lunes, 9 de mayo de 2016

Elecciones ministeriales

En la residencia de Keiko Fujimori se han reunido la crema y la nata de Fuerza Popular. Los hombres y mujeres fuertes del fujimorismo se encuentran cómodamente sentados en la sala. La candidata está de pie frente a todos. Junto a ella, su vicepresidente José Chlimper se muestra imperturbable.

-Bueno, como ustedes saben PPK ha venido repartiendo ministerios como si ya estuviera en el poder y eso se lo hemos criticado con dureza –dijo Keiko.

En ese momento entra intempestivamente Kenji.

-Perdona Keiko, me demoré por estar conversando con Salvador.
-¿Y qué dice Heresi? ¿No va a venir?
-No, dice que tiene una cita con PPK.
-Pero, ¿cómo? ¿Va a estar o no con nosotros?
-Todavía tiene sus dudas, pero me dijo que sin falta va a tomar una decisión.
-¿Cuándo?
-Después de la segunda vuelta.



Keiko da un suspiro y  Kenji entra a la sala, busca un lugar y toma asiento.

-Bueno, les decía, PPK cometió el error de repartir cargos cuando todavía no ha ganado nada. Nosotros vamos a hacer las cosas como se debe, o sea sin que nadie se entere.

Repentinos aplausos se escuchan en la sala. Keiko estira sus manos y les pide calma. Cuando el silencio vuelve a copar el lugar, la candidata retoma la palabra.

-Bueno, entonces vamos a nombrar a los ministros por elección, como si fuéramos democráticos. Empecemos, ¿quién quiere ser Primer Ministro?

En ese instante Chlimper codea levemente a Keiko, pero ella no acusa recibo. En la sala, todas las manos están alzadas mientras Galarreta, en un rincón, considera que se trata de un método injusto.

-Vaya, tenemos muchos voluntarios.

Chlimper carraspea, una, dos, tres veces. Keiko voltea a verlo.

-¿Estás bien José?
-Sí, sí, estoy bien.

Keiko asiente y vuelve a mirar hacia la sala donde los demás siguen expectantes. Entonces Chilmper vuelve a codearla, pero con más fuerza. Keiko voltea a verlo y comprende.

-Bueno, les agradezco a todos su desprendimiento y sus ganas de servir al país, pero yo creo que aquí José Chlimper sería un excelente premier.
-No sé qué decir, Keiko –dijo Chlimper-. Me tomas por sorpresa.
-Decidido entonces, José será nuestro primer ministro.

Chlimper saluda moviendo la mano al momento que se escuchan algunos aplausos desganados.

-Bueno, a ver qué ministerio sigue.

De pronto Octavio Salazar se levanta.

-Perdona Keiko, pero antes que sigas, quiero proponer a alguien para el Ministerio del Interior.
-Vaya general, qué generoso. ¿Y a quién tiene en mente?
-A mí.

Keiko abre los ojos y sonríe. Otro murmullo recorre la sala.

-Bueno, pues, después de todo creo que no es mala idea. Que no se hable más entonces.

De pronto Kenji da un paso adelante.

-Un momento, ¿por qué no quieres que se hable más? ¿Acaso nos quieres callar?
-Kenji, hijo –intervino María Luisa Cuculizza- te has confundido. Tu hermana solo dijo que ya todo estaba terminado.
-¿Cómo que terminado? Todavía faltan un montón de misterios.
-Dirás que todavía faltan un montón de ministerios.
-Ya ves –dijo mirando a Keiko- ella piensa lo mismo.
-No, Kenji –dijo Cuculizza- olvídate. Todo está bien. Dejemos que tu hermana siga con la repartija….digo, con la repartición de cargos.

Kenji, con el rostro adusto, mira a su hermana, luego a Cuculizza. A ella le hace un ademán de aceptación y se vuelve a sentar.

-Bueno, ahora ¿quién quiere ser Ministro de Justicia?

Varias alzan sus manos, algunos las dos.

-Tiene que ser alguien íntegro, –dijo Keiko-. Que tenga una trayectoria impecable, que no tenga acusaciones ni juicios en curso.

Ni una sola mano queda levantada. Entonces  Kenji vuelve a ponerse de pie.

-Pero Keiko, ¿no estás siendo muy rigurosa? ¿Y la presunción de inocencia?
-Un momentito –dijo Becerril, levantándose del mueble-. Yo no he sido investigado por nada.

El lugar de pronto queda en silencio. Keiko y Kenji se miran un momento. Luego Kenji vuelve a sentarse y Keiko se dirige a Becerril.

-¿No te han investigado por nada?
-No –dijo Becerril, orgulloso-. No que me acuerde.
-¿Y eres una persona íntegra?
-Sí, nada me falta. A veces me falla la memoria nomás.
-¿Y sabes lo que tiene que hacer un Ministro de Justicia?
-Mmm…o sea, saber lo que se dice saber no, pero sé que te ponen un fajín.
-Bueno, está bien –dijo ahora mirando a la sala-. Becerril entonces será el Ministro de Justicia.

Se escuchan un par de aplausos nada más, los del propio Becerril. De pronto, ingresa una asistente de Keiko y le susurra unas palabras al oído.

-¿Ah sí? –dijo Keiko- ¿Cuántos son?
-Son como cinco dirigentes, pero representan a cientos de miles.
-¿Qué pasa? –intervino Chlimper.
-Unos mineros ilegales que quieren que firme un acuerdo de no sé qué.
-Ah ya, debe ser de la formalización. A ver, cientos de miles de familias. Que sean padre y madre por familia, que haya al menos un hijo mayor de edad, ahí son tres, si son cientos de familias, ahí tenemos…mmm…tenemos un montón de votos.
-¿Entonces firmó el acuerdo?
-Firma lo que sea con tal que voten por nosotros.

Keiko asiente, le dice a la asistente que lleve a los dirigentes al recibidor y que les diga que en seguida los atiende.

-Me olvidada –dijo Keiko antes de que la asistente se fuera- fíjate que se limpien bien los zapatos antes de entrar. No vaya a ser que me llenen de mercurio la alfombra.
-Bien pensado –dijo Chlimper.

Luego Keiko observa la sala, donde los murmullos ya habían empezado.

-Señores, señoras, ha surgido un imprevisto.
-Caramba –dijo Kenji- ¿Así de pronto?
-Sí Kenji, así de pronto. Vamos a tener que dejar esto para otra ocasión. Gracias por venir.

Keiko se va con Chlimper al encuentro de los mineros ilegales, mientras en la sala la mayoría sigue departiendo. Becerril le pregunta a todo mundo si los fajines los hacen a medida o vienen por tallas. A un par de metros de él, Salazar está conversando con Miyashiro y le dice que su primera medida como Ministro del Interior va a ser declarar amnistía general para todos los pishtacos. “Parece que el jefe es un tal doctor Olaya”, le confiesa.


Publicado en la revista Velaverde Nº164

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