Por razones que no
vienen al caso, es decir, que desconozco, el ser humano promedio prefiere renunciar a esa tarea tan engorrosa
que es el razonar. Así, es más práctico alejarse
del ejercicio deductivo e instalarse en los cómodos dominios del prejuicio. Pero,
¿acaso siempre el prejuicio es malo? Yo, de antemano, digo que no.
Sin embargo, por
estos días el ciudadano Oscar López Meneses viene denunciando que es víctima de
un linchamiento mediático, una suerte de prejuicio en masa en contra suya, por
el hecho casi anecdótico de haber sido operador de la mafia fujimontesinista y tener,
en tiempos de Humala, el 50% de los patrulleros de la Policía resguardando su
casa.
Evitando caer en el
prejuicio, buscamos esta semana a López Meneses, no por los cuestionamientos
que se le hacen, sino para conocer su lado creativo, un aspecto casi
desconocido de su vida, incluso para él.
López Meneses publicó
el año pasado, bajo el sello editorial “La Oveja Negra”, su primer –y
felizmente- único libro de narrativa breve llamado “Puro cuento”. El libro -de
tapa y cara dura- consta de 10 narraciones donde el autor recrea, de manera
vívida, las aventuras de un entrañable asesor político llamado el “Doc” y sus
relaciones con diferentes políticos.
Para hablar de su rol
de escritor y de otros temas, pero sobre todo de otros temas, decidimos
conversar con López Meneses. El polémico personaje nos recibió en su ahora
apacible residencia de Surco.
“Pasaba seguido por
aquí y al ver toda la parafernalia de seguridad me preguntaba qué alto
funcionario del gobierno vivía aquí”, le
dije, buscando su reacción. “Yo me preguntaba lo mismo”, me dice sonriendo.
En la sala, dos
inmensos cuadros abstractos cuelgan sobre las paredes cremas. En la pequeña sala contigua hay una foto
enmarcada donde López Meneses posa con varios dirigentes del fujimorismo.
-Mira –me dice- esos
son ahora los que más me critican.
Viendo que él mismo
quería hablar de política le seguí la conversación.
-¿Cómo llegó hasta el
Congreso? –le pregunto.
-Bueno, no fue fácil.
En esa época el tráfico por Abancay estaba peor.
-No –le digo-, te
preguntaba quién lo llevó a que trabaje ahí, al mundo de la política. Hasta
donde recuerdo usted había estudiado odontología.
-Así es.
-¿Y entonces no pensaba
relacionarse con la política?
-No, yo quería ser un
hombre de bien.
-Pero la política no
es mala aunque haya malos políticos.
-Es verdad, pero los
que me critican sí son de lo peor. Fíjate que han llegado a decir que la
universidad me canceló el título de odontólogo.
-¿Y eso es cierto?
-Sí, claro, pero ese
es un tema personal, privado.
-Pero usted dice que
también es experto en marketing político y manejo de medios.
-Sí, claro.
-¿Es verdad que estudió
en ESAN?
-No, en el SIN.
-¿En el SIN de
Montesinos? ¿Y va a negar que es un montesinista?
De pronto, López
Meneses parece exaltarse. Sin embargo, respira hondo y se tranquiliza.
-Claro que lo niego.
Soy fujimontesinista.
-Pero ahora el
fujimorismo lo trata de lejos, como si se hubiera olvidado que usted trabajó con
ellos. Hablemos de eso, ¿cómo llega a la bancada fujimorista?
-Todo empezó cuando
me enamoré.
-De la hija del
entonces general Malca.
-Exacto.
-¿Y qué pensó cuando
descubrió que Malca era íntimo de la mafia fujimontesinista?
-Pena
-Por no haber tenido
suerte con tu suegro
-No, por no haberlo
conocido antes.
López Meneses se
frota las manos.
-Mira –me dice-. Mi
suegro no es la persona que dice la prensa.
-¿Acaso no es un
corrupto, fue socio de Montesinos y por eso se fugó del país?
-Ah, eso sí. Pero él
era una muy buena persona con su gente.
-¿Con su familia?
-No, con la mafia.
