martes, 2 de diciembre de 2014

De chapulines, encuestas y refranes


Humala llega corriendo a uno de los salones de Palacio de Gobierno. La primera dama está sentada, esperándolo alrededor de una mesa.

-Perdona la demora –dijo Humala.
-La cosa está fea –dijo Nadine-. Nuestra aprobación sigue cayendo, la sombra de la corrupción nos sigue acechando. Y ahora están recordando que le dijiste al prófugo expresidente regional de Madre de Dios que converse con Belaúnde Lossio sobre las obras. Yo te dije Ollanta, debes tener cuidado con tus palabras.
-El único que se salva del gobierno es Urresti.
-Pero él no nos va a salvar. Ahora que es popular ya tiene sus propios intereses.
-¿Tú crees?
-Claro, mejor que ni venga ya a Palacio. Con lo agrandado que está por las encuestas, de repente ya no va a querer salir.
-Oh –exclamó Humala-. ¿Y ahora quien podrá ayudarnos?

Entonces, de entre las larguísimas cortinas que cubren uno de los ventanales, se escuchó:”Yoooo”.



Nadine elevó la vista y parecía no dar crédito a lo que veía.

-¿El Chapulín Colorado? –preguntó.

“No contaban con mi astucia”, dijo y, en seguida, la figura de traje rojo, zapatillas amarillas y antenitas de vinil cayó aparatosamente.

Humala y Nadine se acercaron y lo rodearon, sorprendidos.

-¿Estás bien? –preguntó Nadine.
-Sí, claro –dijo incorporándose-. Todos mis movimientos están fríamente calculados.

Humala dio un pase más hacia él. Lo miró absorto unos segundos.

-Tú no serás uno del grupo Terna, ¿no? –preguntó Humala– Seguro te ha mandado Urresti.

El Chapulín inclinó la cabeza a un lado.

-No –dijo Nadine-. ¿No te das cuenta que es el verdadero Chapulín Colorado?

Al volver a oír su nombre, el Chapulín adquirió una posición solemne, parecía estar posando para una sesión de todos. Humala se le acercó todavía un paso más y lo observó incrédulo. Alargó la mano y con suma cuidado, como si tuviera miedo de desintegrarlas, tocó las antenitas.

-¿Esto es un sueño? –se preguntó Humala.
-No –dijo el Chapulín- son mis antenitas de vinil.

Humala retrocedió y luego llamó a un lado a Nadine.

-Nadine –dijo susurrando- ¿Qué está pasando?
-Tranquilo Ollanta, lo importante es que el Chapulín Colorado está aquí. ¿Te imaginas lo que podemos hacer ahora que está aquí?
-Claro, podemos pedirle su autógrafo y tomarnos un selfie con él.
-No –dijo Nadine- podemos aprovechar su presencia para ganar puntos en las encuestas.
-¿Pero tú crees que el Chapulín quiera ayudarnos con eso?
-Claro.

El Chapulín se acercó.

-¿Puedo saber para qué me han convocado?
-Fíjate Chapulín que nuestra aprobación presidencial sigue cayendo y queremos que nos ayudes a levantarla. Tenemos hacer algo antes que baje tanto que se ponga en peligro la gobernabilidad y la democracia.
-¿La gobernabilidad y la demo qué?
-Cracia.
-¡Chanfle!

Humala intervino.

-Entonces queremos que salgas en la televisión y hables bien de nosotros.
-Esperen, esperen –dijo el Chapulín, mientras se paseaba por el salón-  ustedes quieren que me meta en cosas políticas. No, de ninguna manera.
-Pero Chapulín –dijo Nadine-. Yo tenía entendido que tú ayudabas a todas las personas necesitadas, fuera lo que fuera.

El Chapulín dio un suspiro.

-Yo opino…
-Mucho Chapulín –dijo Ollanta-. Eres lo máximo. Sabíamos que podíamos contar contigo.
-Se aprovechan de mi nobleza. Bueno, está bien, los voy a ayudar. Pero conste que lo hago porque el Chapulín Colorado ayuda lo mismo al rico que al pobre, al alto que al bajo, al flaco que al gordo, al inteligente que…¿cómo te llamas?
Humala se pone serio. Voltea a ver Nadine.
-Eso sí –dijo el Chapulín- yo no los voy a salir a apoyarlos abiertamente en la televisión
-¿En la radio? –dijo Humala, mientras el Chapulín lo miraba con desaprobación.
-Está bien, Chapulín –intervino Nadine- pero dime, si no nos vas a ayudar así, ¿entonces cómo?
-¿Vas a comer?
-No, me refiero a cómo nos vas a ayudar.

