En Palacio de
Miraflores, Nicolás Maduro se encontraba de pie, mirando el retrato de Hugo
Chávez.
-Dime Hugo, ¿tú te
has puesto bravo conmigo? Si no es así, ¿qué pasa chico con tu pajarito que no
se me ha vuelto a aparecer? Desde entonces estoy gobernando este país solo, sin
el consejo de nadie. Y Hugo, tú sabes que esto no es nada fácil. ¿Por qué no me
hablas directamente tú Hugo?
En ese momento, el
edecán de Maduro ingresó sigilosamente y se detuvo detrás de él.
-Señor presidente
–dijo el edecán.
Maduro frunció el
ceño y luego dibujó una enorme sonrisa en su rostro.
-Hugo, ¡me has
hablado!, te decidiste a hablarme. Si no lo has hecho por mí, no importa, seguro
lo has hecho por nuestra patria, la patria que Bolívar soñó. Al diablo, el
pajarito, que se vaya al carajo el pajarito, ahora tú y yo vamos a hablar cara
a cara. Cónchale.
-¿Señor presidente? –repitió el edecán.
-Pero cómo me vas a
decir mi presidente, Hugo, qué ocurrencias tienes –dijo mientras seguía mirando
el retrato- Tú dime cómo te venga en gana, aunque eso sí, igual no te olvides
ahora el presidente soy yo.
El edecán le dio un
par de golpes a la puerta. Entonces recién Maduro volteó a verlo.
-Pero chico, qué tú
vienes a interrumpirme cuando estoy hablando con nuestro comandante Chávez.
-Afuera está Diosdado
Cabello. Dice que es urgente.
-Vale, dile que pase
–luego miró a Chávez-. Me vas a disculpar Hugo, ya después vamos a conversar
con tranquilidad.
Maduro se alejó del
cuadro y se sentó en la gran silla que está detrás de su escritorio. Desde ahí contempló
la puerta semiabierta. Entonces, apareció Cabello y, luego de la venia de
Maduro, se sentó frente a él.
-Vengo a darle las
últimas noticias.
-¿Cómo que las
últimas? ¿Ya no habrá más?
Cabello sonrió apenas
y luego volvió quedar serio.
-No, señor
presidente. Claro que habrá más noticias. Mire, sobre Colombia.
-¿Ya cerraron la
frontera?
-Sí, claro.
-¿Toda la frontera?
-No, toda no.
-¿Y por qué no?
-Solo hemos cerrado
una parte.
-Cabello, ¿has
escuchado lo que Santos ha dicho de mí? Dice que no puedo hacer lo que estoy
haciendo. Cónchale, pero yo puedo hacer eso y más. Así que ahora me cierran
toda la frontera.
-Pero señor
presidente, la frontera con Colombia tiene más de dos mil kilómetros.
-¿Y?
-No sé si nos
alcancen los efectivos.
-Cónchale Cabello.
¿Qué tú me estás diciendo? ¿Están cerrando la frontera con efectivos? ¿Los
ponen uno al lado del otro?
-No, señor
presidente. Lo que hacen es resguardar para que no entren colombianos.
-Bueno, igual no sé
cómo haces pero me cierras toda la frontera.
-Delo por hecho,
señor presidente.
-¿Qué otra noticia me
tiene?
-Ya está en Caracas
nuestro embajador en Colombia.
-¿Está en Caracas o
en Colombia?
-Aquí, en Caracas.
-Es que nunca me
habla claro. A ver tú dime ¿por qué nuestro embajador está acá?
-Pero usted dijo que
había que llamarlo en consulta.
-Lo que yo dije era
que quería hacerle una consulta. Cónchale, ¿ahora qué dirán los colombianos?
-Han hecho lo mismo.
-Qué carajo –exclamó
Maduro- también han llamado a nuestro embajador.
-No, presidente, al
de ellos.
-Bueno, bueno, que
Santos haga lo que quiera. ¿Algo más?
-Salió el reporte latinoamericano
sobre democracia, libertad de expresión y transparencia. Y la verdad es que
estamos muy mal comparado a lo demás países.
-No exagere Cabello.
Siempre se puede estar peor.
-No, no se puede.
Estamos últimos en el ranking.
-Olvídese Cabello, a
la gente no le importa esas cosas tan abstractas. Además, recuerde que nuestros
economistas han dicho que hemos avanzado en el tema de la inflación.
-Es que este mes ha
crecido en 200%.
-Ya ve Cabello, hemos crecido. Aunque la oposición dice lo contrario, nuestra economía sigue boyante.
-Es que ellos se
refieren a la economía del país, no a la de su familia.
-Ah bueno, solo que
sea por eso.
Cabello se puso de
pie y, tras despedirse, se retiró. Apenas la puerta se cerró, Maduro se
levantó y caminó hasta detenerse otra vez
frente al cuadro de Chávez.
-¿Y Hugo? ¿Qué
opinas? ¿Crees que exageré con lo de la frontera? Mmm, yo creo que no. Ese
Santos va a saber con quién se está metiendo. Eso mismo hubiera hecho Bolívar,
¿no? ¿Hugo? ¿Cómo? ¿Otra vez me vas a dejar de hablar? Entiendo, entiendo, vamos
a volver con el pajarito. Cónchale,
vale.
Publicado en la revista Velaverde N°130
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