Estoy en la antesala
del despacho del Ministro del Interior, esperándolo. Urresti me había aceptado
una entrevista.
-¿Aquí? ¿El Ministro?
¿En el despacho? –me dijo la secretaria.
-Sí, claro.
Dio un suspiro y me
miró como quien ve a un niño esperando a Papa Noel.
-Claro, claro –luego
me señaló una silla, pero luego me indicó otra- mejor siéntate en esa que tiene
respaldar. Me lo vas a agradecer.
Me senté y pude ver
que en el lugar había una secretaria, un asistente y dos policías.
-Perdona –le dije a
la secretaria-. ¿El Ministro para mucho fuera del ministerio?
-Bueno, mira, al
Ministro lo veo todos los días.
-¿Ah sí?
-Sí, pero en la tele.
Aquí solo ha venido una vez. El día que asumió el mando.
De pronto, otro
asistente ingresa al lugar. Tenía el rostro lívido y demoró un par de segundos
antes de abrir la boca.
-Ahí viene.
-No puede ser –dijo
un asistente.
-¿Qué pasa? –preguntó
la secretaria.
-Ahí viene el
ministro.
-¿El ministro de qué?
-Urresti, ahí viene
–respondió el asistente-.
-¿Tú crees que venga
a hacer algún operativo? –preguntó uno de los policías, mientras se acomodaba
el quepí.
Entre curioso y
divertido, vi cómo todos empezaron a caminar de una lado a otro, con papeles en
ristre y haciendo repentinas llamadas telefónicas. Entonces, de repente aparece
Urresti en el marco de la puerta. Todos quedan expectantes, casi contendiendo
la respiración. Los dos policías se cuadran frente a él, como si estuvieran delante
de la bandera.
-Tú –me dijo-. Pasa
al despacho.
La secretaria me guió
hasta el despacho. Ahí Urresti me saludó y me pidió que me sentara.
-Bueno, vayamos a lo
nuestro -me dijo Urresti-. ¿Dónde está Belaúnde Lossio?
-¿Belaúnde Lossio?
¿El prófugo?
-El mismo, el que
financió a Humala, el socio de Álvarez, el que ha sido pareja de la asesora de
prensa de Nadine, el sobrino de Castañeda. Vamos, tú sabes a quién me refiero.
-¿Y por qué me pregunta
eso?
Urresti enmudeció.
Luego hizo un gesto de disgusto.
-¿Tú no me llamaste y
me dijiste que si venía a mi despacho me darías el dato?
-No, se ha
equivocado. Yo vengo a hacerle una entrevista.
-¿Una entrevista? Mira,
retírate por favor que estoy esperando a otra persona.
-La persona que le
dirá dónde está Belaúnde Lossio.
-¿Cuál Belaúnde
Lossio?
- El que financió a
Humala, el socio de Álvarez, el que ha sido pareja de… Vamos, Ministro, usted
sabe a quién me refiero.
Urresti asintió con
la cabeza.
-Bueno –me dijo-. Ya,
¿quieres una entrevista? Es tu día de suerte. Ya, habla, pregunta, pero solo tiene
5 minutos.
-¿5 minutos?
-Ahora tienes 4
minutos y 50 segundos –me dijo mirando su reloj.
-Está bien. Hablemos
de Belaúnde Lossio entonces. ¿Por qué sigue prófugo?
-Porque todavía no se
le ha capturado. Siguiente pregunta.
-Pero Ministro,
vamos, pareciera que no quieren encontrarlo.
-Al contrario,
queremos encontrarlo para que no hable.
-¿Cómo?
-Quiero decir para
que no hable mal de gente inocente.
-¿Como Humala por
ejemplo?
-Eso sí no te permito.
El mismo presidente me dijo que Belaúnde Lossio quiere involucrarlo y que por
eso es prioridad que lo encuentre.
-Por eso, para
silenciarlo.
-En absoluto. Mi
principal gol será capturar a Belaúnde Lossio.
-¿Su principal? ¿Qué
otros goles ha metido? Orellana sigue prófugo, ¿no?
-Eso es cuestión de
tiempo nomás. He formado la DGBO, la Dirección General de Búsqueda de Orellana.
Ya hemos asignado personas a esta nueva dirección y les hemos subido el sueldo
como incentivo.
-¿Y cómo va la
búsqueda?
-No tan bien cómo
esperaba -me dijo Urresti-. Desde que comprendieron que apenas capturen a Orellana la dirección
desaparece, no están cooperando mucho.
-¿Y por qué no hace
algo similar en el caso de Belaúnde Lossio?
-¿Crear una dirección
solo para que busque a un prófugo? Eso es absurdo.
-Bueno, hablemos de
la seguridad ciudadana. Según cifras oficiales del INEI los delitos siguen
aumentando en el país.
- ¿Y el INEI qué sabe
de seguridad ciudadana?
-Pero si hace dos
semanas usted mismo citó al INEI cuando las cifras parecían favorecerlo. ¿Qué
dice frente a eso?
-Que se acabó el
tiempo.
-Pero si han pasado apenas
dos minutos.
-Por favor…-me dijo
mostrándome la salida.
Me puse de pie y
caminé hasta la puerta. Antes de salir volteé a ver a Urresti.
-Ministro, off the record, dígame, ¿en verdad cree
que no se va a saber lo que hizo en Ayacucho?
-No creo.
-¿No cree?
-No creo en el off the record.
Publicado en la revista Velaverde Nº73
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