El Chapulín se inclinó levemente hacia ellos.

-¿Quieres saber si ya se me ocurrió una idea para ayudarlos?
-Sí.
-La respuesta es muy sencilla.
-¿Cuál?
-No se me ocurrió nada.

Humala se acercó a Nadine.

-Creo que hubiéramos llamado mejor a Batman.
-No, el Chapulín nos sale gratis y ese Batman nos cobra en dólares –dijo Nadine-. Y acuérdate que por tu culpa el dólar está subiendo.
-Déjense de hablar tonterías. Primero muéstrenme las encuestas.

Todos se sentaron alrededor de una mesa y el Chapulín puso frente a sí los documentos.

-Estos son los últimos sondeos –dijo Nadine.
-¡Chanfle! ¿Ya no va a haber más?
-No Chapulín –dijo Humala, empezando a impacientarse- Nadine se refiere a que son los de más reciente aparición.
-Ah menos mal –dijo el Chapulín luego achinó los ojos, concentrándose en una parte del documento-. ¿Qué número es este?
-¿Cuál? –dijo Humala, acercándose. ¿El tres?
-Sí.
-Es el seis.
-Ah ya, ¿y este otro número?
-¿Cuál?
-El cuatro.
-Ah, ese es el nueve.



Luego de estar mirando las cifras durante un par de minutos, el Chapulín se puso de pie. Con pasos lentos, camino alrededor del salón, con una mano en el mentón y con la mirada al vacío.

-Ya sé cómo ayudarlos –dijo de pronto-. Lo que tienen que hacer es…
-No, Chapulín –dijo Nadine- eso no.

El Chapulín dio unos pasos más.

-Ya sé,  qué tal si salen y dicen…
-No, tampoco –dijo Nadine.

El Chapulín volvió a quedar pensativo.

-Ya sé, van a  anunciar que…
-Eso menos Chapulín.
-Y si ustedes…
-Eso es Chapúlín.
-Ahí está.
-¿Ahí está qué?
-Ahí está lo malo que ya me olvidé qué era.

Entonces, unos repentino sonidos como de señales electrónicas empezaron a sonar y el Chapulín cambió de semblante.

-Silencio, silencio, mis antenitas de vinil están detectando la presencia del enemigo.

El edecán ingresa.

-Señor presidente –dijo- Lo busca el ministro Urresti.
-¿Está solo? –preguntó Humala- ¿Ha venido con tanques?
-Está solo señor presidente.
-Calma, calma. Que no panda el cúnico –dijo el Chapulín- Cuando entre lo voy a fulminar a golpes con mi chipote chillón.
-Pero Chapulín –dijo Nadine-. No has traído tu chipote.
-Ah bueno –dijo el Chapulín, con la voz temblorosa-. Entonces que sí panda el cúnico.
-No pasa nada Chapulín. –dijo Nadine y luego miró al Edecán-. Dígale al señor Urresti que va a tener que esperar.

El edecán asintió y se retiró.

-¿Ese es el Urresti que aparece mucho mejor que ustedes?
-¿Y cómo no va estar mejor? Si todos los días sale en la televisión preparando su campaña.
-Bueno, como les dije, yo no me meto en cosas de política.
-Pero ¿entonces cuál es tu consejo? –preguntó Nadine.
-Es muy sencillo. No les debe importar las encuestas. Solo no se olviden de la gente que votó por ustedes, que les dio su confianza. Si todavía pueden luchar por esas personas, háganlo.
-Vaya Chapulín, te pusiste serio –dijo Humala -¿Y tú crees que nos quede tiempo?
-Claro que sí. Ya lo dice el viejo y conocido refrán: no por mucho madrugar te sacarán los ojos.

Nadine y Humala voltearon a mirarse.

-No, no –dijo el Chapulín-. Cría cuervos y se amanece más temprano. No, no. Es que si amaneces más temprano y crías cuervos, entonces aunque madrugues te sacarán los ojos. Bueno, la idea es esa.

Publicado en la revista Velaverde Nº92

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