lunes, 7 de diciembre de 2015

El regreso de Urresti

En Palacio de Gobierno, Ollanta Humala y Nadine Heredia se encontraban sentados frente al exministro Daniel Urresti.

-Bueno, Daniel –dijo Humala-. Supongo que ya sabes para qué te hemos llamado.
-Lo imagino.
-Queremos deshacernos de Von Hesse.

Urresti abrió los ojos y elevó sus cejas.

-Este, ya, ya, no hay problema. ¿Sería como un accidente?


-Pero de qué estás hablando Daniel, cuando digo que queremos deshacernos de Von Hesse quiero decir que ya no lo queremos como candidato. Eso nomás.
-Claro, claro –dijo Urresti-. Yo también me refería a eso.

Humala movió la cabeza y miró de reojo a la primera dama.

-A ver Daniel – aclaremos las cosas. No tenemos nada en contra de Milton.
-Tampoco tienen nada a favor.
-Daniel, te recuerdo que Milton es un técnico muy capaz –dijo Humala.

Urresti hizo una mueca de fastidio.

-Mire señor presidente, dejémonos de rodeos. Antes de llegar a Palacio vi en el twitter que Von Hesse ya renunció.

Heredia dejó ver una sonrisa.

-Entonces ya lo sabes –dijo Humala.
-Sí, señor presidente. Ahora yo soy el candidato presidencial del nacionalismo.
-Precandidato todavía –dijo Humala.
-No te preocupes Daniel –dijo Heredia-. Tienes razón. Ahora eres nuestro candidato presidencial y estamos apostando por ti.

Urresti se puso de pie y se frotó las manos.

-Me voy entonces- dijo Urresti-. Hay mucho por hacer.
-Todavía no te vayas, queremos decirte algunas cosas.

Urresti, con fastidio poco disimulado, se volvió a sentar.

-Mira Daniel –dijo Humala-. No te voy a mentir. Es muy difícil que ganes, pero lo importante para nosotros es que pases la valla y coloquemos la mayor cantidad de congresistas posibles.
-Ahí está lo malo pues.
-¿Cómo dices? –dijo Heredia.
-Con todo respeto señor presidente y primera dama, pero así no juega Perú. Si yo me estoy lanzando es porque sé que puedo ganar.
-Ah bueno, está bien que seas positivo –dijo Humala.
-No es ser positivo señor presidente, es ser realista. Mire usted, la gente en la calle me quiere. Me saludan, algunos me vacilan, pero con cariño, ¿me entiende?
-Bueno, la verdad a mí ya ni me saludan –dijo Humala.
-¿Y usted primera dama? Usted sí debe tener seguidores todavía.
-Sí, claro, el Poder Judicial y el Ministerio Público.

Urresti movió la cabeza a los lados.

-Bueno, Daniel, si estás tan seguro de tu triunfo en buena hora. Todos estamos de acuerdo en que mientras mejor te vaya a ti, mejor nos irá a nosotros.
-Eso sí Daniel –dijo Heredia- vas a contar con todo el apoyo del partido.
-¿Y los congresistas?
-También te van a apoyar.
-No, primera dama, le pregunto por la lista congresal. Supongo que podré elegir a los que van a postular al Congreso.
-Daniel, olvídate de eso, esas son cosas del partido.
-Pero hay gente que siempre me ha apoyado y les he prometido ponerlos en la lista.
-Ya eso lo vemos después. Ahora hay que relanzar tu candidatura.
-No será fácil, tus críticos van a volver a decir que eres un asesino.
-Es lo más probable.
-Pero no lo eres, ¿no?
-Claro que no.
-Qué bueno –dijo Humala-. Y también te dirán que eres un violador.
-Seguro que lo harán.
-Pero no lo eres, ¿no?
-Por supuesto que no.
-Qué alivio. También dirán que eres autoritario, machista, retrógrado, impulsivo, abusivo y mandón.
-De todas maneras.
-Pero…pero bueno qué importa lo que digan.
-Claro que no señor presidente. Le aseguro que en la próxima encuesta ya voy a aparecer. Y de aquí a un mes voy a estar alcanzando a PPK.
-Ese es el espíritu –dijo Heredia.
-Además –dijo Urresti-. Tengo la ventaja de contar con los recursos del Estado para mi campaña.

Humala y Heredia se miraron.

-No, Daniel –dijo Humala-. Aquí no mezclamos las cosas. Una cosa es el Estado, que es la plata de todos y otra cosa muy distinta es la plata del partido. No te confundas.
-De acuerdo –dijo Urresti-. ¿Y si se acaba la plata del partido?
-Ahí sí agarramos la plata del Estado.
-Entiendo –dijo Urresti-. Entonces todo bien.
-Eso mismo –dijo Heredia-. Todo bien.

Entonces Urresti se puso de pie.

-Ahora sí me voy. Les agradezco la confianza y les prometo que no los voy a defraudar.
-Bueno Daniel, estamos depositando…
-¿Cuánto? –dijo Urresti-. ¿En dólares o soles? 
-No, Daniel –dijo Humala- te digo que estamos depositando nuestra confianza en ti.
-Ah ya, eso sí lo sé.  ¿Alguna última recomendación?
Humala lo miró detenidamente.
-Sí. Nunca mezcles vodka con redbull.

Publicado en la revista Velaverde Nº144
                        



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