Von
Hesse llega a Palacio de Gobierno e ingresa, casi simbólicamente, por la puerta
que da a la calle Desamparados. En la entrada lo recibe un edecán y lo conduce hasta
llegar al despacho presidencial. Tras tocar la puerta y recibir el permiso, el
edecán abre la puerta y el candidato presidencial del nacionalismo ingresa. El
presidente Ollanta y la primera dama lo están esperando.
-Vamos
a ver Milton –dijo Humala-. ¿Qué está pasando?
Von
Hesse, que acaba de sentarse frente a la pareja presidencial, empieza a
pestañear de pronto.
-No
entiendo, ¿a qué se refiere, señor presidente? –dijo, mirando también a la
primera dama.
Humala
y Heredia se miran. En el rostro de Nadine aparece una sonrisa apenas dibujada.
-Tú
candidatura no prende, Milton –dijo Heredia-. Hay alguien que no la deja subir.
-¿Quién?
¿Alan? ¿Acuña?
-No,
tú.
-¿Yo?
-Sabemos
que no lo haces a propósito-dijo Humala.
-Pero
si yo estoy poniendo todo de mí.
-Ese
es el problema –dijo Heredia- Deberías poner menos.
-¿Cómo
así? No entiendo.
Humala
se acerca a Von Hesse y le pone la mano a su hombro.
-Mira
Milton, te hemos visto en las entrevistas y te vemos un poco…¿cómo decirlo…?
-Tieso
–dijo Heredia.
-¿Tieso?
-Sí,
como si fueras hecho de madera.
Von
Hesse se endereza y se reacomoda en la silla.
-No
te preocupes Milton por eso –dijo Humala-. Te vamos a poner con un experto en
expresión corporal y lo arreglamos.
-Bueno,
si ustedes lo creen necesario.
-Necesarísimo
–dijo Heredia.
Humala
da unos pasos en silencio y luego vuelve a sentarse.
-Otra
cosa Milton –dijo Heredia-. Estás muy tibio, muy buena gente. Tienes que atacar
un poco a los demás candidatos.
-¿Atacar
a los demás candidatos? –dijo Von Hesse, como repitiendo una lección.
-Exacto.
El
candidato nacionalista desvía su mirada de Heredia y mira a Humala.
-¿Qué
pasa? –dijo Heredia.
-Bueno...es
que cuando conversé con el señor presidente…
-¿Qué?
¿Qué conversaron? –dijo Heredia y luego miró a Humala -¿Qué le dijiste? ¿Que no
ataque a nadie?
Humala
se aclara la voz y eleva el rostro.
-Lo
que pasa Nadine es que le prometí a Milton que él iba a dirigir su campaña y él
me dijo que no quería pelearse con los demás, sino dar propuestas.
Heredia
achina sus ojos y mira entonces a Von Hesse.
-¿Propuestas?
-Propuestas
serias –dijo Von Hesse, orgulloso de su posición.
Nadine
sonríe y mueve la cabeza a los lados. Luego vuelve la vista a Von Hesse.
-¿Te
gustan las propuestas? Bueno, mira, yo te propongo que dejes esa actitud de
chico bueno que así no le vas a ganar a nadie.
-Pero
Nadine, yo soy así, no soy de pelearme.
-Pero
para ganar no tienes que ser tú, sino tienes que ser lo que haga falta. Mira lo que hicimos nosotros en
la campaña. ¿O tú crees que Ollanta y yo somos nacionalistas? ¿O también te
creíste el cuento de la gran transformación?
Von
Hesse se queda en silencio. La primera dama voltea y mira a Humala.
-Yo
te dije, mejor le hubiéramos dicho a Urresti.
-No
pues Nadine. Tú sabes los problemas judiciales que tiene.
-¿Y
eso qué? Tú también tuviste lo de Madre Mía.
Por
un momento, Von Hesse parece haberse vuelto invisible. La pareja presidencial
continúa la discusión hasta que son interrumpidos.
-Disculpen
–dijo Von Hesse, logrando que los Humala callen y se queden mirándolo-. Si
ustedes no están conformes conmigo, yo no tengo ningún problema en dar un paso
al costado.
-Lo
que tienes que hacer es dar un paso hacia adelante, pasar a la ofensiva –dijo
Heredia.-No se trata que renuncies a estas alturas.
-Claro
Milton –dijo Humala-. Nosotros confiamos plenamente en ti. Lo menos que
esperamos de ti es que nos ayudes a que nuestra gente pueda entrar al Congreso.
-Sí,
pero como vas, creo que ni siquiera vas a pasar la valla electoral –dijo
Heredia.
-Vamos
Milton, nada te cuesta ser agresivo –dijo Humala-.
-Lo
que yo quiero es adecentar la política.
Heredia
se para de su asiento. Mueve otra vez la cabeza y camina hacia la puerta.
-¿A
dónde vas, Nadine? –dijo Humala-.
-Yo
no puedo más con esto –dijo Heredia, deteniéndose ante la puerta-. Tú convéncelo.
¿O quieres que le diga a Otárola que sea el candidato?
-No,
no te preocupes, yo hablo aquí con Milton –dijo Humala, forzando una sonrisa,
la que mantuvo hasta que la primera dama salió del despacho.
Entonces
Humala se pone de pie y se acerca a Von Hesse.
-Milton,
no te preocupes por Nadine.
-No,
el que se tiene que preocupar por ella es usted señor presidente.
Humala
asiente con la cabeza.
-Bueno
Milton, creo que las cosas están claras. Vas a trabajar con esta persona lo de
la expresión y solo te pido que seas al menos más contestador. Saca tu lado de
barrio.
-¿Qué
barrio?
-O
sea que muestres que tienes esquina.
-¿Cómo
sabe que mi casa está en una esquina?
-Olvídalo
Milton. Anda nomás y haz lo mejor que puedas.
Von
Hesse se levanta y camina hacia la puerta. Antes de salir Humala le da un
apretón de manos.
-No te olvides Milton. Yo confío en ti.
-¿En
verdad cree que puedo ganar?
-Como
que me llamo Antauro.
Publicado en la revista Velaverde Nº141
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