Mientras el discípulo
de Montesinos guarda silencio, me preguntó hasta cuándo querrá hablar de estas
cosas y no sobre su libro. Yo, desde luego, no sería quien le cambie el tema.
-Y entonces, él le
presentó a Montesinos y a la bancada fujimorista.
-Sí, pero mejor
hablemos de una vez sobre mi libro.
-Antes de abordar el
tema literario, no puedo dejar de preguntarle por los patrulleros, portatropas, tanques y demás que se encontraban frente a su casa. ¿Cómo
explicas eso?
-Bueno, eso ya lo
explique muchas veces. No es mi culpa que mi casa fuera elegida para el plan
piloto del programa Barrio Seguro.
-Pero la oposición
dice que la excesiva seguridad que usted tenía era para ocultar un central de
chuponeo, para guardar oro ilegal y hasta se ha dicho que Montesinos se reunía
aquí con gente del gobierno.
López Meneses sonríe.
Mueve la cabeza a los lados. Su mirada se detiene un momento en uno de los
grandes cuadros.
-Se han dicho tantas
cosas. ¡Para qué vamos a repetirlas! Yo pensé que venías a hablar del libro.
-Desde luego –le digo-
pero su libro de cuentos, más allá de las historias que cuenta es también una
disección de la insana relación entre la política y la corrupción.
-Ah, sí, sí claro.
-¿Y entonces en
verdad conoce a Humala?
-¿Pero no me estabas
hablando del libro?
Esta vez el que
sonríe soy yo.
-¿En verdad no quiere
hablar de Humala y la amistad que usted dice que tienen?
-Yo preferiría ya no
hablar de eso.
-Parece que se
hubieran amistado.
López Meneses se
reacomoda en su silla. Se inclina levemente hacia adelante y se lleva la mano
al mentón.
-Yo ya dije lo que
tenía que decir. Y ahora ya no voy a hablar más de ese tema. Más bien dime si
vamos a conversar sobre mi libro o mejor dejamos esto aquí.
-No se preocupe –le
digo- vamos a hablar del libro.
-De acuerdo.
-Me interesa el
proceso creativo, la forma en que ha ido construyendo los personajes…
-Tengo fotos mías y
de Ollanta.
-Perdón…
-Te digo que tengo
fotos.
-Pensé que no quería
hablar de eso.
-Pero qué clase de
periodista eres. Te estoy dando el titular de tu nota.
-Entonces dice que
tiene fotos suyas y de Ollanta.
-Sí, pero en ninguna
salimos juntos.
Lo miro y vuelvo a
sonreír.
-A ver, señor López
Meneses, ahora yo le pido que regresemos a su libro. Es evidente que tiene un
gran talento para contar las cosas como si en verdad fueran ciertas.
-¿Se refiere al libro
o a las declaraciones que hago a la prensa?
-A sus cuentos.
-Por eso le pregunto,
¿se refiere al libro o las declaraciones que hago a la prensa?
Minutos después,
cuando la entrevista termina y estoy por retirarme, López Meneses me sorprende.
-Son 50 soles –me
dice.
-¿Me está cobrando
por la entrevista?
-No, por el libro.
López Meneses me
asegura que “Puro cuento” no se puede encontrar en librerías. Y no porque se
haya agotado, sino porque no logró que ninguna librería aceptara exhibirlo. “Ni
como donación me lo aceptaron”, me confesó.
-Por eso ahora los
vendo personalmente.
-Pero yo pensé que me
lo había enviado como cortesía.
-Claro, la cortesía es
el envío. El libro no.
Pese a la escasa
difusión y nulas ventas de su primera obra, López Meneses me anuncia que el
próximo verano debe estar saliendo su primera novela llamada “En busca del
resguardo perdido”, donde contará las aventuras de un misterioso operador
político a quien llamará “OLM”.
Queda claro entonces que,
solo si nos alejamos de los prejuicios, si no nos dejamos llevar por el
bombardeo inclemente de la presa que lo critica, podremos darle entonces a
López Meneses el lugar que se merece en el mundo de la ficción.
Publicado en la revista Velaverde (27.10.2014)
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