miércoles, 29 de enero de 2014

García: del Perú para el mundo

Pocas veces tan pocos versos han generado tanto revuelo en el mundo literario. La publicación de un poema escrito por el ex presidente Alan García establece, sin duda, un punto de quiebre en la literatura peruana y universal. Agentes literarios de la talla de Carmen Balcells –alrededor de 1,60cm- y críticos tan exigentes como Harold Bloom se preguntan intrigados:¿quién es este nuevo valor? ¿a quién pertenece semejante pluma?

En aras de iluminar a quiénes desconocen a tan ilustre personaje, aquí va una breve, pero sustanciosa biografía:

Alan García nació en Lima –no en Belén como sostienen algunos de sus partidarios- una noche clara y sin estrellas de 1949. Sus dotes de orador y su poder de convencimiento pronto se hicieron evidentes. A los 10 años ya estaba en una academia de oratoria; enseñaba los sábados por la mañana. Una noche, cuando era adolescente, tuvo una epifanía. Dios se le apareció en forma de torta de chocolate, por lo que se puso doblemente feliz. Alan estaba seguro que esa aparición tendría que ver con su futuro histórico y también que la torta alcanzaría para varias porciones. “Serás grande” le dijo Dios “casi de dos metros de altura”. Desde entonces, sintió que era el elegido, aunque no sabía para qué.

Siendo ya un universitario, García empezó a creerse personajes históricos. A veces las crisis le duraban días; alguna vez estuvo todo un mes creyéndose Newton, hasta que sus propios padres, cansados de recoger las manzanas del suelo, lo hicieron reaccionar. Entonces, alertados por estos síntomas y por la cuenta del frutero, sus padres llevaron a Alan a un especialista. “Me dicen que tienes un problema con tu ego, ¿eso es cierto?”, dijo el doctor. “No, para nada, yo nunca tengo problemas”, dijo Alan. El doctor tranquilizó a sus padres y determinó que el joven Alan simplemente tenía un ego colosal y que solo necesitaba descanso, tranquilidad, comprensión y urgentes dosis de litio.

Inicios del año 85. Aburrido de la rutina, decidió buscarse un hobby para el verano; aunque estaba indeciso si inscribirse en el taller de música o de pintura, terminó inscribiéndose en el JNE y postuló a la presidencia de la república. De esta forma, García se convirtió en el presidente más joven del Perú,  y el más pelucón. Prometió un futuro diferente a todos los peruanos, aunque  decidió cumplir primero con su familia. Los primeros dos años fueron los mejores,  incluso podía asomarse por el balcón de Palacio de Gobierno sin que nadie le dispare. Sin embargo, pronto todo cambió. Se le vino la noche y la crisis económica. Los precios se dispararon; algunos empresarios también. El inti, la moneda oficial, perdía valor cada minuto y no era extraño ver a gente con chequera en mano yendo a comprar pan. Pese a todo, durante su primer gobierno García redujo el número de pobres, desde luego se les dio a todos ellos una cristiana sepultura.

Cuando el gobierno de García llegó a su fin, los peruanos sobrevivientes no querían saber de su existencia, más bien otros estaban vivamente interesados en su inexistencia. Entonces García se fue a vivir a primero a Colombia y luego a Francia como perseguido político.  El pobre ex presidente vivió en una zona exclusiva de Paris y no faltaron los mal pensados que sugirieron que la fortuna de García era medio sospechosa, cuando es sabido que él no hace las cosas a medias.

En el 2001 García volvió, pero no devolvió y fue derrotado por Toledo. Entonces decidió dedicarse a impulsar a la juventud peruana, empezando por Jesús “patadita” Lora. Cinco años después volvió a postular a la presidencia. Miles de jóvenes que no habían tenido el privilegio de disfrutar de su primera gestión, cayeron rendidos ante el secreto encanto de sus palabras, y ante el spot de la estrella aprista y reguetonera.

En la actualidad, García mantiene intactas sus aspiraciones políticas y apenas puede ocultar su deseo irrefrenable de gobernar por tercera vez porque al parecer, como dijo, “la plata viene sola”…solamente cuando se está en el poder.   
Publicado en la revista Velaverde Nº48

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