lunes, 2 de junio de 2014

De cómo darle curso al transporte

Un grupo de transportistas que rechaza la reforma impulsada por la Municipalidad de Lima, ha creado su propio instituto de enseñanza vial llamado “Choferes (y) Responsables”, el cual dictará un curso intensivo dirigido a los conductores de buses, combis y coasters.

Para hacerse cargo de este curso, denominado “Cómo manejar el manejo”, los directivos han contratado a los mejores profesores universitarios de Lima, aunque realmente ninguno sabe manejar. Pese a ello, asesorados por los transportistas, los docentes lograron establecer los temas del curso.



Estos son:

Las reservas frente al asiento reservado
En base a la teoría lingüística de Saussure, se les explicará a los asistentes que la palabra “reservado”  requiere un contexto para significar. De esta forma, no tendrán reparo en dejar que se ocupe el asiento reservado cuando consideren inadecuado el contexto, o, en verdad, cuando les venga en gana. La convicción final a la que arribarán los participantes, con la reserva del caso, es que el  único asiento que debe reservarse es el del chofer.

El libre albedrío vial
En esta parte del curso se les hará comprender a los participantes que son libres de elegir si quieren o no obedecer las señales de tránsito, especialmente aquellas que limitan la velocidad. En ese sentido, si los choferes quieren avanzar en la vida, pueden hacerlo a 100 kilómetros por hora. Además, está permitido simplemente zurrarse en todos los símbolos. Los asistentes revelarán entonces su estirpe iconoclasta aunque no sepan qué signifique eso. Asimismo, aplicando una de las vertientes de la teoría evolutiva darwiniana y la selección natural, llegarán a la conclusión de que en el futuro el superchofer (se hará también un repaso del superhombre de Nietzsche) debe acatar solo sus propias reglas, y ni siquiera eso. 

La memoria selectiva
Aquí los participantes reforzarán la responsabilidad de sus actos, salvo que, como suele ocurrir, no sepan o no se acuerden lo que han hecho. En ese sentido, abordarán su oficio según la perspectiva de la cuestión moral, basándose principalmente en la ética de Sócrates. Se demostrará la vigencia de la frase socrática “sólo sé que nada sé”, repetida hasta el cansancio luego de los innumerables accidentes ocasionados por los participantes. Además se resaltará  la condición caballeresca que asumen cuando son interrogados y niegan recordar los hechos porque los caballeros, como se sabe, no tienen memoria.

No a la discriminación o el derecho al traslado
En base a la declaración universal de derechos humanos, se les recordará a los participantes que todos somos iguales ante Dios, la ley y el tráfico. Por tanto, nadie debe ser discriminado por raza, sexo, o por estar lejos de un paradero oficial. En ese contexto, se les explicará a los asistentes que si están yendo a gran velocidad y ven que un inofensivo y desolado peatón, donde quiera que esté, levanta el brazo, el chofer tiene la obligación moral y cívica de frenar de golpe y recogerlo. Que sus pasajeros salgan disparados hacia adelante, o que el peatón solo haya levantado el brazo para saludar a otra persona, son hechos sin importancia.

La velocidad o la rapidez incomprendida
Se les explicará a los participantes los alcances de la física einsteniana y el concepto de relatividad y del espacio-tiempo. En el caso que se les acuse de ir demasiado rápido, podrán aducir que “todo es relativo” y que la curvatura del tiempo les permite dar las curvas a tiempo. Asimismo, explicarán que pese a que no consiguen llegar a la velocidad de la luz, sí puedan manejar sin luz a toda a velocidad.

Según se informa, el instituto había pensado cobrar varios cientos de dólares por el curso, sin embargo, considerando que se trata más bien de una labor social, va a cobrar lo mismo, pero en soles.

Cabe indicar, finalmente, que la Municipalidad de Lima ha reconocido la validez de este curso. En tal sentido, ha determinado que todos los participantes que lo hayan aprobado obtendrán un certificado especial, el mismo que les permitirá circular libremente por todas las calles de Lima, durante todos los días de la semana, pero, desde luego, a pie.

Publicado en la revista Velaverde Nº66

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