lunes, 26 de octubre de 2015

¿Por qué Von Hesse? ¿Por qué?

La vida no es eterna; lo sabemos. Y aunque es verdad que si así fuera sería un suplicio, digo yo, tampoco tenía por qué ser tan breve. Sin embargo, para algunos habitantes de este “valle de lágrimas” -¿no sería mejor río de lágrimas?- el continuo ejercicio de la respiración se les hace insufrible y prefieren hundirse, por propia mano, en la oscuridad final. En tal sentido, el suicidio –o como lo llamó Nabokov: “ese absurdo despilfarro del yo”- es y seguirá siendo, paradójicamente, parte de la vida. Juzgarlo o entenderlo es transitar por un terreno farragoso y en extremo complicado al cual no pretendo ingresar, primero muerto.

Menos lúgubre, aunque no menos trágico e inexplicable es el suicidio político. Huelgan los ejemplos de quienes, fascinados en igual medida por la pulsión tanática y la política, deciden lanzarse a una piscina sin agua o, mejorando la alegoría, a una ánfora sin votos.

Esta forma de marchar entusiasta hacia la derrota inevitable es, pese a todo, moneda corriente en la vida de un político. De él se espera que pierda muchas elecciones antes de lograr alguna victoria, si acaso esta llega, y todo eso sin perder la sonrisa ni la paciencia, o al menos alguna de ellas. Sin embargo, ¿qué puede llevar a un tecnócrata a seguir los mismos pasos? ¿Por qué un hombre que ha trabajado en el Estado, pero que no tiene experiencia política, quiere agregar a su hoja de vida una derrota electoral de proporciones?



Me estoy refiriendo, desde luego, al flamante precandidato nacionalista Milton Von Hesse, quien tiene la dudosa fortuna de haber sido escogido para, en palabras de Nadine Heredia, “seguir el legado de Ollanta Humala”.

Von Hesse, cuyo apellido puede recordar a un famoso personaje cazador de vampiros,  es un economista de no pocas credenciales académicas. Repartido entre su rol de funcionario público y profesor universitario, permaneció alejado de los reflectores políticos hasta que en el 2012 el gobierno nacionalista del presidente Humala lo nombró Ministro de Agricultura. Dos años después, juramentó como Ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento. Quienes lo conocen dicen que se trata de una persona competente y honrada; quienes no lo conocen, en cambio, prefieren no opinar. Sobre su gestión en ambos sectores, las críticas apuntan a su debilidad por el lobby, aunque sus defensores –previo cabildeo- nos han convencido que nada de ello es ilegal.

Retomo entonces aquí la pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué Von Hesse acepta ser candidato de un gobierno que –en aparente guiño a la física cuántica- existe, pero ya dejó de existir? ¿Acaso no es consciente que le van a endilgar los pasivos de este gobierno, sobre todo aquellos relacionados a las acusaciones contra la primera dama? ¿Será que no es consciente que el partido por el que postula tiene la firmeza de un castillo de naipes en medio del huracán “Patricia”? ¿O, será que, simplemente, no es consciente?

Algunos analistas –ciertamente no los más serios- han deslizado la posibilidad de que durante los años en los que Von Hesse ha interactuado con la pareja presidencial ha sufrido una suerte de gradual lobotomía nacionalista. Ello significaría que la mente de Von Hesse se encuentra actualmente en piloto automático y que, asimismo, sus cualidades analíticas se han reducido al punto que Kenyi podría hacerle el jaque mate pastor dos veces seguidas.

Esta descabellada teoría, sin embargo, quedó robustecida el día en que Von Hesse fue inscrito oficialmente como militante nacionalista. En aquella ocasión, el exministro llegó sonriendo y con los brazos levantados al local del partido. Atravesó la portátil e ingresó al local, donde ya la presidenta de la agrupación lo esperaba para el show respectivo. Von Hesse parecía tan feliz que más de uno se preguntaba si en verdad comprendía lo que estaba ocurriendo. Con la sonrisa tatuada en su rostro, el único precandidato del nacionalismo, saludaba a diestra, a siniestra y a todos los que le llamaban y coreaban su nombre con la arenga inédita: ¡Miltón presidente!, ¡Miltón presidente!

Ahora que Von Hesse ha decidido lanzarse al vacío electoral y despilfarrar absurdamente su  yo  político, solo me queda desearle la mejor de las suertes, es decir, que no postule. Sin embargo, Von Hesse está tan entusiasmado con su candidatura que inclusive piensa –piensa es un decir- que puede ser el próximo presidente del Perú.
 
Desde aquí mis más sentidas y adelantadas condolencias. 


Publicado en la revista Velaverde Nº138

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