No fue fácil
conseguir una entrevista con el pastor Lay, sobre todo en estos días convulsos
en el que la Comisión de Ética ha sido tan cuestionada. Luego de que el
congresista renunciara por el archivamiento de la denuncia contra Uribe, el
oficialismo lo criticó duramente. En tal sentido, los nacionalistas aseguraron
que el pastor no renunció, sino que la comisión, por mayoría, lo archivó.
Dispuesto a conocer
la verdad, me dirigí al Congreso de la República. Una vez dentro, pude llegar
hasta la misma oficina de Lay. Entonces lo vi. Estaba ensimismado, casi
levitando. Su rostro era la viva imagen de la concentración; los ojos cerrados, el gesto místico,
casi milenario; quizá pensando en la
moral, la ética y el destino de la humanidad.
En ese momento Lay
abre los ojos. Y recién entonces, después de haberlo visto tantas veces en la
televisión, pude reconocerlo. Comprendí que el congresista Lay había sido mi maestro
cuando era un adolescente; cuando yo era un adolescente, quiero decir.
-Maestro –le dije-
soy yo. ¿Se acuerda? De la academia de meditación.
-Ah, claro.
-Qué bien. Se acuerda
de mí.
-No, de la academia.
Tras unos minutos de
confusión, por fin Lay recordó mi paso por la academia.
Entonces le dije que quería
entrevistarlo.
-En estos momentos no
doy entrevistas.
-Entiendo –dije yo
decepcionado- prefiere un perfil bajo.
-En realidad prefiero
un perfil griego, pero no se trata de eso. Lo que pasa es que en estos momentos
me toca meditar. Pero bueno, tratándose de un viejo alumno haré una excepción.
Me reacomodé y
encendí la grabadora.
-Pastor Lay, dígame,
¿por qué se retiró de la última sesión de la comisión de ética?
-Bueno, mi presencia
ya era insostenible.
-Por un tema de
dignidad.
-Por un tema de resistencia
más bien. La silla estaba rota y estaba a punto de caerme.
-Pero usted renunció.
¿Por qué lo hizo?
-La comisión había
perdido su razón de ser. Habíamos pasado de la ética principista a la humalista.
-Hay rumores que
dicen que se volvería a formar la comisión con otros integrantes y que usted volvería a ser el presidente.
-Bueno, yo estoy
dispuesto a estar donde sea más útil para mi país. Pero mientras tanto puedo
volver a la comisión.
-Pero pastor Lay, ¿no
cree que es poco ético que usted vuelva a presidirla?
-No, no creo, pero si
quieren mi caso se puede ver en la comisión.
-¿En la comisión que
usted va a presidir?
-Sí.
-¿Y usted mismo se va
a investigar?
-Claro, no hay
problema. Yo soy un gran interrogador pero también soy bueno para responder. Va
a ser un gran debate.
-Imagino que usted
pondrá condiciones para volver. ¿Qué pasa si ocurre algo similar a lo de Uribe?
¿Qué pasa si le piden a usted que se vaya?
-Vuelvo a renunciar.
-¿Y si le piden luego
que regrese?
-Vuelvo a regresar.
-No le parece mal que
actué así, obedeciendo siempre a lo demás.
-Tiene razón. Voy a
dejar de actuar así.
-¿Y qué casos van a
ver?
-Para empezar, veremos
otra vez el caso de Gagó. Él dice que todos los Gagó del país son accionistas
de JAAMSA; todos menos él.
-¿Y usted le cree?
-A todos, menos a él.
-¿Y el caso de Uribe?
-También lo veremos.
-Ella dice que los
testigos mienten.
-Siempre he
sospechado de los testigos de Jehová.
-Ella se refiere a los
que la denunciaron. Además, desconfía de su imparcialidad.
-No tiene por qué. El
hecho que Cecilia Tait me vaya a asesorar no quiere decir nada.
En ese momento, Lay
se puso de pie.
-Es todo por ahora-
me dijo-. Tengo que volver a meditar. Pero antes quiero mostrarte algo.
Lay caminó hasta al
otro extremo de la oficina y trajo una caja de bronce, algo oxidada. La abrió y estaba llena de
papeles y fotos antiguas.
-Aquí guardo las
cosas de mis mejores alumnos, pero seguro están las tuyas también.
Lleno de melancolía,
empezó a mostrarme más y más papeles. Ante ese gesto, me conmoví.
-Le debo mucho a usted maestro –le dije.
-Ni tanto -me dijo mostrándome los antiguos recibos de la academia- solo
los últimos dos meses.
Publicado en la revista Velaverde Nº67
No hay comentarios:
Publicar un comentario