lunes, 11 de julio de 2016

De despedidas, censuras y agendas

Ollanta Humala se encuentra en uno de los salones de Palacio de Gobierno. Está guardando cosas en una caja. Entonces ingresa su edecán.

-Oe te buscan.

Humala levanta la mirada y mueve la cabeza.

-¿Qué le pasa a usted? ¿Qué es eso de “oe”? Recuerde que todavía soy el presidente de este país.

El edecán asiente.

-Perdone señor presidente, es que le falta tan poco.
-A usted no le interesa cuánto me falta. Y pórtese bonito porque todavía puedo echarle a perder el legajo.
-No, no, eso sí que no, excelentísimo señor Presidente.
-Así me gusta. Ahora dígame, ¿quién me busca?
-Es Waikiki.
-¿Waikiki? ¿De la playa Waikiki?
-No, Waikiki pues.
-Óigame edecán. No estoy para adivinanzas, hágame el favor de ir y averiguar bien.

El edecán hace una venia y sale del salón, mientras Humala vuelve a ocuparse de la caja. A los poco segundos, el edecán vuelve.

-Señor excelentísi…
-Ya, no te gastes, ¿quién quiere verme? ¿No era Waikiki?
-No, señor presidente, era un tal Valakivi. ¿Lo conoce?
-Claro que lo conozco. Es el Ministro de Defensa. Hazlo pasar.



El edecán vuelve a hacer una venia aún más notoria y se va. En seguida, ingresa el ministro, cargado de folders y papeles.

-Jakke, ¿cómo estás? –dijo Humala estirándole la mano para saludarlo.
-Bien, señor presidente –respondió estrechando la mano de Humala, pero despacio, con miedo a que se le caigan los documentos que había llevado. Valakivi toma asiento y pone todo sobre la mesa central.
-Me disculpas Jakke que te reciba así en este desorden, pero estoy ya empacando algunas cosas. Tú sabes, el 28 soy fuga.
-¿Entonces es cierto que se va a escapar?
-No, Jake, no entiendes. Cuando dije soy fuga fue solo una expresión.
-Si usted lo dice.

Humala lo mira serio durante unos segundos, luego vuelve a guardar cosas en la caja.

-Mire, señor presidente, le cuento. Estamos en graves problemas.
-¿Qué pasa? –pregunta Humala, sin alarmarse, sin dejar de guardar cosas.
-En el Congreso me quieren censurar.
-¿Por qué?
-Porque tengo problemas con la inteligencia.
-¿Por eso? No te preocupes. Yo estoy peor que tú y nadie me ha dicho nada.
-Señor presidente, le estoy hablando de la inteligencia en el VRAEM.
-Ah sí, claro. ¿Cómo va  esa denuncia contra los periodistas?
-La denuncia ya la hicimos. Ahora depende del Poder Judicial. Pero el problema no es ese.
-Entiendo, estás preocupado por cómo se manejará ahora la inteligencia.
-No, señor presidente. El asunto es más grave todavía.

Humala deja la caja por un instante y observa a Waikiki, perdón, a Valakivi.

-¿Más grave? ¿No me digas que esto me involucra a mí?
-No, a usted no.
-¿A Nadine?
-No, señor presidente, el asunto me involucra a mí. No sabe lo grave que sería si me censuran.

El presidente esbozó una sonrisa y movió la cabeza a los lados.

-¿Por eso te haces tantos problemas?
-A mí nunca me han censurado.
-Hace un momento estábamos hablando que ya nos quedaba poco tiempo en el gobierno.
-Sí, lo sé.
-¿Y entonces? ¿Qué te puede importar que te censuren o no? Si es por la grati no te preocupes, yo hablo con el MEF y así te saquen del ministerio igual recibes tu grati completa.
-Vamos, señor presidente. No es justo que me pase esto y le voy a explicar por qué.

El Ministro de Defensa coge el primer folder de la ruma de cosas que puso en la mesa.

-Mire, señor presidente, de acuerdo a la ley de información clasificada…
-No, Jakke, no quiero me que leas nada. No es momento para eso.
-Pero solo le quiero leer la parte que…
-No, Jakke, olvídalo.
-Pero ¿y la censura?
-Te censurarán pues, nadie se ha muerto por eso.
-Es que no es justo. Por último yo ni quería denunciarlos, pero cuando hablé con Nadine…
-Ya no hablemos de ese tema.
-Pero si de eso he venido a hablar señor presidente. Todos dicen que en lugar de denunciar a los periodistas debería haberles agradecido por descubrir un caso de corrupción.

Humala saca de la caja una fotografía enmarcada. En ella se ve a un mucho más joven Ollanta, tomado de la mano de Nadine. Lo mira, sonríe y se lo muestra a Val Kilmer, perdón, a Valakivi.

-Mira Jakke, nos tomaron esa foto en Cusco, en plena campaña del 2006.

El Ministro de Defensa mira la foto y apenas fuerza una sonrisa. Luego vuelve a mostrarse preocupado.

-¿Y entonces señor presidente? ¿Me puede ayudar?
-¿Ayudar a qué? –dijo regresando la foto en la caja.
-A evitar la censura.
-Olvídate de la censura Jakke. A estas alturas qué importa eso.
-Pero señor presidente, quizá si habla con los congresistas del nacionalismo me puedan dar una mano.
-¿Con quién hablo? ¿Con Abugattás? ¿Con Chehade? Ya pues Jakke, lo que deberías preocuparte es dejar todo en regla en el ministerio.
-¿Qué insinúa señor presidente?
-Nada, no insinúo nada. Solo te digo que deberías pensar más en la transferencia que en otra cosa.

El Ministro de Defensa se pone de pie. Le estrecha la mano a Humala, recoge sus papeles de la mesa y camina hacia la salida del salón.

-Te deseo toda la suerte del mundo –le dijo Humala, sin verlo.
-Gracias –respondió Valakivi y volteó para agregar- A usted también le deseo toda la suerte del mundo con la agenda, señor presidente.
-¿Con qué agenda?
-Con la agenda que tiene que cumplir de aquí hasta el 28.
-Ah ya –dijo Humala, mirándolo serio- Pensé que me estabas insinuando algo.
-No, señor presidente, de ninguna manera.


Publicado en la revista Velaverde Nº171

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