
diera a expensas de los recursos de los chiclayanos es, visto con los ojos del
amor, un hecho sin importancia. Por ello me apena que me quieran comparar con
personajes tan nefastos como Gregorio Santos o César Álvarez, cuando, en todo
caso, me encuentro más cercano al amoroso burgomaestre de Surco y sus osos
panda.
Roberto.
Un
caso aparte fue lo ocurrido con el congresista Juan Díaz Dios quien, en un día
que Dios no lo acompañó, hizo una denuncia contra el gobierno tomando como
verdaderos un correos aparecidos en la sección ficción –aquí- de esta revista.
Asunto:
Desestabilizadores
Señores:
Estaba
seguro que con mi denuncia iba a caer el gabinete de Ana Jara, pero solo cayó mi
credibilidad; hecho terrible más aun considerando que presido la comisión López
Meneses. ¿Se han dado cuenta ustedes, señores de Velaverde, que han puesto en
peligro tan importante investigación? ¿O aquí lo que existe es complicidad? ¿De casualidad ustedes también
tienen un resguardo policial ilegal? Y ahora me dirijo al autor de esos correos
supuestamente divertidos que, la verdad, no me hicieron ninguna gracia. ¿Ha
comprendido usted que ha puesto en
peligro la democracia, la estabilidad jurídica y la biodiversidad? ¿Acaso le
pareció divertido verme hacer el ridículo? Lo conmino a que en lo sucesivo se
atenga a los hechos y deje de andar por la vida inventando cosas y haciendo ficción,
sobre todo si esta no es real.
Juan.
Por
razones de espacio, muchos otros correos quedaron al margen de ser publicados. Y,
en aras de mantener de la salud mental de los lectores, así quedarán.
Publicado en la revista Velaverde Nº100
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