Un grupo de transportistas
que rechaza la reforma impulsada por la Municipalidad de Lima, ha creado su
propio instituto de enseñanza vial llamado “Choferes (y) Responsables”, el cual
dictará un curso intensivo dirigido a los conductores de buses, combis y coasters.
Para hacerse cargo de
este curso, denominado “Cómo manejar el manejo”, los directivos han contratado
a los mejores profesores universitarios de Lima, aunque realmente ninguno sabe
manejar. Pese a ello, asesorados por los transportistas, los docentes lograron
establecer los temas del curso.
Estos son:
Las reservas frente al asiento reservado
En
base a la teoría lingüística de Saussure, se les explicará a los asistentes que
la palabra “reservado” requiere un
contexto para significar. De esta forma, no tendrán reparo en dejar que se
ocupe el asiento reservado cuando consideren inadecuado el contexto, o, en
verdad, cuando les venga en gana. La convicción final a la que arribarán los participantes,
con la reserva del caso, es que el único
asiento que debe reservarse es el del chofer.
El libre
albedrío vial
En esta parte del curso
se les hará comprender a los participantes que son libres de elegir si quieren
o no obedecer las señales de tránsito, especialmente aquellas que limitan la
velocidad. En ese sentido, si los choferes quieren avanzar en la vida, pueden
hacerlo a 100 kilómetros por hora. Además, está permitido simplemente zurrarse
en todos los símbolos. Los asistentes revelarán entonces su estirpe iconoclasta
aunque no sepan qué signifique eso. Asimismo, aplicando una de las vertientes de la teoría evolutiva darwiniana y
la selección natural, llegarán a la conclusión de que en el futuro el superchofer (se hará también un repaso
del superhombre de Nietzsche) debe
acatar solo sus propias reglas, y ni siquiera eso.
La memoria selectiva
Aquí los participantes
reforzarán la responsabilidad de sus actos, salvo que, como suele ocurrir, no
sepan o no se acuerden lo que han hecho. En ese sentido, abordarán su oficio
según la perspectiva de la cuestión moral, basándose principalmente en la ética
de Sócrates. Se demostrará la vigencia de la frase socrática “sólo sé que nada
sé”, repetida hasta el cansancio luego de los innumerables accidentes
ocasionados por los participantes. Además se resaltará la condición caballeresca que asumen cuando
son interrogados y niegan recordar los hechos porque los caballeros, como se
sabe, no tienen memoria.
No a la
discriminación o el derecho al traslado
En base a la
declaración universal de derechos humanos, se les recordará a los participantes
que todos somos iguales ante Dios, la ley y el tráfico. Por tanto, nadie debe
ser discriminado por raza, sexo, o por estar lejos de un paradero oficial. En ese contexto, se les explicará a los asistentes que si
están yendo a gran velocidad y ven que un inofensivo y desolado peatón, donde
quiera que esté, levanta el brazo, el chofer tiene la obligación moral y cívica
de frenar de golpe y recogerlo. Que sus pasajeros salgan disparados hacia
adelante, o que el peatón solo haya levantado el brazo para saludar a otra
persona, son hechos sin importancia.
La
velocidad o la rapidez incomprendida
Se les
explicará a los participantes los alcances de la física einsteniana y el concepto
de relatividad y del espacio-tiempo. En el caso que se les acuse de ir
demasiado rápido, podrán aducir que “todo es relativo” y que la curvatura del
tiempo les permite dar las curvas a tiempo. Asimismo, explicarán que pese a que
no consiguen llegar a la velocidad de la luz, sí puedan manejar sin luz a toda
a velocidad.
Según se informa, el
instituto había pensado cobrar varios cientos de dólares por el curso, sin
embargo, considerando que se trata más bien de una labor social, va a cobrar lo
mismo, pero en soles.
Cabe indicar,
finalmente, que la Municipalidad de Lima ha reconocido la validez de este
curso. En tal sentido, ha determinado que todos los participantes que lo hayan
aprobado obtendrán un certificado especial, el mismo que les permitirá circular
libremente por todas las calles de Lima, durante todos los días de la semana, pero,
desde luego, a pie.
Publicado en la revista Velaverde Nº66
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