En un local de
la Policía Nacional, un enjambre de periodistas está esperando los descargos
del Ministro del Interior. De pronto, Urresti apareció rodeado de policías.
-Buenas noches
señores.
-Señor
Ministro. ¿Qué tiene que decir sobre…?
-Momento
señores –dijo Urresti-. Empecemos con lo importante. Voy a darles cuenta de lo
que hemos encontrado en este nuevo operativo que hemos hecho en San Jacinto.
-Pero señor
Ministro, el caso del…
-Ustedes
escuchen primero. Voy a decirles lo que hemos encontrado. Apunten. Un motor de
camión, dos guanteras, un espejo retrovisor con la serie cambiada, un palanca
de cambios y tres llantas, una con cámara. De esta manera le hemos dado un duro
golpe a los que descuartizan carros.
-Señor Ministro,
¿es verdad que lo están investigando…?
-Momentito
señores, a ver, como en San Jacinto, vamos por partes. Déjenme primero que
termine de darle los resultados de los operativos de hoy.
Un murmullo se
escuchó entre los periodistas.
-Entonces, iba
diciendo, después de este operativo, recibimos otra denuncia y en el acto,
porque así hay que actuar, nos apersonamos al lugar. Entonces, resultó que ese
local era un negocio encargado de organizar eventos. Afortunadamente los
encontramos en el momento mismo que estaban descargando unos manteles de una
camioneta, por lo que los detuvimos en el acto y cerramos el local.
-¿Y por qué
motivo?
-Pero está
claro, por desmantelar camionetas. También decomisamos cinco toldos, 200
vasitos chinos y 100 servilletas de Batman.
-Señor Ministro,
el caso del periodista…
-Pero ya les
he dicho, déjenme terminar primero con las cosas importantes –dijo Urresti, con
voz firme-. El país tiene que saber que estamos en una lucha frontal contra la
seguridad ciudadana.
-¿No será
contra la inseguridad ciudadana?
-No me
distraigan por favor. Ahora escuchen. Luego hicimos un operativo en Las
Malvinas y encontramos todo tipo de cosas usadas, algunas a muy buen precio. Y eso no es nada…
-¿Qué pasó?
¿Encontraron más cosas?
-No, solo digo
que eso no es nada.
Los
micrófonos, luces y cámaras se acercaban cada vez más a Urresti.
-Bueno, ya,
está bien. Ahora sí. Tienen toda la libertad de preguntar. Eso sí, el tema está
judicializado, así que no puedo responder nada de lo que pregunten.
Los reclamos
se entremezclaban y ninguna frase limpia llegó hasta Urresti.
-Bueno, ya, está bien. Hablaré. Que conste que me estoy
arriesgando por ustedes. La cosa es así. A mí se me inculpa por un crimen que
no he cometido. Y todo porque un testigo me acusa.
-Son cuatro, señor
Ministro. Son cuatro testigos. ¿Qué tiene que decir al respecto?
-El tema está
judicializado, así que no puedo responder.
-Pero díganos,
¿el presidente Humala sabía?
-El capitán
Carlos, perdón, el presidente Humala sí sabía que se me estaba investigando,
pero creyó en mi inocencia.
-¿Así nomás
creyó en usted?
-No, claro que
no, tuve que darle mi versión de los hechos. La verdad es que por un momento
pareció dudar, pero lo convencí con lo último que le dije.
-¿Y qué le
dijo?
-Soy inocente.
-¿Eso nada
más?
-Es más que suficiente.
Además el presidente es un buen juez. Un juez justo.
-Pero señor Ministro,
al final la verdad siempre sale a la luz.
-Lo sé, pero mientras
tanto apelo a la presunción de inocencia.
-¿Y qué les diría
a quienes piensan que usted no ha respetado ni respetará los derechos humanos?
-Les digo que
no me van a distraer de mi lucha contra la delincuencia. Todos los días saldré
a cazar delincuentes. Vamos a encontrarlos y apresarlos, y voy a ordenar que les
rompan la cara, que los agarren a golpes, a patadas y a palazos.
-¿Y si descubre
que son inocentes?
-Bueno, en ese
caso ordeno que los dejen de golpear. No voy a permitir ningún abuso.
-Pero ¿y la
presunción de la inocencia de la que hablaba?
Urresti enmudece.
-Les repito
que no me van a distraer, ni a detener. Quiero decirle a la ciudadanía que no
descansaré ni un minuto en mi lucha contra la delincuencia.
-¿Pero es
consciente que su permanencia en el cargo es contraproducente para el gobierno?
-Yo soy hombre
de acción. No me voy a detener en cálculos políticos.
-¿Entonces definitivamente
no piensa renunciar?
-No –dijo
Urresti-. No pienso.
Publicado en la revista Velaverde N°71
Muy bueno cuento ah.!..mejor que la "obscena realidad"..
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