lunes, 25 de julio de 2016

Un encuentro inesperado

No sé qué extraños sucesos me llevaron a pasar frente al histórico Bar Cordano, un sábado a las 9 de la mañana, pero ahí estaba yo. Como vi la puerta entreabierta, entré y quedé sorprendido al ver al presidente Humala en una de las mesas.

-Está cerrado –me dijo una voz del otro lado de local.

Entonces vi que la voz venía de un grupo de personas; rápidamente comprendí que eran policías.

-Déjenlo –dijo Humala y luego me miró-. Ven, siéntate aquí.



Humala arrimó una silla y me senté.

-¿Cómo te llamas? –me preguntó y antes de que pudiera responder agregó-. Mejor no, no me digas. Lo que quiero es saber la opinión de alguien como tú, un ciudadano de a pie, un cualquiera, un chauchilla, un pelagatos, un…
-Ya entendí.
-Mira –me dijo-. Me estaba yendo a un evento pero decidí parar aquí y pensar en mi gobierno. Es que sentí un nudo en la garganta.
-¿La ansiedad?
-No, la corbata. Me la ajusté demasiado. Dime, ¿cuál crees que ha sido el peor error de mi gobierno?
-Su esposa.
-Caramba, ni lo pensaste. Pero ella no es lo que la gente cree.
-¿Es peor?
-No, todo lo contrario. Es un amor de persona.
-Puede ser pero no basta con serlo. Usted ya sabe lo que se dice de la mujer del César…
-No sé, hace días no veo la tele. Lo que pasa es que ustedes son ingratos. A ver dime, ¿cómo hemos dejado la economía?
-Sigue creciendo pero a mucho menos velocidad que antes.
-¿Y qué me dices de la salud?
-Más o menos, hoy amanecí medio resfriado.
-Te pregunto de la salud en general.
-Bueno, la mayoría se queja de la atención.
-Ustedes creen que las cosas cambian de un día para otro.
-Pero ya pasaron cinco años.

Entonces Humala me miró. Dio un leve suspiro y dirigió su mirada hacia donde estaba su seguridad.

-Vamos, mejor cumplo con los compromisos.

Humala se puso de pie en el mismo momento que un mozo salió de la cocina trayendo un café y un pan con lechón.

-Déselo nomás al ciudadano de a pie –le dijo y se fue con su seguridad.

Mientras comía mi inesperado desayuno, pensaba en su gobierno. La verdad es que me dejó la imagen de un presidente que quiso, pero no pudo. Y, claro, también me dejó la cuenta. 

Publicado en revista Velaverde Nº173

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