martes, 17 de noviembre de 2015

La madera de Von Hesse

Von Hesse llega a Palacio de Gobierno e ingresa, casi simbólicamente, por la puerta que da a la calle Desamparados. En la entrada lo recibe un edecán y lo conduce hasta llegar al despacho presidencial. Tras tocar la puerta y recibir el permiso, el edecán abre la puerta y el candidato presidencial del nacionalismo ingresa. El presidente Ollanta y la primera dama lo están esperando.

-Vamos a ver Milton –dijo Humala-. ¿Qué está pasando?

Von Hesse, que acaba de sentarse frente a la pareja presidencial, empieza a pestañear de pronto.

-No entiendo, ¿a qué se refiere, señor presidente? –dijo, mirando también a la primera dama.



Humala y Heredia se miran. En el rostro de Nadine aparece una sonrisa apenas dibujada.

-Tú candidatura no prende, Milton –dijo Heredia-. Hay alguien que no la deja subir.
-¿Quién? ¿Alan? ¿Acuña?
-No, tú.
-¿Yo?
-Sabemos que no lo haces a propósito-dijo Humala.
-Pero si yo estoy poniendo todo de mí.
-Ese es el problema –dijo Heredia- Deberías poner menos.
-¿Cómo así? No entiendo.

Humala se acerca a Von Hesse y le pone la mano a su hombro.

-Mira Milton, te hemos visto en las entrevistas y te vemos un poco…¿cómo decirlo…?
-Tieso –dijo Heredia.
-¿Tieso?
-Sí, como si fueras hecho de madera.

Von Hesse se endereza y se reacomoda en la silla.

-No te preocupes Milton por eso –dijo Humala-. Te vamos a poner con un experto en expresión corporal y lo arreglamos.
-Bueno, si ustedes lo creen necesario.
-Necesarísimo –dijo Heredia.

Humala da unos pasos en silencio y luego vuelve a sentarse.

-Otra cosa Milton –dijo Heredia-. Estás muy tibio, muy buena gente. Tienes que atacar un poco a los demás candidatos.
-¿Atacar a los demás candidatos? –dijo Von Hesse, como repitiendo una lección.
-Exacto.

El candidato nacionalista desvía su mirada de Heredia y mira a Humala.

-¿Qué pasa? –dijo Heredia.
-Bueno...es que cuando conversé con el señor presidente…
-¿Qué? ¿Qué conversaron? –dijo Heredia y luego miró a Humala -¿Qué le dijiste? ¿Que no ataque a nadie?

Humala se aclara la voz y eleva el rostro.

-Lo que pasa Nadine es que le prometí a Milton que él iba a dirigir su campaña y él me dijo que no quería pelearse con los demás, sino dar propuestas.

Heredia achina sus ojos y mira entonces a Von Hesse.

-¿Propuestas?
-Propuestas serias –dijo Von Hesse, orgulloso de su posición.

Nadine sonríe y mueve la cabeza a los lados. Luego vuelve la vista a Von Hesse.

-¿Te gustan las propuestas? Bueno, mira, yo te propongo que dejes esa actitud de chico bueno que así no le vas a ganar a nadie.
-Pero Nadine, yo soy así, no soy de pelearme.
-Pero para ganar no tienes que ser tú, sino tienes que ser lo que  haga falta. Mira lo que hicimos nosotros en la campaña. ¿O tú crees que Ollanta y yo somos nacionalistas? ¿O también te creíste el cuento de la gran transformación?

Von Hesse se queda en silencio. La primera dama voltea y mira a Humala.

-Yo te dije, mejor le hubiéramos dicho a Urresti.
-No pues Nadine. Tú sabes los problemas judiciales que tiene.
-¿Y eso qué? Tú también tuviste lo de Madre Mía.

Por un momento, Von Hesse parece haberse vuelto invisible. La pareja presidencial continúa la discusión hasta que son interrumpidos.

-Disculpen –dijo Von Hesse, logrando que los Humala callen y se queden mirándolo-. Si ustedes no están conformes conmigo, yo no tengo ningún problema en dar un paso al costado.
-Lo que tienes que hacer es dar un paso hacia adelante, pasar a la ofensiva –dijo Heredia.-No se trata que renuncies a estas alturas.
-Claro Milton –dijo Humala-. Nosotros confiamos plenamente en ti. Lo menos que esperamos de ti es que nos ayudes a que nuestra gente pueda entrar al Congreso.
-Sí, pero como vas, creo que ni siquiera vas a pasar la valla electoral –dijo Heredia.
-Vamos Milton, nada te cuesta ser agresivo –dijo Humala-.
-Lo que yo quiero es adecentar la política.

Heredia se para de su asiento. Mueve otra vez la cabeza y camina hacia la puerta.

-¿A dónde vas, Nadine? –dijo Humala-.
-Yo no puedo más con esto –dijo Heredia, deteniéndose ante la puerta-. Tú convéncelo. ¿O quieres que le diga a Otárola que sea el candidato?
-No, no te preocupes, yo hablo aquí con Milton –dijo Humala, forzando una sonrisa, la que mantuvo hasta que la primera dama salió del despacho.

Entonces Humala se pone de pie y se acerca a Von Hesse.

-Milton, no te preocupes por Nadine.
-No, el que se tiene que preocupar por ella es usted señor presidente.

Humala asiente con la cabeza.

-Bueno Milton, creo que las cosas están claras. Vas a trabajar con esta persona lo de la expresión y solo te pido que seas al menos más contestador. Saca tu lado de barrio.
-¿Qué barrio?
-O sea que muestres que tienes esquina.
-¿Cómo sabe que mi casa está en una esquina?
-Olvídalo Milton. Anda nomás y haz lo mejor que puedas.

Von Hesse se levanta y camina hacia la puerta. Antes de salir Humala le da un apretón de manos.

 -No te olvides Milton. Yo confío en ti.
-¿En verdad cree que puedo ganar?
-Como que me llamo Antauro.


Publicado en la revista Velaverde Nº141

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