¿Puede
Belaúnde Lossio ser un colaborador eficaz? ¿Puede Figallo ser ministro y eficaz?
¿Procuró Roy Gates presionar a la procuradora? Estas y otras preguntas mucho más inteligentes deberán ser resueltas
en las próximas semanas –y quizá meses- por la flamante Comisión Investigadora
del Congreso.
Esta
columna, a fin de colaborar con el esclarecimiento de los hechos y en busca de
la siempre escurridiza verdad, ha reconstruido fielmente la reunión ocurrida el
15 de mayo pasado entre la procuradora Vilcatoma, el ministro Figallo y el
consejero Roy Gates.
A
continuación, los hechos:
Vilcatoma
ingresó al despacho ministerial. Saludó al Ministro y en seguida notó que casi
en un rincón se encontraba un hombre calvo, de mirada altiva y vestido de
impecable terno.
-Yeni
–dijo Figallo-. Te presento a Roy Gates.
-Usted
fue el abogado de los Sánchez Paredes, ¿no?
Roy
Gates la miró sin decir nada.
-Bueno
–dijo Figallo-, pero él…
-Y
también defendió a Cataño y luego a Rómulo León, ¿no?
-Sí
–intervino el Ministro-, pero él ha venido por otro cosa, por el tema de la
colaboración eficaz.
-Ah
qué bueno –dijo Vilcatoma-. Entonces ha venido a entregarse.
Roy
Gates miró al Ministro y este le devolvió la mirada. Luego Figallo volteó hacia
Vilcatoma.
-¿A
entregarse? Pero claro que no. Este hombre no ha cometido ningún delito…bueno,
al menos que yo sepa.
-Podemos
ir al punto por favor –dijo Roy Gates-. Tengo otros asuntos que tratar por
encargo del Presidente.
-Está
bien –dijo Figallo-. Aquí el doctor Roy Gates es el consejero presidencial en temas
legales.
-Pero
no entiendo –dijo Vilcatoma-. La ley dice que el asesor legal es el Ministro de
Justicia, es decir, usted.
-¿Eso
dice? –dijo Figallo.
-Sí.
-¿Estás
segura?
-Sí,
claro.
Roy
Gates se levantó e hizo el ademán de salir de la oficina.
-Bueno ministro, le digo al presidente que usted me va a ayudar, ¿sí o no?
-Sí,
claro.
El
consejero presidencial se volvió a
sentar.
-Bueno,
Yeni, entonces ¿cómo va el caso de Belaúnde Lossio?
-Lo
estamos manejando bien y, como corresponde, con la debida discreción.
-Ya,
pero dime, ¿puede acogerse a la figura del colaborador eficaz?
-No,
no puede.
-Pero
vamos, ¿alguna manera habrá?
-No,
ninguna. Recuerde que es un cabecilla. Más bien parece que usted está muy
interesado en que Belaúnde Lossio sea colaborador eficaz.
-No,
para nada –dijo Figallo-.
-Entonces
el interesado es aquí el doctor Roy Gates.
-Sí,
él es el…no, no, tampoco.
-Entonces
es el presidente.
-Exacto,
el sí está sumamente…no, no, el presidente menos. Vamos, Yeni, no me hagas
confundir.
Figallo
miró de soslayo a Roy Gates.
-Mire
doctora –dijo Roy Gates, inclinándose hacia adelante-. A usted no le interesa
si alguien está o no interesado en Belaúnde Lossio.
-Señor
ministro, el doctor Roy Gates no debería estar aquí.
Roy
Gates se puso de pie.
-Mire
doctorcita, yo soy el consejero presidencial y tengo el mandato del presidente,
así que usted no puede decirme a donde puedo ir o no.
-Señor
ministro –dijo Vilcatoma, como ignorando lo dicho por Roy Gates-. Usted sabe que este
caso podría llegar en algún momento a relacionarse con Palacio. ¿No le parece
irregular que hablemos del caso con el abogado del presidente?
-Yo
no soy su abogado. Soy su consejero.
-Pues
entonces aconséjele que no trate de direccionar la investigación de la Procuraduría.
-Nadie
quiere direccionar nada –dijo Roy Gates.
-Claro
que no –dijo Figallo-. Solo queremos asegurarnos que vaya en la dirección
correcta. Queremos que…
De
pronto el rostro de Figallo se agravó. Alargó el brazo y señaló hacia la
procuradora.
-¿Qué
es eso?
Vilcatoma
se inclinó levemente hacia atrás en la silla.
-¿Qué
cosa?
-¿Nos
estás grabando?
Roy
Gates se pone de pie de golpe y también se acerca.
-Claro
que no –dijo Vilcatoma.
-¿Y
ese aparato?
-Mi
celular.
-¿Y
esos números que avanzan?
-Son
los segundos del reloj.
-¿Y
esa luz roja? –intervino Roy Gates.
-Es
que mi batería está baja.
-¿Y
eso que dice “REC”? –dijo Figallo
-Esa
es la marca de mi celular. ¿Por qué hacen tantas preguntas?
-Solo
quería cerciorarme que no nos estás grabando.
Vilcatoma
se levantó y camino hacia la puerta.
-Señor
ministro, me retiro. Y no se olvide: Belaúnde Lossio no puede ser colaborador
eficaz.
Vilcatoma
abrió la puerta, salió y la cerró tras de sí. Roy Gates y Figallo se quedaron
mirando en silencio.
-Bueno –dijo Roy Gates levantándose- yo también me voy.
Espero que la haga entrar en razón. No vaya a ser que nos haga problemas y
salga a hablar a la prensa.
-No creo –dijo Figallo-.
Además, ¿quién le va a creer?
Publicado en la revista Velaverde Nº93
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